Leer para conocernos y educarnos
Por Lucila González de Chaves Maestra, periodista y escritora “Aprendiz de Brujo” lugore55@gmail.com
Indudablemente, la lectura es el mayor bien del hombre, y encausarla, reflexionarla y asimilarla es una imponderable manera de educarnos y conocernos. Expongo la importancia de dos valiosos libros:
Las crisis de la edad adulta (Gail Sheehy)
La sugestiva recomendación que encontramos al abrir el libro es: “Si usted cree que la adolescencia fue la última crisis de su vida, no está preparado para lo que le espera”.
La autora estudia en detalle las crisis posteriores a la adolescencia, y empieza su análisis a partir de los veinte años, cuando todos empezamos a “arrancar raíces”; son los penosos veinte años del despegue en la vida, de la identidad personal.
Luego viene “el paso a los treinta” en el que se hacen nuevas e importantes elecciones y se alteran o profundizan los compromisos. Esta década implica grandes cambios, confusiones y, por tanto, profundas crisis.
Tenemos después lo que la autora llama “La década tope”. Se inicia el camino en el paso de la mitad de la vida. Llegan los cruciales cuarenta y los cuestionamientos acerca del tiempo y del no tiempo, de la actividad y el estancamiento, del yo y los otros, de la existencia, de “un cuesta abajo” de la vida, y se sufre una plena crisis de autenticidad.
Veamos lo que la autora opina al respecto:
“La afirmación que hayas -o no- conseguido a los cuarenta, te dirá qué puedes esperar para el resto de tu vida…
“Es hora de dejar de creer que todas las bellezas de la vida las obtendrás gracias a haber alcanzado las metas de tu yo idealizado. Sí, evidentemente tu yo ideal no ha de ser alcanzable, y si te niegas a adaptarte a esta idea avanzarás por el camino de la depresión crónica.
Si tu yo ideal ha sido alcanzado, ¿qué ocurre cuando ya el sueño ha llegado a ser realidad? Si no lo reemplazas por uno nuevo, es posible que no llegue a haber más entusiasmo en el futuro, y sí, en cambio, mucho temor”.
“La pérdida de la juventud, la disminución de las capacidades físicas que siempre hemos tomado como dadas, el desvanecido propósito de roles estereotipados, mediante los cuales hasta ahora nos hemos identificado, el dilema espiritual de no tener respuestas absolutas… cualquiera de estos elementos, o todos ellos, pueden lanzarnos a una crisis. Profundos cambios y una cierta modificación de la personalidad son, probablemente, inevitables”.
“Estos cambios pueden permitirle a una mujer afirmarse a sí misma, a un hombre dar rienda suelta a sus emociones, y a cualquiera modificar sus estrechas definiciones profesionales y económicas. Cuando eso ocurre, estamos preparados para encontrar un sentido de objetivos, auténticamente propio. El acto mismo de asomarse a esa senda puede allanar el camino hacia una nueva y libre intimidad entre nosotros y aquellos a quienes amamos”.
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“Impedir los importantes cambios interiores exige pasar rozando todas las experiencias. El precio último es la superficialidad.
La única vía para alejar el temor del “cuesta abajo” consiste en abrirle la puerta de entrada… Las palabras más importantes en la mitad de la vida son: DA PASO.
Da paso a que te ocurra. Da paso a que le ocurra a tu compañero o compañera. Da paso a tus sentimientos. Da paso a los cambios”.
Tus Zonas erróneas (Wayne W. Dyer)
Un libro, como muchos otros, que hay que leer con cuidado y aprovechar lo que nos es benéfico, y dejar un poco de lado –sin desprecio, sin juzgamientos- lo que no querríamos que entrara en nuestra vida.
Un libro interesado en desterrar del hombre cuanto lo debilite y lo anule, pero al cual le discutimos algunos aspectos porque nos parece un arma de doble filo. Valedera para los pusilánimes y conflictivos; peligrosa arma para los ególatras, sensuales y narcisistas.
De la lectura de grandes maestros en el pensar y en el decir, aprendimos -especialmente de Goethe- que, en la reflexión, en el silencio, en la austeridad se construye un carácter. Darle ilimitado gusto al cuerpo y seguir ciegamente todas las inclinaciones que sentimos, relajan y debilitan la personalidad, nos es imposible llegar a ser grandes triunfadores, y debilitan el carácter.
Los seres humanos de carácter bien templado, maestros de la austeridad y la equidad, del dominio de sí mismos y de la humildad, son arquetipos del éxito, del triunfo, del dominio de las situaciones y de la solución de los problemas.
Pero, desde hace años, el manejo del comportamiento humano ha cambiado, el temple de carácter no entra en la educación del ser humano; la invitación es a no sufrir, a no cohibirse, a no desgastarse en los demás, a no privarse de nada…
Una buena parte del libro Tus zonas erróneas ayuda a esta sensualidad, al narcisismo, a la egolatría.
El aparte que lleva por título: El amor al cuerpo, es interesante pero exagerado. Si restringimos un poco la aceptación, sacamos verdaderas enseñanzas; pero en la forma en que está expuesto, se corren riesgos porque algunos conceptos son extremistas.
El autor expone “unos ejercicios fáciles para amarse a sí mismo”, entre los cuales están:
“Abomina y destierra toda conducta abnegada en la que te niegues a ti mismo”.
“Sexualmente, puedes practicar un mayor amor a ti mismo. Puedes contemplarte desnudo frente al espejo y decirte lo atractivo que eres; […]”.
En la lista de preocupaciones que dicho científico aconseja abolir, están estas: “yo me preocupo de mis hijos…de mi salud… la muerte… mi trabajo… la felicidad de mi marido o mujer…la muerte de mis padres… etc. […] son un dividendo estupendo pero malsano y que carece de lógica”.
Más adelante, en Explorando lo desconocido, leemos: “Uno se puede paralizar con la tontería de: ‘hacerlo – lo mejor – posible’… En la gran mayoría de las actividades, tener que hacerlo lo mejor posible, o incluso, tener que hacerlo bien, significa poner un verdadero obstáculo a la posibilidad de hacer”.
Y, en contra de que tomemos modelos para construir nuestra personalidad, para ser mejores, afirma: “Tus héroes son seres humanos. Cada día hacen las mismas cosas que tú […]. Con los demás malgastas tus esfuerzos. Ninguno de los grandes héroes de tu vida te ha enseñado nada. Y no son mejores que tú en nada…”
Hasta aquí las zonas que nos parecen muy grises.
Trae al final capítulos maestros, como: Tú no necesitas la aprobación de los demás. Expone con llaneza: “Hay que deshacerse de la necesidad de aprobación. Hay que erradicarla completamente de tu vida, si quieres lograr tu realización personal… Es imposible vivir en este mundo sin provocar la desaprobación de la gente, a veces en forma grave…”
Capítulos educativos y guiadores en el camino del equilibrio y la serenidad, como: La ruptura con el pasado. – Las emociones inútiles: culpabilidad y preocupación. La culpabilidad es inhibidora del presente porque nos ata al pasado; la preocupación es dañina porque nos hace vivir pensando en el futuro sin darnos cuenta del momento presente y sin disfrutarlo.
Esta obra, como tantas otras, discretamente aceptada y dosificadamente practicada, es un inapreciable manual de vida, un eficiente remedio para nuestras “zonas erróneas”, algunas de ellas, tal vez, necesarias para equilibrar el sentido de la vida.