Comparta esta noticia

Desde el 7 de mayo, el Suroeste antioqueño ha vivido uno de los episodios más críticos en su conectividad vial. Un derrumbe de grandes proporciones en el sector El Barroso, municipio de Salgar, desencadenó una emergencia que afectó más que la movilidad.

Ese día, en la madrugada, tras fuertes lluvias, un deslizamiento provocó el represamiento parcial del río San Juan y obligó al cierre total de la Troncal del Café, una vía nacional clave que conecta Antioquia con el Chocó. La situación activó de inmediato las alarmas del sistema de gestión del riesgo.

“Recibimos una alerta por un represamiento del río San Juan, ocasionado por un movimiento de masa en una de sus márgenes. Desde entonces, hemos enviado geólogos, personal de manejo de desastres y coordinado sobrevuelos con apoyo helicoportado”, explicó Daniel Galeano Tamayo, director de Manejo de Desastres del Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Antioquia -Dagran.

Aunque el caudal del río comenzó a fluir nuevamente horas después, el riesgo no desapareció. Sectores como La Chuchita y Peñalisa fueron declarados en alerta y se adelantaron evacuaciones preventivas. Según Galeano, se hizo seguimiento a 20 familias en La Chuchita y más de 250 en Peñalisa.

Ver video de la emergencia 

El 8 de mayo, la Secretaría de Infraestructura Física de Antioquia empezó a intervenir los puntos críticos. Enviaron frentes de maquinaria amarilla a reforzar los corredores rurales que estaban sirviendo como vías alternas. Desde el sector El Barroso, el secretario Luis Horacio Gallón explicó las acciones: “la velocidad y el caudal del río son considerables. Por eso se trabaja en ampliar el canal del cauce, y se instalarán bolsacretos para reforzar y proteger la calzada de la vía”.

Las labores de limpieza y estabilización se concentraron en un tramo de 380 metros, con maquinaria operando desde ambos extremos. El funcionario reiteró que estos trabajos hacían parte del Plan Vial Departamental, impulsado por el gobernador Andrés Julián Rendón.

El 9 de mayo, el Instituto Nacional de Vías -Invías emitió la Resolución 01558, mediante la cual decretó el cierre total del tramo afectado entre La Mansa (Chocó) y Peñalisa (Salgar), hasta que se garantizaran condiciones seguras para los usuarios.

La resolución detalló el tipo de daños registrados:

  • Pérdida de banca: la calzada perdió su base estructural, lo que comprometía su estabilidad.
  • Arrastre de material: grandes cantidades de lodo y rocas se habían desplazado, bloqueando la vía.
  • Pérdida de alcantarilla: su colapso aumentó el riesgo de nuevos deslizamientos.

Durante esta etapa, se habilitaron rutas alternas y se establecieron responsabilidades para el Consorcio Conexión Medellín – Quibdó, entre ellas garantizar señalización, controladores de tráfico, socialización de la emergencia y medidas de protección.

Con la vía cerrada, el flujo de pasajeros y mercancías se redujo drásticamente.

“Hoy estamos movilizando entre el 10 % y el 15 % del tráfico habitual. Normalmente movilizamos unas 3.700 personas al día entre municipios como Andes, Jardín, Betania, Hispania, Ciudad Bolívar, Salgar, Carmen de Atrato y el Chocó. Ahora apenas alcanzamos una fracción de eso”, explicó Juan Pablo Acosta, presidente de la Asociación de Transportadores de Pasajeros -Atpa y director ejecutivo de la Corporación Unión de Transportadores -Utrans. 

Aunque Invías propuso rutas alternas, muchas no son viables para transporte de pasajeros ni carga pesada. Las vías terciarias no soportaban el tráfico, y los recorridos se duplicaban o triplicaban en tiempo.

“Ayer (9 de mayo), un bus tardó 10 horas en llegar de Andes a Medellín. Hoy (10 de mayo) ya bajó a 3 horas de Andes a Jericó, porque se ha liberado un poco el flujo, pero la situación sigue siendo crítica”, indicó Acosta.

Los cálculos preliminares del gremio indicaron que diariamente se dejaban de hacer unos 183 despachos, lo que representaba pérdidas cercanas a los 180 o 200 millones de pesos por día.

El 10 de mayo, la Gobernación de Antioquia expidió la Resolución 2025060170263, que estableció medidas transitorias:

  • Sentidos únicos en tramos rurales, para mejorar el flujo.
  • Restricciones para vehículos de más de 10 toneladas.
  • Franja horaria de circulación entre 10:00 a. m. y 10:00 p. m.
  • Rutas obligatorias por El Barroso, Samaria y Ciudad Bolívar.

Estas disposiciones respondían a la saturación de las rutas alternas y buscaban evitar nuevos desastres.

El 17 de mayo se esperaba la reapertura parcial de la vía. Sin embargo, un nuevo represamiento del río San Juan obligó a mantener el cierre total. La vía alterna Salgar – San Gregorio también presentó daños, y empresas como Rápido Ochoa suspendieron sus rutas hacia Ciudad Bolívar y Jardín.

