Canoas navegando hasta las salas de las casas, el río Cauca revuelto, los cultivos inundados y el agua sacando a dormir a las calles a las familias. Desde el 2010, la zozobra de vivir junto al río Cauca no había acaparado los miedos de los habitantes en el corregimiento de Bolombolo, en Venecia.
Desde el 6 de mayo de 2017 la sensación de sentir más cerca el río empezó a ser una realidad. El agua, arriba de la cintura, mantuvo durante más de 20 días a los habitantes de los sectores de La Inspección, Los Mangos, Las Flores, El Matadero, La María, y el sector de La Marvalle durmiendo en albergues temporales o donde familiares.
Con el agua en la sala
“El río se subió, el río se subió”, empezaron a gritar por las calles de Bolombolo. Así fue como empezaron a enterarse de la emergencia. Las 193 familias afectadas esperan que las condiciones climáticas no generen un nuevo desbordamiento. Algunas de las viviendas llevan más de 70 años en las zonas inundadas, otras se ven recién construidas, incluso en proyecto de construcción de segundo y tercer piso.
María Lourdes Zaigama vive hace poco más de 4 años en el sector conocido como La Marvalle, “una de las zonas de las que se olvidan a menudo”, dicen los damnificados. Ella es ama de casa y su esposo se dedica a la ganadería. “Nos entró el río y nos tocó pasarnos para una parte donde no podía entrar”. En el albergue el río se siente muy cerca. “Dormir acá no es como estar en la casa de uno. No perdimos nada gracias a Dios, la casa está al bordo del río y nos da miedo volver a pasarnos para allá, nos da miedo regresar. El plan de nosotros es lograr vender y salirnos para otra parte”, dice. “Entrando elrío nos tocaría pasarnos para una parte alta. Estamos en esta zona mientras rebaja el río y nos toca devolvernos para la casa otra vez, no hay más que hacer. Eso es todo”.
Al papá de María, Martín Emilio Zaigama, el río también lo sacó de su casa. “Vivíamos en la última casa de aquí por La Marvalle y el río Cauca nos sacó en siete veces a dormir junto con el ganado”. Martín fue reubicado y vive en Miraflores, el sector en Bolombolo que alberga a algunos de los damnificados del 2010.
Un círculo…
En el 2010 el río Cauca alcanzó niveles de inundación superiores a los 3 metros y durante más de 300 días los habitantes de la misma zona que hoy se sigue inundando permanecieron en albergues temporales. Según los registros, las damnificadas de la ola invernal del 2010 fueron 375 familias. En diciembre de 2013, 283 familias de los mismos sectores fueron reubicadas en el nuevo sector llamado Miraflores. En mayo de este año 2017, los mismos sectores (Matadero, La María, Inspección, Plaza, Casitas y Marvalle) fueron inundados y se registraron 193 familias damnificadas.
“Bolombolo se ha engrandecido por las inundaciones del río. Se han hecho varias reubicaciones, pero el problema sigue lo mismo. Se van unos y llegan otros”, explica Carlos Alberto Villa, de la Junta de Acción Comunal de Bolombolo. “Hay muchas personas infiltradas al pie de las ollas, y llegan de la noche a la mañana. Arrendan las casas muchas veces, y se van para la orilla del río a ver si les vuelven a dar otra casa o les dan ayudas. Eso se debe cuadrar”.
Lo que tanto dicen en las calles: que “el vivo vive del bobo”, parece ser temor también entre los habitantes, pues por miedo a perder lo que el río no se llevó permanecen en los albergues cerca al Cauca para evitar que ladrones se lleven lo que quedó o dañen sus viviendas. Junto a las carpas se improvisan duchas en los postes de la luz, lavaderos de ropa en las equinas y cocinas dentro de las mismas carpas para estar cerca de sus casas y cerca del río.
No hay ni para pescar
Cuando el río se entra a las calles de Bolombolo moja a todos. Ancízar Holguín padeció la emergencia en el 2010 y hoy es uno de los reubicados en Miraflores, dice que desde que el río empezó a entrar a las calles no ha podido pescar. “Por el momento estamos colaborándoles a las personas que sí están damnificadas directamente”, ahora la canoa está para transportar neveras, ropa, personas, fogones, cuadros, camas, televisores y no bagres o bocachicos.
“A muchas personas se les han perdido muchas cositas porque no les dio tiempo de sacarlas, pero a muchas les hemos colaborado sacando el equipaje, y entrando personas que viven en los segundos pisos, que salen a comprar sus cosas y vuelven a entrar”, cuenta Ancízar mientras rema por la calle donde está la Inspección y el agua bordea las ventanas y puertas de los primeros pisos. “Tener el río tan adentro es muy duro. Y para las familias que viven ahí que están en esas carpas, es más; para ellos hacer sus necesidades es muy complicado, la agüita sí la tienen, pero no tienen baños, los móviles no son muy cómodos, porque ya cuando ya llevan dos o tres días de estar ahí, eso ya está muy fétido; entonces muy complicado”, relata. Algunas de las canoas entran hasta las salas de la casa. “Uno pierde la cuenta de las personas que ha movilizado”, concluye.
“Al iniciar la emergencia teníamos 183 familias damnificadas. Cuando se detonó ya eran 193 familias y 503 personas afectadas. En Bolombolo el río sube y baja y eso cambia todo”, indicó a EL SUROESTE Rocilia Arango Posada, integrante del Comité de Gestión del Riesgo en Venecia y secretaria de Educación, Cultura y Deporte del municipio.
En la emergencia se mantuvo la alerta roja en Venecia y se declaró Calamidad Pública para facilitar la atención y consecución de recursos. “Luego de esas acciones de respuesta empezamos a alimentar a las personas afectadas haciendo ollas comunitarias para el desayuno, para el almuerzo, y dejamos instalada una merienda. También realizamos, de la mano de la ESE San Rafael, brigadas de salud y de vacunación para evitar una epidemia”, indicó la funcionaria.
El río Cauca en Bolombolo, el que atrae a turistas, por el que los pelados piden “liguita” para aventarse del puente, por el que muchos paran a comer torta seca de pescado, es el que arrulla los sueños de hombres y mujeres que parecen esperar que cada tanto el agua entre sus casas y los saque de la sala en canoa con la ropa al hombro.
Por John F. Ruiz Moreno
Periodista EL SUROESTE