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Por: Pablo Vallejo Mejía 
Economista y magíster en Relaciones Internacionales

Quiero ofrecer unas cuatro sugerencias que podrían ser implementadas por los alcaldes del Suroeste antioqueño para lograr una política agropecuaria coherente.

  1.  Cada municipio debe abastecerse de los insumos que más consume. Por ejemplo, maíz, yuca, plátano, papa; perejil, cilantro, cebollas, tomates, limones, naranjas; carnes de res, marrano y pollo; aguacates, café, cacao, guanábanas, tomates de árbol, lulo, maracuyá, guayabas, mangos, mandarinas, tangelos, chirimoyas, anones, cardamomo, y lo que les dé la gana, que sea comercializable. Estos son productos del consumo diario de todas las familias de la región.

  2. Las fuentes de empleo deben ser prioridad de la política pública. El cooperativismo agropecuario debe ser de primera consideración. En efecto, la Secretaría de Agricultura debe ser la más importante de todas las secretarías de cada administración.

    La capacitación en jardinería, fruticultura, ganadería, y aseo deben ser bases para ofrecer mejor calidad de vida a los finqueros y residentes del campo. Electricistas, plomeros, mecánicos, carpinteros, cocineras, aseadoras, y, sobre todo,  mayordomos toderos, y “berracos pa’todo” que es lo que necesita todo nuevo finquero.

    Rechacemos a los avivatos que se aprovechan de la ignorancia campesina y viceversa. Los convenios con el Servicio Nacional de Aprendizaje -SENA- son muy importantes y útiles para satisfacer esas necesidades. Cultivemos un campesino con principios, valores, normas y costumbres sanas, civilizadas, agradables respetuosas, y copiables.

  3. La seguridad del campo es primordial. Considero que los campesinos deben tener seguros de cosechas, e igualmente importante, precios de sustentación. Cada sembrador debería saber a qué precio va a vender sus frutos.

    Los Parques municipales deben ser exposiciones de la producción campesina. El Parque debe ser el modelo de mercado donde se juntan productores y consumidores, preferiblemente sin intermediarios.

    ¡Qué belleza! El precio de los productos se establece según la oferta y la demanda de cada fruta, verdura, lácteos y cárnicos. Si en un Kiosco bajan el precio y sube sus ventas… el vecino tendrá que hacer lo mismo o no vende.

  4. La salud y la educación municipales son mucho más importantes que todo lo anterior. Los alcaldes deben tener el mando de la educación sin el obstáculo del sindicalismo como el Fecode actual que adoctrina y no enseña, no forma, ni ayuda a resolver problemas de la comunidad.

    Los alcaldes deben tener la capacidad de vetar maestros e instructores doctrinarios. Igualmente, los alcaldes deben tener autoridad sobre los centros de salud y hospitales. Sin embargo,  se debe establecer un límite de autonomía cuando haya arbitrariedad.

    Es como encender una luz roja, que los exponga y puedan ser juzgados y encarcelado, si es necesario. Ni la educación ni la salud pública son negociables con partidos políticos. Ambos son derechos humanos inalienables, sin utilitaristas, ni oportunistas.

    El campesino debe tener acceso a la educación para alimentarse muy bien y poder disfrutar de muy buena salud.

Pablo Vallejo Mejía vive en la vereda El Líbano del municipio de Támesis desde 2008. Es economista y magíster en Relaciones Internacionales. Sus últimos años laborales los dedicó a la docencia universitaria en la Universidad EAFIT, como profesor asociado del Departamento de Negocios Internacionales.

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