Mirar el pasado pensando en el futuro
¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Quiénes fueron nuestros antepasados más inmediatos? ¿Qué significado tiene para nosotros los apellidos Gil, Galeano, Sánchez, Guerra, Uribe, Fernández, Londoño, Zapata, González, Agudelo, Herrera, Puerta y otros tantos, que forman parte de la heredad que llevamos sobre nuestros hombros quienes formamos hoy la comunidad de Ciudad Bolívar y, de manera más específica, la comunidad de Alfonso López (familiarmente, San Gregorio)? Son preguntas a las que durante toda la etapa de mi edad adulta no he hecho más que buscarles una respuesta. Porque lo que somos hoy, nuestra personalidad, nuestras fortalezas y nuestras debilidades, se lo debemos, en gran parte, a la educación, los valores, las costumbres y la cosmovisión que nos transmitieron las personas alrededor de las cuales crecimos y de las que se alimentó la visión que hoy tenemos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
En el proceso de búsqueda de esas respuestas, desde hace ya cerca de 10 años me propuse retornar emocional y espiritualmente al que fuera el pueblo de mi infancia y temprana juventud, con el propósito de indagar sobre esos orígenes en mis lejanos recuerdos y en los recuerdos de integrantes de mi familia, así como en los recuerdos y documentos que me pudieran aportar los adultos del presente o las instituciones de C. Bolívar, con el objetivo de hacer acopio de los elementos necesarios para la reconstrucción de ese pasado, lo que hoy denominamos memoria histórica. No ha sido esta una tarea fácil. En general, los colombianos, especialmente en las regiones apartadas y pequeñas, estamos aún muy lejos de haber creado una cultura sólida sobre la preservación de la herencia cultural, no con el propósito de anclarse a un pasado sobre el que ya no se puede hacer nada para cambiarlo, sino para apoyarse en las lecciones que dejó como material para la construcción de la sociedad futura que quisiéramos dejarle a las generaciones que habrán de sustituirnos.
Por fortuna, nuestro municipio, a través de la Sociedad de Mejoras Públicas y con el apoyo de la alcaldía, puso en marcha el proyecto de publicación de un libro, con la participación de un grupo de escritores, poetas y pintores – entre ellos, nuestro pintor Álvaro Fernández – salidos de sus mismas entrañas, destinado a dejar plasmadas en sus páginas el alma y la esencia histórica de esta tierra que un día el destino puso en manos de nuestros ancestros, con el encargo de que hicieran de ella un pueblo de arrieros, cafeteros, emprendedores, luchadores y soñadores, que habría de llamarse Bolívar — años más tarde, Ciudad Bolívar–, del que San Gregorio es parte esencial e integral. Como todo trabajo colectivo, el libro será el resultado de una visión multifacética en la que cada uno de sus autores aporta un retazo del cielo común que arropa a todos los nacidos en esta parte del Universo; una muestra de que trabajar juntos por un objetivo común es una oportunidad para enriquecernos mutuamente con el aporte de cada participante y trasladar ese aporte enriquecido a toda la comunidad.
El libro, cuyo título será igualmente el resultado del trabajo colectivo, se encuentra en estos momentos en la fase de revisión gramatical de los textos por parte de un experto y, asimismo, en el proceso de diagramación por parte de la editorial seleccionada para tal fin. En cuanto a su lanzamiento, este tendrá lugar el día 17 de agosto del presente año en la Cámara de Comercio de C. Bolívar, posiblemente hacia las 5:00 de la tarde, dentro del marco del Festival Entre culturas que, como sucede anualmente, se llevará a cabo por estas fechas. Imposible un marco más apropiado para este evento.
Como integrante de este equipo, me correspondió el honor de escribir uno de los capítulos del libro y ya pueden imaginar cuál fue el tema elegido por mí: ¡Sí, San Gregorio! Una síntesis de la historia de nuestro corregimiento. No se trata, por ahora, de una historia extensa y completa. En realidad, el escrito empieza desde el momento en el que se iniciaron los primeros pasos de lo que llegaría a ser oficialmente, a partir de 1935, el corregimiento de Alfonso López (San Gregorio), para llegar hasta los años 70 del siglo pasado. Hay dos razones por las cuales esta historia llega sólo hasta esa década: la primera, y tal como lo he venido comentando en mis artículos a través del Periódico Regional del Suroeste, es que carezco del material suficiente para documentar la etapa que iría desde la década de los 70 hasta el día de hoy, y la segunda, que el espacio disponible en el libro, lógicamente, es limitado. La parte restante de la historia de San Gregorio será, por tanto, una tarea que pendiente, invito a mis paisanos a que esta sea también el resultado de un trabajo colectivo, con la participación de la alcaldía (Casa de la Cultura, por ejemplo), el colegio Juan Tamayo, la parroquia San Pío X, las juntas de acción comunal, los líderes, lideresas y personas que deseen unirse a esta propuesta.
San Gregorio en los años 60. Fotografía de Róguell Sánchez.
Con mi participación en la obra aquí citada, considero haber logrado sólo una parte (aunque muy importante) del objetivo que me propuse al iniciar este esfuerzo, para cuya realización ha sido de mucha utilidad el aporte de varias personas de San Gregorio que, de una u otra forma, han contribuido a alimentar mi trabajo con material fotográfico, escritos o relatos. El primero de ellos, y a quien (igual que a su familia) es apenas natural hacerle aquí el debido reconocimiento póstumo, fue Miguel Herrera, con su relato sobre los orígenes de San Gregorio, que fue la base y marco de la narración que llevé a cabo. Además de él, están, entre otros, la señora Luz Mery Guerra, (sistemáticamente sigue aportando nueva información a través de las redes sociales); Róguell Sánchez, con sus monografías sobre la historia de San Gregorio y la parroquia San Pío X; Álvaro Fernández, el pintor de caballos y de arrieros; Fabio Fernández y sus cortos pero bien interesantes relatos; el presidente de la JAC del casco urbano de San Gregorio, señor Porfirio Vargas y el de la JAC de Punta Brava, señor Fray Castro, así como el colegio Juan Tamayo a través de su profesora Jeny Pino, por quien tuve una enorme deuda de agradecimiento más un gran afecto y a quien, para gran tristeza de mi parte, se la llevó la muerte temprana, más el profesor Manuel Castaño, hoy desafortunadamente ausente de esa institución educativa, desde donde su aporte en este proyecto, seguramente, habría sido muy valioso. Para todos ellos mi afectuoso agradecimiento.
Nota: Fotografía de portada: Casa de la Cultura de C. Bolívar, Facebook: Soy de Ciudad Bolívar.
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Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio) - Ciudad Bolívar