Comparta esta noticia

Foto de portada: Mirla patiamarilla – Turdus fuscater / Por la autora.

Esta es la primera de tres entregas sobre buenas prácticas para la fotografía y observación de aves y que puedes encontrar también en nuestra edición impresa N°178 ¡Te invitamos a coleccionar nuestras ediciones y completar esta guía!

Caminando por el territorio y conversando con la gente, encontramos que el avistamiento de aves en municipios como Caramanta, Jericó, Támesis, Santa Bárbara, Venecia, Montebello, entre otros, es una actividad que está cogiendo mucha fuerza. Queremos responder a lo que pasa en la región: sus movimientos, cambios y necesidades; con herramientas para la toma de decisiones, en este caso, para contribuir también al respeto y la conservación de los animales que comparten las montañas con nosotros. 

Por María Teresa Matijasevic Arcila
Observadora de la naturaleza

Contenido tomado/adaptado de los manuales de buenas prácticas de aviturismo y códigos éticos para la observación de aves, publicados en Colombia, Ecuador, Guatemala, Chile, España, Islas Azores y Estados Unidos.

Observar y fotografiar aves parece una acción inofensiva, pero puede no serlo. Aquí, un resumen de las buenas prácticas que proponen los manuales y códigos (en español y disponibles en internet) nombrados al inicio; orientadas a disminuir el impacto que podemos generar con estas actividades. 

¿Observar aves puede tener consecuencias negativas para ellas?

De acuerdo con la Guía de buenas prácticas para la actividad de aviturismo en Colombia de 2017, «aun cuando el aviturismo se considera amigable con la biodiversidad y su conservación, la práctica de esta actividad al aire libre puede producir perturbaciones en los ecosistemas y en las especies que los conforman» ¿Cuáles son algunas de las consecuencias negativas que podemos generar si no tenemos buenas prácticas de observación?

  • Llevar a que las aves canalicen su energía en estados de alerta o fuga, con la consecuente reducción de oportunidades de descanso y búsqueda de alimento.
  • Generar estrés en las aves.
  • Llevar al abandono de un escondite que las protege de sus depredadores o de condiciones meteorológicas adversas.
  • Provocar la huida de los adultos de los nidos, con los consecuentes riesgos para huevos y crías.
  • Impedir áreas de descanso de especies migratorias.
  • Impactar los hábitats: reducción de la cubierta vegetal, aumento de basuras, etc.

Los riesgos pueden ser mayores para algunas aves, especialmente las que se encuentran amenazadas o las que están en período de reproducción. Las aves escasas, raras o emblemáticas de un determinado lugar (que puede coincidir con las más amenazadas) tienden a ser más atractivas para los observadores. Según la SEO/BirdLife de 2011, “centrar tanta atención sobre estas aves puede resultar muy peligroso ya que cuantos más observadores pretendan realizar la actividad sobre una zona o especie concreta, más probable es que se produzcan impactos por molestias repetitivas o actitudes incorrectas no frecuentes, pero que por el volumen de visitantes, se repitan más de la cuenta”.

Un estudio realizado por Jones y Nealson en 2005 muestra que a medida que aumenta el número de personas en un área natural, disminuye la presencia de especies y el número de individuos.

Buena práctica 1: Aprender sobre las aves (y desarrollar nuestra sensibilidad)

Las buenas prácticas en la observación y fotografía de aves dependen en buena medida de la que yo llamaría la “práctica reina”: nuestro conocimiento sobre ellas (y el desarrollo de nuestra sensibilidad). 

Aprender sobre su comportamiento y sus necesidades permite que seamos más prudentes a la hora de observarlas, entender mejor las situaciones que las afectan y saber identificar con mayor rapidez en qué momento están mostrando signos de perturbación ocasionados por nuestra presencia o nuestra forma de actuar. Nuestro conocimiento puede evitar impactos indeseables. Por esta razón el Código ético para la observación de aves de España recomienda:antes de un viaje para observar aves, documéntate sobre el comportamiento, biología y requerimientos de las especies a observar y el espacio que vas a visitar. 

El reto puede ser difícil considerando la diversidad de aves que existe, pero hay aspectos generales de su comportamiento que todos podemos aprender, a la vez que existen pautas de comportamiento que se derivan del sentido común y de nuestra sensibilidad frente al bienestar de los demás: a las aves, al igual que a los otros animales (incluidos nosotros), no les gusta sentirse amenazadas, acosadas, engañadas, asustadas ni interrumpidas en momentos importantes de sus vidas (alimentación, descanso, cuidado de sus crías…). Las posibilidades de aprendizaje son múltiples, empezando por la observación pausada de lo que sucede a nuestro alrededor (y adentro).

