Por Andrés Chica Londoño @andreschicalondono
Hay personas que llegan a la vida de una comunidad sin hacer escándalo, pero dejando huellas profundas. En Itagüí, uno de esos seres es Fabio Ochoa: líder social, cuentero, poeta, deportista y, ante todo, un amigo grande, de esos que uno siente cerca incluso cuando no lo ve.
Fabio tiene algo que no se aprende en ningún curso: la capacidad de conectar con la gente desde la sinceridad. Él no habla para impresionar; habla para acompañar. Escucha con paciencia, recuerda detalles, se preocupa por los demás y se aparece cuando lo necesitan. Y eso, en estos tiempos, es un regalo enorme.
La creatividad de Fabio es tan natural como su manera de abrazar a la gente con sus palabras. De allí nació Cositagüí, un personaje inspirado en Cosiaca, pero criado con la esencia de este municipio.
Cositagüí no es solo un invento artístico: es una forma de ver a Itagüí con humor, con ternura y con un toque de picardía que hace pensar y reír al mismo tiempo.
Con Cositagüí, Fabio logró algo hermoso: convertir la cotidianidad en un cuento, los barrios en escenarios y las vivencias de la gente en historias que merecen ser contadas.
El que lo ha visto en acción sabe que Cositagüí no se limita a decir chistes; habla de lo que somos, de nuestras costumbres, de la manera en que vivimos y soñamos.
El amigo que siempre llega
Hablar de Fabio es hablar de alguien que nunca falta. Cuando hay una actividad cultural, un proceso comunitario, una causa que necesita acompañamiento, Fabio aparece. A veces llega con un poema, a veces con una sonrisa, a veces con un balón para animar a los niños o con un cuento listo para ser compartido.
Es de esos amigos que no necesitan avisar para hacerse presentes. No necesita reflectores ni grandes escenarios: sabe estar donde importa.
Y la gente lo siente así: un hombre que está porque quiere, porque es leal, porque entiende que la vida se construye en compañía.
Un líder que nace del cariño, no de la ambición
Fabio también es un referente para quienes lo han visto trabajar en lo social y lo público. Su forma de hacer liderazgo no es fría ni distante. Es cercana, humana, auténtica.
Su fortaleza no está en discursos largos, sino en la coherencia de su vida diaria: es el mismo Fabio cuando cuentea, cuando orienta un proceso o cuando se sienta a conversar con un vecino.
La gente confía en él no por lo que dice, sino por lo que demuestra: respeto, entrega, lealtad y un profundo amor por Itagüí.
Un hombre de palabra y corazón
Fabio cree en la palabra como otros creen en la fuerza: para él, la palabra abre caminos, cura heridas, siembra esperanza. Por eso cuenta, escribe, inventa, recita y comparte.
Sus historias no son solo entretenimiento; son refugio, compañía, memoria.
Su poesía no es pretenciosa: es sencilla, honesta, cercana, como él.
Y cuando se mezcla la sensibilidad del poeta con el compromiso del líder y la nobleza del amigo, nace ese Fabio que tantos quieren, respetan y buscan.
Un homenaje necesario
Este artículo no es solo un reconocimiento; es un agradecimiento.
A Fabio por su manera de querer a la gente.
Por su forma sencilla de estar presente.
Por la magia con la que convierte la vida en historias.
Por ser ejemplo de que los liderazgos más valiosos nacen del corazón, no del afán.
Fabio Ochoa no necesita presentaciones largas.
Quien lo conoce sabe que es un hombre bueno.
Un ser humano con luz propia.
Un amigo que honra la amistad.
Un cuentero que honra la palabra.
Un líder que honra a Itagüí.




