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Para el equipo de redacción del Periódico El Suroeste es muy importante abrir espacios donde los diferentes actores que son parte de debate en la región expresen su postura sobre temáticas de interés y así brindar diferentes perspectivas. Aún así, las posiciones declaradas en la siguiente entrevista son responsabilidad expresa de las personas que se entrevistan y no del periódico.

En esta sección nos acompaña Oswaldo Ordóñez Carmona (PhD), experto en minería, docente e investigador de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, a quien hemos entrevistado para preguntarle sobre su visión como experto de la minería, sobre todo de la minería que se practica en la región del Suroeste y, en especial, la que se realiza en la cuenca de La Sinifaná. 

Oswaldo, cómo usted sabe en la región del Suroeste antioqueño hay personas que saben bien de qué se trata la minería y han vivido de esta actividad toda su vida. Sin embargo, hoy están viendo la consolidación de otros modelos mineros en el territorio. Si le quisiéramos explicar a personas que no son expertas sobre el tema, cuáles son los beneficios y las desventajas que tienen estos nuevos modelos a gran escala que buscan extraer oro y el cobre y cómo se diferencian de los modelos que históricamente han existido en el Suroeste, basados en la extracción de carbón y la minería artesanal, ¿cómo lo haríamos?

El panorama es muy simple. Deberíamos comenzar explicando que Antioquia es un Departamento que existe y se dio básicamente gracias a la minería. Sí hacemos memoria y volvemos a la época de Bolívar, encontraríamos que Antioquia era un Departamento o una región muy pobre. Y, que sólo después de la guerra de Independencia, cuando Bolívar le asignó a los ingleses, especialmente, algunas zonas mineras, empezó el auge minero del oro. Primero por Frontino, por Segovia, donde nació la Frontino Gold Mine. Después de eso encontraríamos que se hicieron unas concesiones en lo que hoy es El Bagre, en Nechí y Zaragoza, lugares donde también se instalaron empresas de origen inglés en compensación al apoyo que ese país le dio a Bolívar durante la guerra. 

Fue de este modo como Antioquia empezó a coger fuerza y se empezaron a colonizar varias zonas del Oriente antioqueño, como Marinilla, Warne y Santuario, donde se explotaron los alrededores de la cuenca de lo que hoy se conoce como la Quebrada La Mosca. Luego en otras regiones como Nare y Amaga, entre finales del siglo XIX y principios del XX, empezó a crecer el auge de la industria del carbón, que desarrolló después el Ferrocarril de Antioquia. Un hecho que permitió que se instalará una empresa minera muy importante que se llama la mina El Zancudo, en Titiribí. Una mina de oro que jalonó mucho el desarrollo de esa región y cuyos excedentes, junto con lo que es el ferrocarril que conectaba a Medellín con Puerto Berrío, que se inauguró en 1929, facilitaron el desarrollo industrial de Antioquia y de Medellín especialmente. 

O sea, todo lo que son las fundiciones, las ladrilleras, todo lo que es la industria textil, necesitó minería, carbón y fue hecho con los excedentes mismos de la minería del oro. Así que la historia de Antioquia, básicamente, es una historia que depende de la minería.

Durante este tiempo básicamente lo que existía era minería a pequeña escala -a mediana escala digamos que era Titiribí-, pero, digamos, que en general la minería en Antioquia se desarrolló en torno a la pequeña minería. Esa minería, a decir verdad, no es una minería que traiga desarrollo y grandes riquezas a nivel regional. Es una minería que genera recursos para las familias o los pequeños inversionistas que trabajan en eso, pero es altamente ineficiente. De hecho, cuando usted hace la valoración de costos de lo que se invierte versus lo que se produce, no es una cosa muy buena. Y, generalmente, cuando se le saca provecho es porque casi no se pagan impuestos, ni regalías, ni tampoco Seguridad Social.

En cambio, cuando usted ya se dedica a la minería de mediana escala o gran escala tiene que pagar impuestos, regalías, tiene que pagar la Seguridad Social y todo lo que son los parafiscales. Ahí ya se vuelve una cosa diferente. De modo que ese tipo de minería, cuando se hace bien, cuando se hace cumpliendo con los parámetros internacionales y, obviamente, con todas esas cosas modernas que implica compensar y traer desarrollo, que es obviamente a lo que le apostamos, es muy buena. Desafortunadamente en Colombia eso no es lo que hemos tenido, porque las empresas mineras que hoy existen en Colombia y que son grandes, son empresas que vienen del siglo XX. O sea, son empresas que se fundaron en los años 70-80 y que hacen su actividad minera con la normatividad de esos años y poco con la mentalidad del siglo XXI. Lo que hace muy difícil decir, vea la minería si ha traído desarrollo, porque esas empresas sólo se dedican a sacar material, a pagar unas regalías y a enviar todo para el exterior. Hoy no, hoy la minería implica que hay que tener desarrollo en las regiones y es a eso a lo que le apostamos. 

