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Lamentablemente algo de razón podría tener Platón al decir que la democracia es el peor de los sistemas de gobierno, si entendemos con él que por la voluntad del pueblo cualquiera puede gobernar, incluso quien no sabe hacerlo o no se ha preparado para ello.

Cada tanto el pueblo sigue eligiendo a gobernantes y legisladores que no se han preparado bien, y que, además, apenas llegan a los cargos de poder poco les importa trabajar para satisfacer realmente las necesidades del pueblo que depositó en ellos su confianza. Optan por priorizar su interés personal y el de sus sospechosos amigos, en detrimento del interés general, es decir, de la garantía efectiva de salud, educación, agua potable, trabajo digno, oportunidades reales de emprender, etc. Llevan años “gobernándonos”, engañándonos con miedo, y con hambre, apostando a que nos quedaremos ignorantes por siempre.

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Afortunadamente ha pasado mucho tiempo desde Platón y otras concepciones de democracia han surgido. Y otras generaciones han nacido, y con ellas la posibilidad de hacer realidad otras ideas. Nos gusta la consideración de que la democracia es el sistema institucional que propugna por considerar que todos por el hecho de ser, merecemos igual respeto y dignidad.

Una concepción de democracia para la dignidad de todos los colombianos debe guiar institucional y culturalmente el desarrollo de nuestra sociedad, sobre la base de que el gobierno es para la garantía de los derechos de todos.

El reconocimiento generalizado de esta consigna, nos permite advertir socialmente lo que la democracia no es: la mera formalidad que se cumple con el teatro que algunos hacen de las elecciones, la formalidad del gobierno elegido por una mayoría emocional y poco razonable, que tan vulnerable nos hace en el ejercicio de nuestros derechos frente al poderoso de turno.

Nos sentimos convocados a aportar en este sentido. La transformación cultural tiene su germen en cada uno de nosotros; la dignidad de cada ser humano, su realización, depende en gran medida de los compromisos que como sociedad estamos dispuestos a adquirir.

Si durante el gobierno de turno la garantía efectiva de los derechos de todos retrocede, es porque no estamos siendo gobernados democráticamente. Si los derechos de todos solo son privilegio de unos cuantos, le seguiremos dando la razón a Platón. 

Las cosas como son, y nombrarlas es el primero de muchos compromisos que estamos llamados y dispuestos a asumir.

De nuevo, una y otra vez debemos tener presente: “el que paga para llegar, llega para robar”.


Edición 184

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