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En Alianza con Extensión Académica de la Facultad de Psicología Universidad CES

¿Se ha preguntado si los niños y niñas que conoce son felices? ¿Qué los hace felices? Con estas preguntas llegamos a la Institución Educativa Llano Grande, sede Edelmira Álvarez, en la vereda El Zancudo de Fredonia. Uno de sus maestros aplica la pedagogía de la felicidad para mantener viva la motivación por el estudio.

Valentina Carmona

Este maestro ejemplar del Suroeste se llama Víctor Mario Vélez, y hace cinco años tuvo la idea de escuchar a sus estudiantes para emprender nuevas acciones en el aula de clase, entonces surgieron tres comités escolares: el Comité de la Cruz Roja, para aprender sobre primeros auxilios; el Comité Medioambiental, para estudiar las nubes; y el Comité de la Huerta Escolar, para sembrar. “Constantemente olvidamos esas características que tienen los niños de tener su propio mundo, de tener esas inteligencias guardas, las dejamos a un lado porque consideramos que lo más importante para un niño es que aprenda matemáticas, aprenda lenguaje. Pero hay otras cosas que el niño puede saber y le pueden interesar”, reflexiona el maestro.

Juan José Calderón

¿Qué es la felicidad?

El decano de Psicología de la Universidad CES, Diego Alveiro Restrepo, plantea que el concepto de felicidad ha adquirido mucha fuerza en dos perspectivas; una que nos hace creer que la felicidad es únicamente lo que nos genera placer y evita sufrimiento, esta es la tradición más hedonista de la felicidad: sensación de estar bien, de sentirse bien. La otra perspectiva define que la felicidad es alcanzar en la vida aquello que para nosotros es valioso, aunque implique sufrimiento.

Paulina Ospina Palacio

Tres condiciones para ser feliz

“Estar en la escuela implica renuncias, esfuerzos y posiblemente en algunos casos frustraciones y hasta sufrimiento. Pero no quiere decir que el niño no sea feliz en este espacio, siempre y cuando cumpla tres condiciones”, explica el decano de la Facultad de filosofía del CES:

Samanta Castañeda

La primera condición es que tenga un propósito en la escuela, no necesariamente debe ser aprobar las materias. Muchas veces al preguntar por la razón de ir a estudiar, la respuesta más sencilla es ‘porque me mandaron’, pero este no debería nombrarse como un propósito. En cambio, puede que lo que motive al estudiante sea practicar un deporte, pasar tiempo con sus amigos o hasta recibir un refrigerio. “Cuando el niño nos pueda dar cuenta de esos propósitos, estamos dando la cuota inicial para que pueda ser feliz en la escuela”.

La segunda condición para ser feliz es no basarse en los deseos de otros, especialmente de los padres. “Uno escucha mucho a los papás decir que ‘el niño no me está estudiando, es que me perdió el año, no me está comiendo’. Es como si el niño fuera un funcionario de los papás en la escuela. Él debe encontrar sus propias razones para estar ahí. Esto se refiere básicamente a promover autonomía y la autonomía es una condición fundamental de la felicidad”.

La tercera condición es la ética, es decir, que nuestra felicidad no debe pasar por encima del otro. “El aprendizaje más importante de la escuela no son las matemáticas o las ciencias naturales, es cómo aprender a vivir con otros. Cómo aprender a construir nuestros propios proyectos, pero respetando y valorando los de los demás. Reconocer al otro como una persona valiosa con derechos y libertades. Ser feliz en la escuela es aprender a ser felices juntos, porque la sociedad cada vez nos vende más la idea de que uno debe ser feliz solito, mire a ver qué puede hacer”.

Carlos Enrique Grisales

¿Y qué pasa si el niño o niña no encuentra motivación?

Es importante aprender a diferenciar si el niño o niña no tiene una motivación o no sabe nombrarla. Para esto, los padres deben tener conversaciones constantes con sus hijos para preguntarles qué es lo que disfrutan de estar en el colegio y buscar formas de potenciar dichos aspectos y así los “sacrificios” de ir a estudiar serán recompensados.

Asimismo, las instituciones educativas deben estar atentas a los diferentes propósitos de sus alumnos y ofrecer una propuesta académica que los motive. Bien sea que ofrezcan actividades lúdicas que estén relacionadas con los intereses de los estudiantes o experimentar maneras de enseñar matemáticas o ciencias utilizando el deporte, el arte u otras disciplinas.

“Si nosotros empezamos a identificar esos aspectos que le permiten al niño conectarse con el entorno escolar, podemos ayudarle a encontrar esos propósitos; los propósitos se construyen”, explica el decano. También hay que tener en cuenta que los intereses pueden ir cambiando con el tiempo.

Juan Esteban Montoya

El maestro Víctor Mario Vélez afirma:“Si tú conoces la realidad del niño, puedes convertir el entorno escolar en un entorno protector y en un entorno posibilitador que genere felicidad«.

Observar, escuchar y creer: un constante proceso útil en todos los momentos de la vida. Aun en nuestros trabajos, en nuestra vida adulta, debemos tener un propósito que da un sentido profundo a lo que somos y nos hace felices.

¿Cómo cultivar la felicidad?

  • Conversar constantemente con los niños y niñas sobre lo que los motiva a ir a la escuela.
  • Aprender a conversar con ellos. No le pregunte cómo estuvo su día; es mejor indagar sobre qué hizo, cómo lo hizo sentir, qué le gusto aprender.
  • No hay una razón pequeña, sea cual sea su respuesta, esta debe ser el foco tanto para padres como maestros.
  • Los maestros felices tienen estudiantes felices. Las instituciones educativas también deben trabajar en las motivaciones de sus profesores. 
Griselda Cardona

¿Qué hace felices a los niños y niñas de Fredonia?

“Estar en familia, porque cuando todos nos reunimos sentimos mucho amor y nos divertimos mucho, sobre todo cuando vemos películas y comemos crispetas”. Valentina Carmona, 10 años.

“Estaba con mi papá pescando y me saqué dos pescados. Y eso me hace feliz porque ya teníamos la comida”. Juan Esteban Montoya, 10 años.

“Estar con mis amigos porque podemos jugar”. Carlos Enrique Grisales, 13 años.

“Es muy divertido cuando mi mamá se pone a jugar conmigo”. Luciana Bedoya, 10 años.

“Cuando el profesor nos pone a jugar con los aviones”. Alejandro García, 8 años.

“Mi felicidad es cantar”. Samanta Castañeda, 9 años.

“Una pijamada que hice con cinco amigos y dormimos en una carpa. También hicimos fritanga”. Griselda Cardona, 10 años.

“A mí me coloca feliz hacer clase de educación física y jugar con los compañeros”. Juan José Calderón, 10 años.

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