Los sueños y el empeño de este prohombre del periodismo comunitario no han muerto. Es un honor para nosotros, sus hijos y su compañera, el resto de sus familiares y amigos, su equipo de trabajo y sus pupilos del Colectivo, que nos haya entregado su legado, nos haya hecho parte de él, mientras anduvo por esta tierra, soñando y creando, proyectando y cosechando, luchando y amando. Y es un privilegio continuarlo, dar testimonio de sus enseñanzas, de la sencillez en la forma, rasgo de transparencia, luz para el entendimiento de todos, y de la calidad del mensaje, ecuánime correspondencia entre lo que se dice y se hace.
Tratar, intentar, es poca promesa. Será mejor que, en este espacio que él creo para encontrarnos todos, la promesa encuentre la pluma muy cerca del papel y al lector en pronta acción, que lo que nos convoca aquí siga su curso un día desatado, y por muchos más días impulsado por su ingenio, creatividad, por su entrega a la comunidad, su visión de región, su generosa condición humana. Aquí vive en el impulso que nos comunica, en lo escrito.
Hoy, apoyados en su valiosa y revitalizadora recordación, continuamos su testimonio con la ayuda de todos. El compromiso social, la mesura en el juicio, las ganas de aportar con su criterio, su punto de reflexión crítica, ver el vaso medio lleno, “está bien pero se puede hacer mejor”, prédica constante en nuestra familia y el servicio a la comunidad.
Reconocemos que su alta calidad humana, proyectada en todo lo que hizo, no es de su exclusiva personalidad. No es cuestión de ego, demás no está decirlo, poco le importó ensalzarse en sus virtudes. Lo que sí le importó, y tampoco está por demás decirlo, fue compartir. Le apostó a ser así, pero no movido por el azar, sino por sus convicciones, por su temprana vocación de poeta, escritor, hombre tierno y sensible a su contexto, desde muy pronto se vio identificado con las carencias y necesidades de los otros. Y encontró en la comunicación escrita y radial, en el periodismo, la independenciapara trabajar por la igualdad de oportunidades, para construir democracia, sin arropar banderas de colores en épocas electorales.
Un día, un hombre, nuestro padre, Álbaro de J. Valencia Cano, tuvo una idea, realizar sus sueños y lo consiguió y lo compartió. Y lo hizo contal fuerza y convicción que trascendió la muerte y seguirá existiendo. El Periódico EL SUROESTE, así nos enseñó; es un medio para vernos en él, para escucharnos todos desde el maravilloso ejercicio de la lectura del acontecer regional; es un medio para la democracia, todos somos partícipes, todas las opiniones cuentan para construir desde la reflexión.