Los sueños en caída libre

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Por Luciana Rendón

Colectivo de Periodismo El Suroeste – Andes

Y entonces pregunté al joven, ¿Tú qué deseas hacer con tu vida?, ¿Tal vez ser doctor?, ¿Tal vez algo parecido a una ingeniería?, ¿O alguna otra cosa? Él me respondió con sencillez, con una voz grave y un brillo en los ojos: “Simplemente quiero vivir el momento y aprovechar al máximo la oportunidad de vivir”.

Con lo que me dijo aquella persona pienso en el pasado y puedo decir que era una época con paz en las calles, jugábamos ‘chucha cogida’, te caías y muchos se reían de tu estupidez. Sin embargo, también lograbas ser un niño independiente y ser feliz en una “ignorancia”, con sonrisa y unos ojos inocentes de esos que hoy es difícil de encontrar.

La inocencia parece que nos la han robado; tal vez ese brillo en los ojos ya no es tan real. El testimonio de un joven es válido para representar el pensamiento de dos, de tres o de muchos que luchan cada amanecer, que sueñan con carreras universitarias o con volar en su mundo, aunque estén inmersos en droga y violencia. Soñar y desear un mejor futuro no tiene horizonte, ni fronteras, independientemente de la realidad y de la historia de cada quien. Pero lo que se sueña a veces puede ser diferente de lo que pasa.

No es que los jóvenes no tengamos oportunidades para expresarnos. Pero: ¿Qué deseamos expresar?, ¿Qué tenemos en mente para cambiar el mundo? ¿Por qué ese proceso parece tan lento?

Se puede partir garantizando igualdad en posibilidades y oportunidades en la educación y que éstas despierten en la mente del joven ideas claras para desarrollar sus potenciales para transformar la región, su entorno familiar y su vida.

Y escuché entonces la siguiente frase en las calles de mi pueblo: “Esta generación es un fracaso. Estos jóvenes están perdidos”. No juzgaré ni un detalle, porque todos pensamos diferente y mis razones ya están expuestas. De nuevo preguntaré: ¿Qué quieren las mentes nuevas? ¿Qué desean expresar si no poseen interés por sus pasiones o no creen en ellos mismos simplemente porque otros dicen que no son lo suficientemente buenos? Tal vez es que no nos entienden porque somos unos rebeldes y unos perfectos luchadores de la nada.

¿Qué queda entonces para mostrar?, tal vez un vacío o que haya verdaderas posibilidades que enseñen a estas mentes a amar lo que hacemos, a no sentarse en un pupitre para formar mentes mediocres y mecánicas. Es un llamado a imaginarnos una nueva esperanza y a creer que podemos lograr todo lo que se nos ocurra.

Debe entenderse que más allá de ser escuchados, hay que comprender el pensamiento de un joven que es reflejo de muchos. Es entender que su vida no es solamente drogas, no es solamente tratar de ser alguien en la sociedad, no es tratar de cumplir con ir al colegio o ser el futuro del país. Este también desea transformar su entorno, desarrollar sus capacidades y llevar a cabo sus proyectos;desea que escuchen su voz para decirle a su mundo que también tiene algo que aportar.

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