Ese día, el alcalde de Andes, Germán Alexander Vélez, fue enfático: “si no dejamos trabajar, esto cada día va a ser peor. Hay que canalizar el río y dejar que la empresa avance para poder habilitar el paso de forma segura”.

Para el 20 de mayo, se permitió el paso controlado de vehículos de emergencia y de carga menor a 3,5 toneladas cada tercer día, entre las 6:00 a. m. y las 10:00 a. m. 

El 23 de mayo, luego de una mesa de diálogo con alcaldes y transportadores, Invías modificó los horarios. A partir de ese momento, se autorizó paso diario de vehículos de carga pesada y de pasajeros, entre las 6:00 a. m. y las 8:30 a. m., con turnos alternos por sentido.

“Se establece un paso controlado diario entre las 6:00 a. m. y las 8:30 a. m., así como los domingos entre las 6:00 a. m. y el mediodía. Esta medida aplica exclusivamente para vehículos de carga pesada y de transporte de pasajeros”, comunicó Invías.

El 28 de mayo, Invías reportó que se habían removido aproximadamente 23.000 metros cúbicos de material. Con 40 operarios y más de 20 máquinas en terreno, las labores de despeje y estabilización ya mostraban resultados. Ese mismo día se recordó a los conductores respetar los horarios y conducir con precaución.

El anuncio del 29 de mayo

Finalmente, llegó el anuncio más esperado. Mauricio Hoyos Sierra, director territorial de Invías en Antioquia, confirmó nuevas disposiciones que marcarían un antes y un después en la emergencia:

“Hemos movido alrededor de unos 23 mil metros cúbicos de roca y material, esto con el propósito de atender esta emergencia lo más pronto posible. Además, tenemos una noticia para darle a la comunidad, y es que hemos decidido permitir paso para todo tipo de vehículos. Queremos mejorar la economía de miles de personas y fomentar el turismo en el Suroeste”. 

El nuevo horario de paso controlado:

🔹 Lunes a sábado:

  • 6:00 a. m. a 7:15 a. m. → Quibdó–Medellín
  • 7:15 a. m. a 8:30 a. m. → Medellín–Quibdó

🔹 Domingos: 6:00 a. m. a 12:00 m.

🔹 Lunes festivos de junio: paso total de 6:00 a. m. a 6:00 p. m., sujeto a condiciones climáticas y comportamiento vial.

Con estas medidas, el Suroeste antioqueño empezamos a recuperar poco a poco la conectividad. Aunque persisten restricciones y riesgos geológicos, la reapertura progresiva representa un alivio para cientos de familias, transportadores y comerciantes que durante semanas han soportado el impacto del aislamiento.

Un recorrido por la ruta alterna tras el cierre de la Troncal del Café

El viernes 23 de mayo emprendimos un viaje desde Medellín hasta Andes, por la ruta alterna que se volvió rutina forzada para muchos: Medellín – Jericó – Las Playas – Buenos Aires – Andes. Queríamos vivir en carne propia lo que implica ese cierre: las incomodidades, los sobrecostos, el cansancio… pero también escuchar a quienes lo padecían. 

Aquí una síntesis de lo que vimos, lo que escuchamos y lo que sentimos. 

El viernes 23 de mayo salimos de Medellín a las 8:00 a. m. desde la Terminal del Sur. En condiciones normales, habríamos llegado a Andes en poco más de tres horas por la Troncal del Café, pagando un pasaje de 37 mil pesos. Pero desde el miércoles 7 de mayo, como sabemos, los deslizamientos de tierra en el sector La Chuchita, entre El Barroso y Salgar, a causa de las fuertes lluvias y del desbordamiento del río San Juan, provocaron el cierre de la vía. 

Emprendimos este viaje para registrar lo que implica el cierre.

La ruta alterna fue Medellín – Jericó – Las Playas – Buenos Aires – Andes, y nos tomó seis horas y media. A las 10:46 a. m. llegamos a Jericó, después de casi tres horas en bus. Allí nos subimos a la chiva.

El pasaje terminó costando casi el doble: 70 mil pesos. Es el reflejo de lo que implica el cierre: más tiempo, más gasto, más cansancio.

A las 11:34 a. m. pasamos por la vereda Las Playas. La vía es estrecha, con zonas en mal estado, bordeada por cafetales, potreros, áreas deforestadas. “Bendito Dios, las montañas están peladas”, dijo una señora mientras señalaba lo  que antes fue bosque.

A las 12:10 p. m. llegamos al corregimiento de Buenos Aires. Se avecinaba la lluvia. Entre la incomodidad surgía la conversación, las quejas compartidas y también los silencios que siempre dicen mucho.

Finalmente, a las 2:30 p. m. llegamos a Andes. Lo que normalmente sería un recorrido directo y rápido se convirtió en una travesía larga, costosa y reveladora. Viajamos para contar esta historia desde adentro: que no se compara con lo que han vivido cientos de habitantes de estas tierras, ajustando su rutina, su bolsillo y su paciencia.

 

Comentarios
Comparta esta noticia