En un espacio cálido y sencillo, dispuesto con cariño, un grupo de mujeres se reúne en círculo. Al centro, sobre una manta extendida, reposan libros, flores y objetos simbólicos que evocan lo leído y lo vivido. Los rostros reflejan atención, serenidad y confianza: es un momento íntimo, donde la palabra circula libremente. Es el cierre de la lectura de La vegetariana, pero también la apertura a nuevas conversaciones. El ambiente está cargado de significado: una comunidad que se encuentra para leerse, escucharse y acompañarse.
Este encuentro hace parte de la iniciativa Mujeres Lectoras, una propuesta de la Biblioteca Pública Emiro Kastos de Amagá, que desde principios de este año ha convocado a cerca de 25 mujeres para explorar juntas el mundo de la literatura. Se reúnen todos los miércoles a las 4:00 p. m. y ya completan diez sesiones.
Durante este tiempo han leído obras como El diario de Ana Frank, La ladrona de libros, poemas y reseñas de madres víctimas del conflicto armado en Colombia. Cada libro es una excusa para conversar, cuestionar, recordar y construir memoria.
“La iniciativa de Mujeres Lectoras nace de esos bellos encuentros donde la literatura no sólo nos permite reconocernos, sino también generar espacios de reflexión”, comenta Cristian Agudelo, Filósofo de la Universidad de Antioquia, bibliotecario.
Una de las integrantes del grupo es la docente Nancy Trujillo, PhD en Educación y profesora de Lengua Castellana en la Institución Educativa San Fernando, quien ha acompañado y motivado este camino lector desde su experiencia pedagógica.
“Este es un espacio de lectura, pero también de transformación. Aquí las mujeres no sólo leen, también se narran. Se encuentran consigo mismas, con sus historias y con las de otras. Es un círculo de confianza, de afecto, de reflexión. Y eso también es educar”, dijo la docente.
El trabajo de la docente ha sido clave en el crecimiento del grupo, tanto desde lo pedagógico como desde lo humano.
“La profe Nancy se ha convertido en un motor muy bonito, no sólo para nosotros como biblioteca, sino también para la comunidad”, afirma el bibliotecario.
Además, el grupo ha decidido descentralizar sus espacios, llevándolos más allá de las paredes de la biblioteca: a barrios, veredas y rincones del municipio. “Hoy, por ejemplo, estamos en el Hogar Juvenil Campesino y Minero del municipio de Amagá. Queremos llegar más allá, hacer presencia en los territorios y difundir este ejercicio lector y transformador”, agrega Cristian Agudelo, bibliotecario.
Mujeres Lectoras no sólo abre páginas de libros, sino también páginas de vida: con cada historia leída, con cada palabra compartida, las participantes construyen un espacio donde la literatura es refugio, herramienta y posibilidad de transformación.
Desde EL SUROESTE, celebramos y acompañamos estas iniciativas que hacen de la lectura un acto colectivo de libertad, escucha y memoria.