Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio) Ciudad Bolívar
- Titulo: FORJADORES DE COLOMBIA CONTEMPORÁNEA
- Autores: Carlos Perozzo Renán Flórez Eugenio de Bustos Tovar
- Naturaleza: Biografía
- Editorial: Planeta
- Planea Colombiana Editorial, S.A. 1986
Los 81 personajes que más han influido en la formación de nuestro país
Comentario:
Para entender adecuadamente la Colombia de hoy, nada mejor que un libro como el de Forjadores de Colombia contemporánea — que abarca el período de nuestra historia que va desde Gonzalo Jiménez de Quesada (1506 – 1579) hasta la de los personajes más destacados de la primera y parte muy avanzada de la segunda mitad del siglo XX –, porque a través de estos hombres y mujeres, cuya vida va desfilando ante los ojos del lector, se puede comprender en gran medida por qué somos lo que somos. Seres humanos “… que han contribuido decisivamente a la conformación de Colombia, tal como es hoy”, según las palabras de sus autores en la parte introductoria de esta obra.
Pero tal vez lo más interesante de la lectura de las biografías de estos 81 protagonistas está en que cada uno de ellos es una especie de pequeña ventana que nos permite ir más allá del individuo (generalmente hombre, aunque hay también unas pocas mujeres) elegido por los autores, para vislumbrar, así sea de una manera muy somera, además de su entorno inmediato, el entorno general dentro del cual se desarrolló su vida. Vistas las cosas de esta forma, las lecturas de estas biografías son, cada una de ellas, un punto de partida para tener una visión más profunda de nuestra pasada realidad, si el lector no se conforma con la sola y escueta síntesis que el libro hace de la vida de cada uno de estos “forjadores”, y se toma el trabajo de profundizar en el mundo político, social y económico por el que atravesaba el país en cada uno de esos momentos. Y es que, lo que más enriquece de la lectura de un libro como éste, es la posibilidad que ofrece de recabar sobre lo que no dice, o sobre lo que deja entre líneas, o sobre lo que queda solamente sugerido.
¿Qué dicen relatos como el de Gonzalo Jiménez de Quesada, el de Simón Bolívar, el de Tomás Cirpriano de Mosquera, el de Rafael Núñez, el de Laureano Gómez y el de Jorge Eliécer Gaitán, para señalar solamente algunos de los nombres más emblemáticos y reconocidos de nuestro pasado? Realmente muy poco, si nos atenemos solamente a lo que está escrito en el libro. Porque, después de su lectura, queda en el aire un variado universo de preguntas, cuyas respuestas solamente serán posibles si se investiga más a fondo sobre las circunstancias, motivaciones y contexto histórico dentro de los cuales transcurrió su respectiva existencia.
En lo que a Quesada hace referencia, por ejemplo, el relato de lo que este “conquistador” y sus hombres hicieron gira en gran medida en torno a su sed insaciable de riquezas (oro y esmeraldas), incluidos los nombres de otros dos conquistadores que se le unieron posteriormente, Sebastián de Belarcázar (la búsqueda del El Dorado) y Nicolás de Federmán. El trato que estos europeos dieron a los habitantes originales de las tierras del “Nuevo Mundo” fue el de amos de una raza superior, dueños por el derecho de las armas y la creencia de ser una raza superior, de sus vidas y de sus bienes, de los cuales podían disponer recurriendo para ello incluso a la muerte de los despojados. Nació, de esta forma, el primero de los grandes problemas estructurales que aún permanece sin ser resuelto en Colombia, a los que posteriormente se añadió el de los esclavos y sus descendientes traídos de África: la inequidad y la desigualdad social.
Por otro lado, Simón Bolívar, Tomás Cipriano de Mosquera y Rafael Núñez son la muestra de un legado igualmente trágico: el de la incapacidad de los colombianos para encontrar un camino en torno al cual el país hubiera podido canalizar toda su energía para crear una sociedad sólida, con una conciencia nacional claramente definida. En las biografías de estos personajes se puede ver cómo durante el siglo XIX la clase dirigente se la pasó dando tumbos entre el centralismo y el federalismo, entre ser una sociedad católica clerical o una sociedad laica; entre ser conservadores o ser liberales. Las confrontaciones surgidas de estas dos visiones se solucionaban con un mecanismo muy sencillo: la guerra civil. Durante este siglo el país tuvo más de 20 guerras civiles, entre nacionales y regionales. De hecho, entramos al siglo XX estando en la guerra civil más grande que se había tenido hasta el momento: la Guerra de los Mil Días. Ese es el origen de otro de nuestros grandes problemas estructurales cuya solución seguimos sin poder encontrar: la violencia.
Y para cerrar este gran ciclo de la historia, nada más significativo que los nombres de Laureano Gómez y Jorge Eliécer Gaitán. Estamos ya a finales de la primera mitad del siglo XX y Colombia (¿Cómo podría ser de otra forma?) se encuentra de nuevo sumida en la tragedia de una violencia estúpida, alimentada por radicalismos partidistas prácticamente insuperables, radicalismos cuyas figuras más emblemáticas son estos dos personajes. El resto la historia en la segunda mitad del siglo XX y primeras décadas del XXI ya lo conocemos, lo estamos viviendo.
Me gustaría, sin embargo, cerrar el comentario a este libro con una visión positiva de nuestra historia, sobre la cual el libro aporta valiosa información. En primer lugar, es de resaltar el hecho de que, en medio de tantas tragedias y dificultades, Colombia ha producido personajes que hicieron aportes muy importantes en el campo de la ciencia y la cultura. Dos de esos personajes son José Celestino Mutis, quien, aunque no nació en Colombia, sí fue aquí donde desarrolló la parte más importante de su trabajo científico y Francisco José de Caldas. Ambos se destacaron en el área de la investigación científica. De manera incomprensible, a los autores se les olvidó incluir el nombre de Julio Garavito Armero (Bogotá 1865 – Bogotá 1920), cuyo trabajo científico tuvo reconocimiento internacional importante, hasta el punto de que uno de los cráteres de la parte no visible de la Luna fue bautizado con su nombre en el año de 1970. Un olvido inexplicable. De igual forma, Colombia ha tenido figuras de mucha importancia en las disciplinas de la escritura, el pensamiento, la pintura, la escultura, muchas de las cuales quedaron aquí registradas. Uno de los más reconocidos es Gabriel García Márquez, quien se hizo acreedor al Premio Nobel de Literatura con su obra Cien años de Soledad. Igual cosa habría que decir en los ámbitos de la música y el deporte. Gracias a personajes como éstos — no políticos ni militares –, Colombia ha demostrado que no tenemos por qué resignarnos a ser solamente un país en el que nos dedicamos a matarnos. Que tenemos el potencial para seguir produciendo forjadores, esta vez para la Colombia futura.
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