De modo que cuando hablamos de minería antigua, tanto a gran escala, como a mediana escala, no hay ningún ejemplo que uno pueda decir que haya traído desarrollo a este país. Porque como básicamente les digo era una minería extractivista: saque el material, pague los impuestos, envíe todo para afuera, sin preocuparse del entorno social y económico de la región.

Oswaldo, entonces acá entra es donde entra el tema de las políticas de la minería. Usted alguna vez comentó en una entrevista que se hizo en este mismo medio que uno de los mayores problemas que tiene la minería no es la minería en sí misma, sino que el problema está en las políticas que rigen esta actividad en la actualidad. Políticas que están formuladas por personas que son políticos y no realmente expertos en la minería. Cuéntenos, ¿cómo formularía esa política un experto en la minería como usted?

Hombre, la minería hoy en día es una cosa que es muy clara. No se trata de que la hagan los mineros y los geólogos solos, eso sería volver al siglo XIX, cuando eran los exploradores los que la hacían. Sin embargo, en Colombia, desafortunadamente finalizando el siglo XX los abogados y los políticos se tomaron eso. Entonces crearon un código de minas no mal hecho, pero cojo en algunas cosas. Una idea de explotación minera y de relación económica de la actividad minera totalmente desconectada con el desarrollo del país. Cuando hoy lo que tenemos que hacer es un código de minas reformado, con unas leyes mineras hechas desde la geología y la minería, pero con abogados, economistas, gente de las finanzas, gente de la parte social, la parte política, la parte cultural; porque la minería es una actividad tan humana que por ende debe tener a todas las entidades y profesiones humanas involucradas. 

Obviamente que el cincuenta por ciento de eso debe ser comandada por los geólogos y mineros porque sin minería, sin material, pues no hay desarrollo minero. Pero debe estar todo lo que es la parte política, económica, social, cultural y ambiental inmersa en eso. Así que un código de minas mínimo necesitaría por lo menos seis líderes que sean especialistas en el tema, más un equipo con personas que provengan de las diferentes áreas profesionales y sociales. Todo esto teniendo en cuenta el entorno social y ambiental, que se piense realmente en una actividad minera que se proyecte hacia la sociedad y el desarrollo y no simplemente en una actividad que saque y mande para afuera, que sólo pague impuestos y luego esté totalmente desconectada de las posibilidades de brindar desarrollo del país.

Respecto a al tema de Quebradona -un lugar que ahorita está en el ojo de la ciudadanía-, donde se plantea la posibilidad de realizar minería de oro y cobre a gran escala, ¿cómo se podría encontrar una política para que los mineros puedan hacer su trabajo y al mismo tiempo haya un cuidado adecuado a las reservas naturales? ¿Cuáles serían en este caso los cuidados que habría que tener para que toda la población se sienta beneficiada?

Si uno mira la minería hoy en día es casi perfecta, aunque no es correcto usar ese término en lo técnico. O sea, hoy una mina en cualquier lugar del mundo moderno sabe muy bien cuánto material tiene, sea oro, cobre, o lo que sea. Lo mismo en el caso de Quebradona: se sabe cuánto cobre y cuánto oro hay, se sabe cuáles son las tasas de producción, se sabe cuál es el daño que se puede hacer o las afectaciones que puede sufrir el entorno, se sabe cuánta plata va a generar, etcétera. O sea, el control técnico de la minería hoy es tan extremadamente bueno que se puede tener un 90 o 95% de certeza de que las cosas se van a hacer bien.

El problema de la minería es el engaño mediático que hacen algunos políticos diciendo que esto sólo destruye. Y, no. Hoy la parte técnica es muy buena. El problema son los beneficios económicos, el desarrollo social y económico, las ventajas de tener una mina o no y esto qué trae. Si usted ve a las personas que se oponen a la minería difícilmente atacan la mina o el proceso minero, porque la parte técnica es tan buena que no hay cómo atacar. Lo que sé ataca es el tema del tejido social, la afectación, etcétera. Es una crítica mucho más política y poética que real. 

Por el contrario, las empresas mineras hoy en día son más protectoras del medio ambiente que cualquiera. Hacen mucha compensación ambiental, un ejemplo, a nivel nacional es El Cerrejón. Esta es una empresa minera que los últimos 10 o 12 años creó un bosque seco, creó una zona de reserva incalculable, inigualable que ya tiene hasta felinos y eso lo hizo la empresa minera no lo hizo el Estado. Argos es una empresa que creo que es la que más árboles tiene plantados en Colombia. Mineros S.A. es una empresa que reforesta y hace un manejo ambiental excelentísimo. Entonces, por el contrario, las empresas mineras cuidan mucho el medio ambiente.

