Un escenario para la resistencia, la creación y la memoria
En el marco del Día Internacional del Teatro, el colectivo artístico De Ninguna Parte Taller realizó la segunda edición del Festival Sin Espacio, una iniciativa que surgió en 2024 como respuesta a las dificultades que los artistas han identificado para hacer arte escénico en el municipio de Amagá, especialmente en lo que respecta a infraestructura y acompañamiento institucional.
“El año pasado se nos ocurrió crear el festival porque vimos que había muchas personas haciendo teatro. No era sólo el Taller Teatral Amagá; surgieron nuevos colectivos y jóvenes que, de manera independiente, estaban explorando este lenguaje. Pensamos que sería maravilloso juntarlos en un mismo lugar para celebrar lo que tanto amamos hacer”, compartió el colectivo organizador.
El nombre Festival Sin Espacio nace de una realidad que los colectivos conocen de cerca: la necesidad de adaptarse a escenarios no convencionales. Según manifiestan, los grupos artísticos locales han debido enfrentar limitaciones para acceder a espacios con condiciones técnicas adecuadas, como los que ofrece un teatro formal.
“Vivimos en un pueblo que sólo busca las artes cuando hay una conmemoración o una fecha importante. Sin embargo, resistimos: seguimos creando, bailando, trovando, haciendo teatro”, afirman desde el colectivo.
La primera edición del festival se realizó en el teatro al aire libre de Ciudad Don Bosco. “Nunca había sido usado para teatro, y la acogida fue enorme: llegaron más de 400 personas; no había dónde sentarse, todos querían ver teatro”.
Este año, decidieron extender el evento a tres días, para ofrecer más oportunidades de asistencia. Ante la falta de escenarios, adaptaron las instalaciones del Hogar Juvenil Campesino y Minero. “Sabemos que puede ser insuficiente, pero eso también hace parte del reclamo: la gente quiere teatro, el pueblo pide teatro, pero no puede verlo porque no hay un lugar digno”.
Manifiesto: el arte como derecho y como acto de resistencia
Durante la apertura de cada una de las tres noches del festival, el colectivo compartió con el público un manifiesto escénico, escrito desde la experiencia de los creadores locales. En él expresaron su sentir frente a los desafíos que enfrentan para ejercer el arte en su territorio, y al mismo tiempo reafirmaron su compromiso con la creación como herramienta de transformación social.
En sus palabras, el teatro no sólo representa una forma de expresión, sino también un derecho humano que debe garantizarse más allá de coyunturas políticas o voluntades individuales. A continuación, compartimos un fragmento de ese manifiesto:
“Nos manifestamos para decir que, a pesar de que nos presionen para cambiar el contenido de nuestras obras, nos nieguen el diálogo, impidan a otros artistas actuar con nosotros y no hagan los aportes mínimos que pedimos, seguimos en pie.
Estamos vestidos para ofrecerle a nuestro público —que es el pueblo y nuestra razón de ser— las revelaciones del inconsciente y de la conciencia colectiva.
Han sido días, meses y largas jornadas de creación y ensayos para recordar que el arte es un derecho humano que no debería estar a merced de la voluntad política de quienes no han sido tocados por la sensibilidad de la poesía”.
Con este manifiesto, los artistas escénicos de Amagá invitan a repensar el papel del arte en la sociedad: uno que no se limite a fechas conmemorativas, sino que permanezca activo, incómodo y vital, especialmente en contextos donde aún se lucha por condiciones dignas para la cultura.
Una programación diversa
El festival fue posible gracias al trabajo conjunto del Taller Teatral y el colectivo La Quinta, grupos hermanos con miembros en común. Es un evento autogestionado, sin ayuda institucional, pero con el respaldo del pueblo y el apoyo solidario de comerciantes locales.
Se presentaron ocho obras, entre ellas “El Pueblo Huele Mal” y “Comedia Insurrecta”, del Taller Teatral; esta última, una creación en proceso que emociona por su fuerza simbólica. También se presentó “La Hojaldrera”, una coproducción con el grupo de trovadoras Despertar Minero, que narra la historia de las mujeres que elaboraban y vendían hojaldras en la antigua estación del Ferrocarril de Camilo C.
Participó además la Asociación Hernando González, con su tradicional obra “Los Tribunales”, una representación con más de 100 años de historia, convertida hoy en patrimonio local. Hubo también montajes que integraron canto, danza, máscaras y narrativas teatrales diversas.
Sin espacio, pero con sentido
El Festival Sin Espacio es, sobre todo, una declaración: mientras no haya lugar físico para el arte, los artistas crearán el suyo. Harán del aula una sala, de la calle un escenario, del público una razón de ser. Como dijo el maestro Julián Urrego, uno de sus impulsores: “si quieren donar más, lo pueden hacer. Les tenemos un regalo: las boletas también eran postales, recuerdos que cada año seguiremos sacando”.
En Amagá, el teatro resiste, transforma y sueña. Aunque aún no tenga un espacio, ya tiene un lugar en la conciencia colectiva de su pueblo.
En Amagá, el teatro resiste, transforma y sueña.