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¿Qué hacer con el aceite que sobra después de freír unas papas o unas tajadas? Mientras en muchos hogares termina en el alcantarillado o en las zonas verdes, contaminando agua y suelos, un grupo de estudiantes de grado 11 de la Institución Educativa Rafael Uribe Uribe, en Valparaíso, encontró una respuesta sorprendente: transformarlo en jabón. Sí, en jabón que limpia, desengrasa y hasta huele bien.

“Es una experiencia muy maravillosa y muy valiosa porque sé que estoy contribuyendo a mejorar la calidad del medio ambiente por medio de estas estrategias de reutilizar el aceite con el fin de darle un segundo propósito”, cuenta Mélani Ríos, estudiante del grado once.

El proyecto nació de una inquietud en clase. “Queríamos un proyecto de reciclaje, los muchachos decían: profe, vamos a reciclar… y surgió la pregunta: ¿qué hacemos con el aceite quemado? Nos dimos cuenta de que con eso se podía hacer jabón y decidimos intentarlo”, recuerda la docente Elsa Yadira Bedoya, líder del proceso. Para ella, la clave está en entender la economía circular: “No se trata de comprar un material nuevo, sino de aprovechar lo que ya usamos. El aceite que normalmente se desecha lo transformamos en jabón, un producto que vuelve a ser útil en la misma casa: limpia utensilios de cocina, desengrasa superficies y sirve para la ropa”.

Hacer jabón, un aprendizaje de detalle

El entusiasmo de los estudiantes creció con cada tanda. Mélani Ríos describe con emoción cómo es el jabón: “es como el tamaño de la palma de la mano, aunque también hacemos más grandes, como de un envase de mantequilla. El color es suave, un amarillento como si fuera una masita, a veces tiene grumitos por la soda cáustica, pero nunca pierde la forma. Todo depende de quién lo revuelva: debe hacerse en un balde limpio, con un palo de madera, sin parar, siempre al mismo ritmo. Cada vez que hacemos un nuevo jabón hay algo que aprender, ya sea en la elaboración o en el empaque”.

Descubrir que el aceite podía transformarse fue un gran hallazgo: “yo no sabía que con el aceite se podía hacer jabón. Es increíble usar algo que la gente bota y que hace tanto daño. La gente del pueblo lo compra, nos lo siguen pidiendo cada vez que lo ofrecemos, y eso me alegra mucho”.

Cambiar hábitos

El proyecto también los llevó a mirar de frente lo que pasa en su municipio. Juan José Cano, otro de los jóvenes participantes, recuerda: “hicimos la encuesta pasando por cada vivienda, preguntando qué hacían con el aceite. La mayoría lo botaba a las zonas verdes y otra parte al alcantarillado. Con este proyecto sentimos que estamos salvando al planeta y dando un buen uso a algo que parecía basura”.

Los resultados son contundentes: ya han recuperado más de 60 litros de aceite usado, lo que significa evitar la contaminación de hasta 2,4 millones de litros de agua.

Un proyecto con futuro

Aunque están a punto de graduarse, los estudiantes sueñan con que la iniciativa perdure. Mélani lo resume con claridad: “la idea es que el proyecto llegue muy muy lejos, que se venda más y que mucha gente más lo conozca. Entre más nos digan qué podemos corregir, mejor vamos a mejorar. Y aunque nosotros salgamos del colegio, queremos que los próximos estudiantes lo continúen”.

Así, desde un salón de clases en Valparaíso, un grupo de estudiantes demuestra que la innovación no necesita grandes laboratorios ni recursos millonarios: basta con una buena pregunta, la guía de un maestro y el compromiso de cuidar el planeta. Concesión La Pintada se sumó como aliado, aportando formación, materiales y espacios de proyección. “Muy agradecida estoy con la Concesión La Pintada porque ellos fueron los que creyeron en nosotros. Nos han llevado a ferias y festivales, y son un aliado fundamental para la institución y el municipio”, afirma la profe Elsa Yadira.

El aceite que antes contaminaba ahora se convierte en jabón, emprendimiento y futuro.

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