Amanda Franco Hernández es una mujer campesina del municipio de Caramanta que aprendió a transformar las plantas y frutos de la tierra en productos útiles para la vida y el consumo humano. Para ella ser mujer es maravilloso. “Aprendimos a trabajar para nosotras, podemos generar ingresos, aprovechar las cosechas, los cultivos de las fincas y compartir e intercambiar saberes”.
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Hace varios años se unió a la Asociación Agropecuaria de Caramanta (ASAP CARAMANTA) donde pudo explorar todo su talento y visibilizar el importante rol de las mujeres en el campo, que por mucho tiempo se había limitado a las cocinas y a los fogones de leña, “ha sido un proceso bonito, me permitió conocer otras experiencias, otras culturas y también la vida de mujeres que marchan por la igualdad”.
El dato: la agricultura la inventaron las mujeres hace 15.000 años. Se registra que las mujeres embarazadas y las que tenían hijos pequeños eran las únicas que no salían a cazar. Por el contrario, ellas se encargaban de recoger frutos, granos y raíces. La historia de la agricultura comienza cuando se dieron cuenta de que si caía una semilla ésta germinaba. Así fue como se les ocurrió la idea de sembrar algunas semillas para obtener más plantas.
Amanda Franco relata como a través del campo, de la agricultura y de ASAP pudo poner un granito de arena en pro de la equidad de género. Aprendió practicas químicas y agroecológicas que permitieron dar solución a los problemas que habían tenido en el campo de Caramanta durante mucho tiempo, participando así en las decisiones respecto al campo y la siembra dentro de la asociación.
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Ella sueña con un futuro en el que todas las mujeres del Suroeste puedan acceder a trabajos dignos y bien remunerados, con espacios donde puedan asociarse y aprovechar sus conocimientos y la fertilidad de la tierra para emprender, cultivando con amor y respeto hacia la madre naturaleza.
