Por José María Dávila Román joche0916@gmail.com @josemariadavila
Esta semana la senadora María Fernanda Cabal fue noticia por su proyecto de ley con el que busca masificar el porte de armas con el argumento de que los ciudadanos que han sido víctimas de ladrones y delincuentes no “tuvieron cómo defenderse” (ver). Se soporta en una cifra, en la que según la senadora, el 99% de los homicidios en Colombia se ejecutan con armas ilegales. La propuesta me da pánico.
No imagino un mejor país, con el nivel de intolerancia que tenemos, si cada ciudadano tiene un arma o la facilidad para conseguirla. En ese escenario, tendería a creer que buena parte de los problemas se terminarían resolviendo a punta de bala. A propósito de esta discusión, la panelista de Blu Radio, Paola Ochoa, comentó que cuando vivía en Estados Unidos, a sus hijos los invitaban frecuentemente a jugar en otras casas; ella siempre tenía la precaución de llamar a los padres de los otros niños para preguntarles si tenían armas, en caso de respuesta positiva, ella no los dejaba ir por el riesgo latente que producen estos elementos. Hay sobrados ejemplos de niños que se terminan matando, creyendo que sus armas son un juguete.
Da mucha impotencia y rabia cuando se es atracado, en lo personal me han robado tres veces y ver que oportunistas se quedan con lo que no es de ellos abusando de la fuerza bruta y la intimidación, es indignante, pero la solución no es armar a la población como lo propone la senadora Cabal. El Estado debe tener el control total de las armas. Lo que sí debe mejorar es la efectividad para controlar a los ladrones que están alborotados, sobre todo en Bogotá. No solo es percepción como lo hace ver permanentemente la alcaldesa Claudia López. El pasado jueves en la capital, el exfutbolista Faustino Asprilla y el periodista William Calderón fueron víctimas de atracadores (ver). Cada día hay un caso distinto.
En países europeos y con altos índices de calidad de vida como Finlandia y Suiza es permitido el porte legal de armas para que los ciudadanos se puedan defender, pero también ha habido consecuencias, en el 2008, en el país nórdico, un joven de 22 años mató a tiros a 10 personas (ver); por su parte, en Estados Unidos, donde es más flexible la consecución de armas, anualmente mueren más de 39 mil personas por causa de tiroteos y masacres, cometidas sin razón aparente, de acuerdo con un informe publicado en El Tiempo (ver).
Por fortuna, la propuesta de Cabal no ha tenido acogida dentro del propio Gobierno Nacional y tampoco por parte del jefe de su partido político, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien textualmente dijo que era un “tema muy delicado” (ver).
El problema de los robos es estructural y no se puede pretender solucionarlo de la noche a la mañana, menos cuando venimos de una pandemia que ha destruido empleos y ha dejado a más gente en la pobreza; considero que parte de la solución está en concentrar esfuerzos para mejorar las condiciones de la población en aspectos esenciales como educación, salud y empleo digno, en especial para los más vulnerables. Y, aunque esto es otro tema, las cárceles pocas veces cumplen su función de resocializar a las personas. Se debe repensar el sistema para que haya sanciones ejemplares y a la vez pedagógicas para que un preso no termine saliendo de una cárcel peor de lo que entró.
De lo que sí estoy seguro, es que permitir que la gente del común se arme, no mejoraría la seguridad ni la convivencia, por el contrario, el entorno se volvería más tenso y la vida mucho más frágil.
Por José María Dávila Román
@josemariadavila