Editorial
Entre las conversaciones virtuales que hemos promovido desde este medio en tiempos de Covid-19, tuvimos la oportunidad de conversar sobre educación en la ruralidad y democracia con los docentes Elkin Alonso Ospina, Gloria Beatriz Vergara y Sergio Andrés Castaño. ¿Es justo exigirle a la educación las transformaciones que la sociedad requiere?
La educación no hace todo, pero hace. La educación es la herramienta más poderosa para cambiar el mundo, decía Nelson Mandela. La educación debe permitirnos alcanzar ciertas libertades individuales, que finalmente nos conducen a una vida social, por eso es un derecho fundamental. Sin embargo, varía y se limita en función de la geografía,
composición social, estrato socioeconómico; en palabras sencillas, no es de igual acceso para todos.
Formar en democracia debe ser uno de los pilares de la educación. -Se educa con el ejemplo- nos han repetido nuestros padres y abuelos. Pero, ¿qué hacemos cuando el ejemplo ha sido por tanto tiempo de intolerancia, egoísmo, y corrupción?
Los colores de la historia en nuestro país, en nuestro departamento y región han sido grises, entre todos es posible cambiar la paleta por nuevos colores de esperanza. Es necesario enseñar a pensar, a comunicar y a convivir. Empezar a respetar posturas distintas a las propias; educarnos en democracia para que cada niño, niña, joven y adulto encuentre su rol como sujeto de derecho; y asegurarnos de que nuestras libertades no limiten las libertades de alguien más.
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Si se trata de educar con el ejemplo, la mejor manera de lograrlo es comprendiendo que el maestro no forma con lo que sabe, sino con lo que es. Este año sí que nos ha exigido ser maestros en casa. Aprendamos a percibir el cambio como una ventaja en el tiempo.
No hay una única forma de ser. El maestro debe ser flexible, cultivar el espíritu crítico, brindar autonomía e impulsar el crecimiento personal.
El acceso a la educación nos pertenece a todos. Las sociedades poco democráticas se sustentan mucho en la centralidad y la centralidad es la ciudad; no podemos dejar a un lado nuestras raíces que vienen del campo. La ruralidad debe ser tenida en cuenta para el desarrollo completo de una sociedad. La educación es diferencia, y en el campo convergen elementos de formación quizás más importantes que los que encontramos en un libro.
La educación no hace todo, pero hace. Transforma vidas, crea lazos, nos hace partícipes, nos hace mejores actores sociales, nos hace una mejor región.
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