Si hoy en día usted fuera parte del Gobierno y tuviera la oportunidad de estar al frente de este tipo de licencias o tuviera que afrontar como empresa el hecho de ganarse una licencia para hacer una explotación minera, ¿cuál cree que debería ser el camino para para ofrecer dentro de todos estos requisitos una buena minería? ¿Qué sería, por ejemplo, hacer una buena minería en Quebradona y en la cuenca de La Sinifaná hoy por hoy? 

Primero, pues digamos que es utópico que hoy en día el Estado escoja a una persona con las capacidades técnicas para eso. Porque nuestro Estado desafortunadamente siempre nombra a políticos, politiqueros y personas que profesionalmente no tienen nada que ver con el sector minero. Pero si eso se fuese a hacer pues hombre lo primero que hay que hacer como países es darles luz verde a todos esos lugares donde hoy se han encontrado yacimientos minerales. Obviamente hay que hacerlo dentro de la normatividad. O sea, en zonas de páramo no se da, en zonas de reservas forestales no se da, a no ser que se permita una exclusión. Y Jericó hace parte de eso. Jericó es una región donde se puede hacer minería, no está prohibido. El sureste también. Así que no hay problema con eso. No hay páramos, no hay selvas, no hay resguardos indígenas que son los lugares dónde está prohibido.  

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Pero ¿qué es lo que hace falta? Ha hecho falta un diálogo directo con las personas en cuanto a beneficios económicos. Yo pienso que la minería debe cambiar en el sentido de que por lo menos debemos empezar a dialogar que el 5% de las utilidades netas, no brutas, de una empresa minera deben ser para las comunidades y sus entornos. Esto para generar proyectos de desarrollo y eso no está en la ley, aunque ya se hace en algunos países como Canadá o Chile. Y eso lo tenemos que traer acá. Porque cuando empecemos a conversar con la gente de que también van a tener beneficios, obviamente el diálogo cambia. 

Desafortunadamente ese diálogo está dominado mediáticamente por las ONGs antimineras que a lo último vamos a ver y son personas que no pasan de 30 años, como ocurre en el Suroeste. Específicamente en Jericó o Palobonito han sacado periodistas con machete en mano y son 5 o 6, yo los conozco. Ellos algunas veces han intentado meterse conmigo, pero como saben que yo no tengo problema en encararlos pues digamos que ha suavizado la cosa. Lo que pasa es que esas cinco o seis personas violentas a lo último cuando hay manifestaciones juntan como 30 y traen carros de Támesis y de todos lados, pero en realidad la población de Jericó -que yo la conozco muy bien- no se opone al proyecto minero. Yo sé personalmente que hay una percepción del 60%, a veces el 70% que no supone al proyecto. Y hay un porcentaje que si se opone y que son los que dominan los medios. Manejan a los periodistas, a los actores, los influencer y ellos como no conocen Jericó hablan de lo que no saben. Pero el proyecto técnicamente es muy bueno, tiene toda la técnica y la ingeniería metida ahí, así que no tiene reparo. Los reparos son más mediáticos, sociales y es una cosa que las empresas no han podido manejar, ni él ni el Estado. Pero la decisión es aprobarlo. Lo que pasa es que nuestro Gobierno es un Gobierno blandengue, que quiere quedar bien con todo el mundo y se olvida que a este pueblo hay que darle comida, desarrollo y oportunidades de trabajo. 

Quiero hacerle una última pregunta, respecto al tema de seguridad en las minas, del que se ha hablado últimamente en los medios. ¿Cuál es el tipo de modelo minero que frecuentemente protagoniza este tipo de accidentes? Y, ¿cómo se pueden evitar?

En el caso de las minas de carbón el problema es que son minas que casi que rayan con la ilegalidad, la informalidad. Son minas que no invierten en seguridad, no invierten en ventilación, no invierten en ingeniería y planeamiento, entonces es muy fácil que ocurran tragedias y cada año tenemos 2 o 3 accidentes. Así que ese tipo de minería no es la que nosotros proponemos. Hoy, por ejemplo, hay minas en Suecia, donde de 100 personas que trabajaban antes hoy sólo trabajan 30. Es algo extremadamente automatizado. Entonces digamos que la tecnología y las cosas han avanzado a tal nivel que hoy podemos decir con certeza que los entornos mineros son tan seguros, tan bien diseñados, que la seguridad está por encima del 90%. Obviamente nada es 100% seguro o 100% cierto, sólo la muerte. Pero esas minas que me comentas son minas de carbón con entornos que a veces si llegan al 40% de buenas condiciones. Son cosas que técnicamente se deberían cerrar como monas, pero hay gente que sigue trabajando allá, la gente vive de esa economía y al Gobierno le toca asumir ese riesgo porque eventualmente van a pasar accidentes. De modo que la solución sería invertir mucha plata en seguridad y esas cosas, lo cual el Estado no hace.

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