Editorial: por la defensa de la educación pública y la dignidad de los docentes

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Más de un mes llevan maestros y maestras de Colombia por fuera de las aulas, marchando por los pueblos y las principales avenidas de las ciudades para reclamar: el aumento salarial, el mejoramiento de la infraestructura educativa y sistema de salud, y la creación de un estatuto único que regule la carrera docente. Son proximadamente 8 millones los menores del país que están sin recibir clases.

(Puede ser de su interés https://periodicoelsuroeste.com/noticias/educacion/que-se-solidaricen-con-nuestra-causa)

Encuentre en nuestra fan page de Facebook las imágenes de las marchas en todos los municipios del Suroeste.

A propósito del tema, en abril de 2015 nuestro fundador Álbaro Valencia Cano, escribió:

Por la defensa de la educación pública y la dignidad de los docentes

Los  docentes que reclaman salarios justos y dignos requieren de la solidaridad de la comunidad para que el gobierno nacional tenga un acto de justicia social con quienes tienen en sus manos la cualificación de la fuerza productiva del país y llevan además, buena parte del peso de la formación de la ciudadanía. 

Nivelar los salarios y pagar las deudas que el Estado tiene con maestros y personal administrativo, ayudaría en buena parte a solucionar la injusticia generada por gobiernos que han privilegiado recursos del presupuesto nacional para la guerra y no para la educación. Es muy diciente que en un país los sueldos de militares sean más altos que los de los educadores, y que muchos justifiquen que se invierta más en dotación y armamento que en infraestructura educativa y que haya más personas al servicio del Estado en las armas que educando a niños y jóvenes.

No realizar traslados inconsultos y disminuir el hacinamiento en las aulas  disponiendo de suficientes plazas serían maneras de mejorar la calidad de la educación y dignificar la profesión. Disponer de infraestructura suficiente y adecuada y de dotación para los procesos de enseñanza y aprendizaje ayudaría enormemente a mejorar estándares que nos avergüenzan ante otros países de menores posibilidades de desarrollo económico, pero mejor calificados en la materia porque inviertan más en educación.

Los maestros no reclaman para ellos solamente. Han incluido la alimentación y el transporte escolar como parte de su pliego de peticiones porque todavía hay mucho por hacer en esos aspectos para  que niños y jóvenes accedan y permanezcan en el sistema escolar. El hambre y la desnutrición son enemigos enquistados en la pobreza generada muchas veces por falta de asignación suficiente de recursos económicos o por manejo corrupto de estos servicios.

En cuanto a los servicios de salud, el magisterio no es ningún consentido del sistema como muchos podrían creer. Hubo tiempos mejores aunque nunca los mejores. El reclamo que hacen los docentes entodo el país se justificaría aun si el único reclamo al gobierno nacional fuera el de la calidad de los servicios de salud.

Está enfermo el sistema educativo en Colombia, las acciones privatizadoras contribuyen a una sociedad excluyente, la educación pública es cada vez menos pública y el ejercicio de la profesión docente se desdibuja ante un Estado que no valora lo suficiente el único camino que tenemos para el desarrollo; una educación de posibilidades para todos que nos permita, como decía nuestro Nobel, una oportunidad sobre la tierra, que no sea la primera o la segunda, sino la que nos merecemos.

 

 

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