Siempre ha reverdecido la vida en el Suroeste. En las montañas, en las sinuosas llanuras, en las riberas de ríos y quebradas, pero sobre todo en nuestros hogares. Desde allí soñamos con el verde de las montañas con las que crecimos y las llevamos a donde vamos. Hoy somos más conscientes de que de las ideas y sueños que se gestan en nuestros hogares depende que el Suroeste siga reverdeciendo.
Un clic nos conecta con millones de datos sin salir de casa. La masificación del acceso a la “información” supone al mismo tiempo grandes ventajes y desafíos. Por ejemplo, estamos al tanto de que nuestros problemas son los problemas de miles de comunidades en otras latitudes, y sentimos particularmente los nefastos resultados de la emergencia climática, la contaminación de las fuentes hídricas, la corrupción, los inhumanos índices de desigualdad económica que condenan a millones a la falta de oportunidades, al hambre y a la desnutrición, etc.
Acceder a tantos datos día a día, de manera cotidiana e irreflexiva nos pone en riesgo. Nuestro imaginario reverdeciente puede verse reemplazado por un paisaje de desesperanza, de desinterés en la vida misma, en la vida propia. Estamos expuestos a conectarnos superficialmente con millones de datos para distraernos de la compleja y dificultosa realidad.
Pero el problema no es la masificación del acceso a la información o más bien a tantos e inútiles datos, sino la irreflexividad. Tener un celular en la mano también supone el acceso a millones de datos útiles e informativos, que nos pueden ayudar, que nos facilitan el acceso al conocimiento y herramientas para afrontar de una mejor manera las dificultades cotidianas. La ausencia de la reflexión en la vida cotidiana no es un tema más. Muchos de los problemas que hoy tenemos y de su enorme influencia en nuestra desesperanza tienen su origen allí.
Las resientes elecciones presidenciales fueron relevantes históricamente por al menos dos importantes hitos. El primero es que se alcanzó el porcentaje de participación electoral de 58,09 %, el más alto después de las elecciones del año 1998. El segundo es que por primera vez se eligió a un representante de una ideología progresista, no tradicional.
¿Qué tienen que ver estos dos hitos con la irreflexividad? Vale la pena decir al respecto que los especialistas y eruditos de la participación política y democrática dijeron continuamente que esta campaña presidencial estuvo marcada por la polarización, que la sociedad se dividió, advirtiendo un punto de crisis social. Pero tal lectura puede al menos refutarse si se tiene en cuenta que muchos más colombianos se sintieron realmente interesados por la elección presidencial. Este aumento en la participación electoral y el continuo debate de ideas y la permanente denuncia de datos falsos, aunque dista de ser el ideal, resulta en todo caso alentador, y refleja el interés y el aumento en la reflexividad de los electores.
Y es que el voto de opinión, aquel que denomina al elector que trató de informarse, al que buscó y comparó datos y propuestas de los candidatos, fue determinante en el resultado final de las elecciones. El comienzo de la segunda vuelta presidencial estuvo marcado por la voluntad de cambio en la agenda de temas propuestos por los partidos que tradicionalmente habían sido elegidos para gobernar. Las agendas programáticas de los candidatos estuvieron marcadas por temas como el cuidado del ambiente, el fortalecimiento de la inversión social en educación para todos y de calidad, la generación de oportunidades, la reforma pensional, la reforma agraria y la inseguridad alimentaria, y la posibilidad de que realmente la mayoría de ciudadanos tengan voz y se sientan realmente representados por sus candidatos y no por el candidato del tamal, el billetico o la promesa de la teja y el bulto de cemento.
Superadas las elecciones presidenciales los desafíos son aún más grandes. Desde nuestras casas podemos seguir accediendo a millones de datos y nos dimos cuenta de que tenemos una posibilidad mayor de participar activamente en la política, en hacer control desde la comparación de esos datos con lo que cotidianamente vivimos. Más posibilidades de participar en el debate público, de hacer parte del debate de las ideas sin caer de nuevo en la guerra o en la sistemática eliminación del que piensa diferente, como lo develó hace poco el informe de la Comisión de la Verdad. Verdad para no repetir las atrocidades de la guerra, de un conflicto armado de más de cincuenta años y millones de víctimas. Somos diferentes, pensamos diferente, pero tenemos los mismos problemas, los mismos desafíos y si actuamos coordinadamente, sin corrupción, los particulares efectos negativos en la vida de cada quien van a disminuir.
El bienestar social, ese que siempre queremos ver y sentir reverdecer en nuestras montañas del Suroeste antioqueño nos recarga con la esperanza de que en cada hogar se viva dignamente.
Foto #PostalesSuroeste – Jardín | Coles. Benditas coles. – Foto de Felipe Giraldo @giraldo_gallery_studio