Qué nuevos horizontes me mostró este libro
Parte 1
Título: Historia del cristianismo Autor: Paul Johnson Naturaleza: Investigación histórica Editorial: Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U. Traducción al español de Aníbal Leal y Fernando Mateo
No recuerdo cuántos años tendría yo en aquel tiempo, cuando pasaba largos momentos dedicado a esculcar en las pocas cosas dejadas por mi padre, las que reposaban en algún rincón de la casa. Dos de ese tipo de objetos llamaron siempre mi atención. En primer lugar, sus notas escritas en un viejo cuaderno, en las que, entre otras cosas, estaban registradas de su puño y letra las fechas de nacimiento y bautismo de cada uno de nosotros, sus hijos, con excepción de las de Julieta, la menor de la familia, ya que el nacimiento de esta nuestra hermana menor había ocurrido unos meses después de su fallecimiento. Recuerdo la infinita admiración con la que yo, una y otra vez, leía aquellos apuntes. Con relación a mí, decía: “Nació Rubén Darío el día 27 de agosto …” Me impresionaba comprobar con qué cuidado registraba papá Pedro esos datos; un detalle de esas notas tampoco se me ha olvidado: la belleza de su caligrafía.
El otro grupo de objetos dejados por mi padre estaba compuesto por algunos libros. Con ansiedad y curiosidad leía yo aquellos escritos; en esos años, poseer obras de literatura y otros temas de lectura en una casa como la nuestra era un lujo increíble. Papá Pedro, según lo decía mamá Julia, fue un lector asiduo, pero hoy me pregunto cómo se las arregló para conseguir aquellos libros. ¿De dónde o cómo los obtuvo? Tengo aún en mi memoria algunos de sus títulos: Los viajes de Gulliver (¿Sería cierta la existencia de aquellos hombrecillos y su isla Liliput?), de Jonathan Swift; El médico de las locas, de un autor francés cuyo nombre no recuerdo, pero que me llevó a vivir –con una intensidad hasta ese momento desconocida– lo que fue la Época del terror en los años de la Revolución Francesa en el siglo XVIII; Los doce pares de Francia, (no recuerdo tampoco el nombre de su autor), libro que me acercó a lo que, ya siendo adulto, comprendí que correspondía a las leyendas de los caballeros andantes, tan características de la Edad Media europea; y, finalmente, varios números de la revista Reader’s Disgest (Selecciones), en varios de cuyos artículos tuve noticia por primera vez –sin entender exactamente las implicaciones políticas y sociales de esos fenómenos– sobre lo que fue el drama de la Segunda Guerra Mundial y el subsiguiente enfrentamiento ideológico entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, llamado, como también lo vine a saber más tarde, La Guerra Fría. Esos temas y muchos otros títulos de los artículos de esta revista me transportaron siempre a mundos inimaginables que alimentaban y encendían mi imaginación.
Uno de esos libros, sin embargo, me llenó de una curiosidad especial; se llamaba La vida de Jesús. Ya me disponía a leerlo, cuando mi madre me advirtió que no lo podía hacer porque esa obra estaba prohibida por la Iglesia Católica. Increíblemente y pese al interés que sentía, no fui capaz de desobedecer a mamá, de tal forma que la posibilidad de conocer su contenido quedó como un deseo no cumplido, porque con el paso del tiempo todos aquellos libros y demás objetos dejadas por mi padre fueron relegados al olvido para terminar, para gran tristeza de mi parte, desapareciendo entre los trebejos desechados de la casa… hasta que en estos últimos días, al emprender la lectura de La historia del cristianismo, de Paul Johnson, decidí indagar sobre aquella olvidada obra, para descubrir que esa biografía fue escrita por un investigador francés llamado Ernest Renan, a mediados del siglo XIX; tuve, entonces, la respuesta a esa antigua curiosidad. En la citada obra, el autor sostiene que Jesucristo, pese a haber sido un personaje extraordinario en muchos aspectos, no era Dios; esa fue la razón por la cual la Iglesia prohibió su lectura a los católicos. De haberlo hecho, ¿qué efecto habría tenido en mi mente infantil la lectura de aquella lectura? Una pregunta que, como muchas otras en mis recuerdos, quedó para siempre sin respuesta.
Todo este preámbulo tiene como finalidad abrir la puerta a los comentarios que me propongo compartir a través de varias entregas con quienes deseen leerlos, sobre este libro (La historia del cristianismo), una obra que, como pocas, me ha aportado elementos inmensamente valiosos para tener una mejor comprensión de este fenómeno histórico tan trascendental para la humanidad: el cristianismo. 1) Porque es una obra desprovista de un enfoque religioso propiamente dicho y, más bien, es algo así como el resultado de la experiencia de un observador conspicuo y objetivo, que describe la evolución de unos acontecimientos históricos sin tomar partido por una u otra postura ideológica, con un gran esfuerzo por aportar la debida contextualización de los hechos para que el lector, finalmente, tenga los elementos suficientes que le permitan sacar sus propias conclusiones. 2) Porque es una síntesis muy completa de la forma como evolucionó el cristianismo en el mundo, desde el momento de su nacimiento hasta finales del siglo XX (la obra concluye con el Concilio Vaticano II), mostrando a lo largo de toda esta etapa de nuestra historia, aunque sin profundizar ampliamente en cada una de ellos, las dinámicas y procesos transformadores que llevaron al cristianismo a ser la religión tal como la vemos en la actualidad.
De esta forma, la lectura de este interesantísimo libro podrá convertir, para mí y para quien desee leerlo, en una experiencia también transformadora.
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Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio) - Ciudad Bolívar