El acompañamiento de un guía experto y con un sentido ético en las actividades de observación de aves puede hacer más eficaz la observación y a la vez ayudar a evitar imprudencias.

Guacharaca colombiana – Ortalis columbiana / Por la autora

Buena práctica 2: Actuar con moderación (y reconocer las señales de perturbación)

Moderación significa regular el tiempo de observación y la distancia a la que la realizamos, mantener un comportamiento silencioso y tranquilo, y actuar cuando reconozcamos señales de perturbación (tomar distancia, guardar silencio, retirarnos…).

Las distintas especies de aves tienen diferente nivel de tolerancia a las molestias de los humanos y su tolerancia puede cambiar de acuerdo con ciertas circunstancias. En general, serán menos tolerantes si no están acostumbradas a la presencia humana, están en período de reproducción, hay condiciones climáticas adversas o están en migración. 

Hay distintas formas de saber si estamos molestando a un ave, pero la norma general es que altere su comportamiento habitual a causa de nuestra presencia o forma de actuar: “un ave que deja su lugar de reposo, que huye de nuestra posición, que deja de alimentarse o de cantar, que cambia el canto habitual por un reclamo de alarma, que abandona un nido, que muestra signos de excitación o que simplemente empieza a mirarnos con inquietud es un ave que se siente amenazada; nos indica que hemos sobrepasado su nivel de tolerancia y que debemos retirarnos” (SEO/BirdLife, 2018). Algunas pueden parecer indiferentes y, no obstante, estresarse.

Todos los manuales y códigos éticos consultados dan un mensaje claro, que el Código ético de la American Birding Association resume bien: “si surgiese algún conflicto de interés entre las aves y los observadores, el bienestar de las aves y su ambiente es prioritario”. Algunos hacen referencia explícita a la fotografía: “en la toma de fotografías, todo acercamiento debe hacerse sin perjuicio alguno de aves, nidos o áreas congregacionales” (ABO, 2017). “El guía no debe permitir la persecución insistente de aves u otros animales con el propósito de tomar su foto” (Aves y Conservación/BirdLife en Ecuador, 2011). “El bienestar de las especies y la conservación de su hábitat son siempre más importantes que la obtención de cualquier fotografía (SEO/BirdLife, 2011).

Buena práctica 3: Evitar el uso de cantos grabados (playback) para llamar a las aves 

Reproducir el canto de un ave para atraerla, verla y/o fotografiarla genera respuestas tanto en la especie a la que pertenece el canto como en otras especies. 

El sonido puede representar el canto de un pájaro intruso, una posible pareja, un depredador… y, por lo tanto, puede llevar a que se acerquen o a que huyan. Hay poca investigación sobre los efectos de esta práctica, pero los estudios realizados muestran: disminución del número de aves avistadas en un sitio; incremento en los niveles de algunas hormonas, lo que afecta el modo natural de su reproducción y su comportamiento social; mayor vulnerabilidad a la depredación; gasto de energía persiguiendo intrusos «fantasma»; y distracción de actividades importantes, como la búsqueda de alimento y el cuidado de los pichones.

Los manuales de buenas prácticas en el avistamiento de aves recomiendan no usar (o al menos limitar) el playback con propósitos turísticos, a la vez que insisten en evitarlo completamente para atraer especies en peligro de extinción, aves de interés para la conservación, aves raras en el área, aves en alguna de las fases de la época reproductiva o si se detecta la presencia de individuos jóvenes. Así mismo, lo desaconsejan en áreas altamente visitadas por observadores de aves. En muchas áreas protegidas está prohibida esta práctica.

Respecto a cómo usarlo, hay algunas recomendaciones en los manuales de Colombia y Ecuador, pero no hay acuerdo entre ellos: el de Colombia recomienda no más de 5 repeticiones en periodos reproductivos o de 10 en períodos no reproductivos, y máximo durante un minuto (ABO, 2017); mientras el manual de Ecuador aconseja no repetir el sonido más de 3 veces (Aves y Conservación/BirdLife en Ecuador, 2011). Lo mejor es no usarlo: “cuanta menor alteración se produzca en el comportamiento de las aves, mayor será la posibilidad de su conservación y de observación de ellas en su estado natural, así como será mayor su seguridad” (ABO, 2017).

Esta es la primera de tres entregas sobre buenas prácticas para la fotografía y observación de aves y que puedes encontrar también en nuestra edición impresa N°178 ¡Te invitamos a coleccionar nuestras ediciones y completar esta guía! Espera el mes que viene la siguiente parte de esta guía. 
Comentarios
Comparta esta noticia