In memoriam

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¡Yo te conocí!

¡Muchos te conocieron y te amaron!

Te llamabas a ti mismo “Álbaro”. Siempre quise entender la presencia de esa “B” en tu nombre, y alguna vez, me negué a escribirla.

Quizás esa “B” hacía las veces de signo, de señal para indicarnos que ese hombre fuerte, silencioso, escrutador, inteligente, creativo, era impredecible como esa “B” en su nombre.

¡Yo te conocí!

Una soleada tarde de hace casi tres años, recibí una invitación: Un excelente periodista llamado Álbaro Valencia me abría las páginas de su Periódico EL SUROESTE para que yo me conectara con las gentes de esa hermosa y querida comarca del Suroeste de Antioquia.

¿Cómo decirte que no?

¡Si eras tan cordial, tan señor, tan fraterno!

¿Cómo eludir tan bello encuentro con las gentes de la región de mis antepasados?

¿Cómo darle la espalda a esa página en blanco en tu periódico, que tu generosidad ponía a mi alcance para expresar mis inquietudes lingüísticas y literarias?

Otra tarde, tus inquietudes periodísticas, me llevaron hasta tu hermosa tierra, Amagá, para que conociera tu semilleroperiodístico, tus hermosos e inquietos muchachos de los pueblos vecinos, acosados por ese ideal de ser periodistas que sembraste en sus corazones y que cuidabas con tanto esmero.

Esa memorable tarde, quisiste que les hablara a tus muchachos…

¿De qué?

De todo, me dijiste; y yo, contagiada de tu idealismo, abrí mi corazón y mi experiencia, y dejé salir mi amor y mi respeto por la palabra hablada y escrita, por la tan bella profesión del periodismo, por sus exclusivas exigencias y sus retos, sus satisfacciones y peligros.

Hoy, Álbaro, vuelvo a ver las fotos de esa tarde maravillosa, y me conmueven tu cauta sonrisa, tu atenta mirada, tus gentiles ademanes, tu serena palabra.

¡Yo te conocí!

Y el privilegio de conocer y compartir con el fundador y experto director de un periódico, EL SUROESTE, tan leído y apreciado por sus importantes temas, su moderna diagramación, su apertura a los veintitrés municipios del Suroeste antioqueño, ese privilegio, digo, me acompañarán siempre…

Álbaro, tus parientes por la sangre y en el espíritu, tus compañeros en el esfuerzo de hacer el mejor periodismo, ¡están desolados!

Tu inesperada partida los ha conmovido y desorientado. Pero, ellos, fuertes y firmes, se han prometido rendirte el homenaje de continuar tu obra.

¡Quédate con ellos, Álbaro, consuélalos e ilumínalos!

¡Sigue siendo su director!

Medellín, 12 de febrero de 2016

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