Mis años en San Gregorio (Alfonso López), vistos por el niño que llevo dentro
Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio) Ciudad Bolívar
INTRODUCCIÓN
Como muchos otros sitios pequeños, el corregimiento de San Gregorio (oficialmente, Alfonso López),1 municipio de C. Bolívar, con frecuencia ha pasado desapercibido, y su nombre difícilmente aparecía en los mapas oficiales de Colombia hasta hace relativamente poco tiempo. Aun hoy en los documentos de la administración municipal o de promoción turística del municipio de C. Bolívar que se pueden consultar, por ejemplo, en las páginas de internet, rara vez aflora el nombre de esta localidad, y cuando aparece es de una manera marginal. Son varias las causas que pueden contribuir a esta especie de aislamiento; entre ellas, en mi opinión, se encuentra el estilo centralista que muchas administraciones municipales del país (incluida C. Bolívar) terminan dándole a su diario acontecer social, con la consecuencia práctica de que lo único relevante en la vida diaria del pueblo es lo que sucede dentro de la cabecera municipal o en su entorno inmediato. Lo demás es secundario, no recibe protagonismo o es sencillamente ignorado.
No obstante, este sistema de interacción tan rezagado, que predomina con frecuencia entre las pequeñas colectividades rurales y su cabecera municipal, no tiene por qué ser algo fatalmente inmodificable, y es allí donde la iniciativa de esas comunidades puede entrar a jugar un papel determinante, cuando sus integrantes toman conciencia de su potencial y empiezan a actuar pensando más en sus posibilidades y menos en sus limitaciones. De hecho, el San Gregorio de hoy y pese a esa situación de marginalidad que aún padece en muchos aspectos, muestra un notable progreso en comparación con lo que era, por ejemplo, en la década de los 60 del siglo pasado: vías de acceso vehicular que lo comunican con el casco urbano de C. Bolívar, con el municipio de Salgar, con la ciudad de Medellín y con otros municipios de la región; electrificación, servicios públicos, educación, servicios básicos de salud y calles parcialmente adoquinadas, entre otras cosas, gracias en gran medida a la gestión constante de líderes y lideresas salidos de entre sus propios habitantes.
Y es que el recurso más valioso de cualquier lugar del mundo es su misma población y este corregimiento lo posee: juventud que está creciendo, adultos con experiencia en manejo de fincas cafeteras y de otros cultivos, empresarios, artistas musicales y de la pintura, aunque muchos de ellos no vivan dentro de la localidad, han mantenido vivos con ésta vínculos familiares, afectivos, económicos o profesionales. Son recursos que, puestos al servicio de proyectos creativos, con toda seguridad generarían en el futuro muy buenos resultados. Turismo, ciencia, empresas agrícolas, mejoramiento de vivienda, deportes, arte, para señalar solo unos cuantos campos de acción, son aspectos en los que hay seguramente una amplia gama de posibilidades.
Ahora bien, para que todo este potencial termine siendo efectivo y produzca resultados estructuralmente transformadores para sus habitantes, se requiere de un elemento catalizador que le dé la fuerza motivadora al trabajo de la comunidad dentro de una perspectiva futura de largo plazo. Y esto se responde con una pregunta: ¿cuál es el San Gregorio que queremos construir para el futuro, por ejemplo, para el año 2060? Y un elemento que, con toda seguridad, es el punto de partida para ese futuro a construir es, por paradójico que pueda parecer, el conocimiento de su propio pasado.
Y es que conocer el pasado no es solamente recordar nombres, fechas, personajes interesantes, pintorescos, incluso siniestros, así como acontecimientos satisfactorios o dolorosos. ¡No! Eso es algo que va mucho más allá de lo superficial, de lo anecdótico, de lo puramente sentimental. Es un esfuerzo consciente y reflexivo, alrededor de los hechos del pasado sobre los que, generalmente y sin pensar en ello, seguimos apoyándonos para ir tejiendo nuestro presente. Es conocer la Historia de nuestra Herencia con el fin de convertirla en material de construcción para el futuro.
Vistas las cosas desde esta perspectiva, el tamaño de nuestra historia — medida, por ejemplo, en número de décadas –, no es lo más importante; lo fundamental está, en realidad, en la intención con la que aboquemos su estudio. La vida dura de nuestros fundadores, el esfuerzo de los agricultores, carpinteros y comerciantes, por mantener activa la vida económica. El trabajo incansable del arriero por mantener surtidas las tiendas o transportar el café a los sitios de compra. La labor de sus líderes y lideresas buscando siempre tener una calidad de vida cada vez mejor para los habitantes; la misma labor de las autoridades civiles y de la policía, así como la labor de líderes espirituales, con sus aspectos positivos y negativos; el trabajo de profesores en la formación de las juventudes y hasta las mismas crisis sociales (por ejemplo, la violencia) que han sacudido la región. Todo ello hay que mirarlo desde una perspectiva de conjunto, para extraer experiencias, enseñanzas y lecciones que han contribuido a formar el genio y figura del sangregoriano de hoy. Un pasado que hay que verlo no como una cadena que amarra a un destino fatal, sino como una fuente de inspiración y como un insumo para proyectarnos – como ya lo señalé – hacia el futuro.
Mi propósito al escribir estas páginas — que se publicará igualmente por entregas aprovechando la amable acogida que el periódico regional El Suroeste nos está dando – está por tanto, alineado dentro de esta perspectiva y obedece al deseo de hacer un pequeño aporte a ese proyecto de construir la memoria histórica de San Gregorio, una memoria que no debería quedar detenida en algún momento del tiempo, sino que, por el contrario, debería seguir siendo enriquecida con aportes sucesivos de otras personas y actualizada por las nuevas generaciones. Parte de este esfuerzo es, igualmente, el relato que aparece en la segunda parte de esta historia con el nombre de Mis años en San Gregorio — ya publicada en el Periódico el Suroeste — y que trata sobre lo que fue mi experiencia personal durante mis primeros 16 años de vida que transcurrieron en San Gregorio, desde la perspectiva del niño y el adolescente que la vivió, pero escrita con el lenguaje y los conocimientos del adulto de hoy; más las reseñas de algunos de los primeros pobladores, bajo el título de Personajes de San Gregorio — también publicadas en el Periódico El suroeste — que, por su liderazgo, el estilo de vida que llevaron o por otras razones de interés, jugaron un papel de especial importancia en la consolidación de nuestros orígenes. Pongo, pues, estos escritos en manos de quienes les interese utilizarlo como una de tantas fuentes de información que pueden ser consultadas por quien desee conocer sobre nuestros orígenes.
Nota:
- Si bien el nombre oficial de la localidad de que trata esta historia es Alfonso López, aquí utilizaré preferiblemente el nombre familiar de San Gregorio.
Entrega 28: Personajes de San Gregorio – El cura párroco y San Gregorio
Entrega 29: Personajes de San Gregorio – Esos duros años años de violencia
Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio)