Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio) Ciudad Bolívar
María Emma Wills Obregón
COMENTARIO
¿Por qué un libro como memorias para la paz o memorias para la guerra, de María Emma Wills O. debería interesar a una región de Colombia como el suroeste antioqueño y, más específicamente, a San Gregorio? La respuesta es clara: porque el fenómeno de la violencia ha afectado (y sigue afectando) a todo el país, incluidos nosotros, los que nacimos en San Gregorio y los que viven en esta pequeña parte del territorio colombiano. Son muchos los hechos que así lo demuestran. Basta escuchar los relatos de las personas que nos han antecedido, las experiencias de quienes han crecido en este corregimiento, así como nuestros propios recuerdos personales. Tomemos, a manera de ejemplo, algunas de las novelas que han sido escritas por autores de la región, como son un hombre ancestral, escrita por la señora Luz Adiela Guerra (San Gregorio); el paraíso de los desterrados, de José Dionel Benítez y Luis Fernando Restrepo (Salgar) y memorias de un pueblo suicida, de Juvenal Marín Jaramillo (C. Bolívar). ¿qué tienen en común todas ellas?: un contexto social en el que la violencia forma casi que parte normal de la vida diaria. Además de estas obras, existen documentos en los que se analiza la violencia en la región del suroeste antioqueño, uno de los cuales es el estudio elaborado por Centros de Fe y Cultura, denominado suroeste antioqueño, un conflicto silenciado.Nota 1
La novela un hombre ancestral es una obra bien reveladora con relación a lo que uno podría llamar la violencia endémica, esto es, un clima social del que ésta forma parte natural de la vida diaria, ya que su presencia se hace evidente a lo largo de todo el período dentro del cual transcurre la vida del protagonista, Bernardo Guerra. En efecto, la narración, ya de entrada, parte de un hecho trágico: el asesinato a piedra del padre de éste por odios partidistas, lo que lo lleva a tomar la decisión de dejar su casa y salir por el mundo a buscar la realización de sus sueños, en un trasegar signado siempre por el ominoso fantasma de la violencia con el que se encontrará una y otra vez a lo largo de su vida. Por su lado, gran parte de la novela el paraíso de los desterrados transcurre dentro de lo que fue la época de La Violencia (con mayúscula), que vivió el país entre los años 1948 y 1957, antesala de lo que más adelante sería la etapa de los grupos armados ilegales, tanto guerrilleros como paramilitares. Finalmente, la novela memorias de un pueblo suicida transcurre dentro de un contexto en el que la violencia ha avanzado unos peldaños más para terminar convirtiéndose en un negocio, el negocio del sicariato. Un escenario dentro del cual el suicidio llega a ser una forma de escapar de este mundo para no tener que vivir en una sociedad donde la vida ha terminado no valiendo más que unos cuantos miles de pesos. Por su parte, el documento de Fe y Cultura (un conflicto silenciado) no hace más que confirmar, con datos estadísticos y relatos de experiencias de víctimas de la violencia, lo que ya se adivina en las novelas aquí citadas.
Tal vez lo más estremecedor de esta realidad es constar que la violencia en Colombia se convirtió en una cultura, en una forma de vivir, en una manera de resolver nuestras diferencias y nuestros conflictos. De hecho, históricamente en nuestro país las diferencias políticas siempre han terminado por resolverse con guerras civiles. En el siglo XIX, por ejemplo, el país vivió más de 20 de esos conflictos, entre regionales y nacionales y el siglo XX no ha sido tampoco la excepción. Baste con recordar que a ese siglo se le recibió con la Guerra de los Mil Días. Pero ¿estamos fatalmente condenados a seguir siendo uno de los pueblos más violentos del mundo? ¡No! El peso de la violencia son cadenas de las que nos podemos liberar. ¿Cómo? Es aquí donde el libro memorias para la paz o memorias para la guerra nos hace un valioso aporte.
¿Cuál es el aporte y de qué nos puede servir? Para mí la respuesta está en el mismo título de la obra: el pasado lo podemos utilizar para la guerra (para continuar en la guerra) o para construir la paz. Un mensaje poderoso a través del cual podemos concluir que las experiencias del pasado las podemos utilizar, o bien como una excusa para seguirnos matando o bien como una lección de vida para construir un futuro en el que la paz y la convivencia civilizada puede ser la constante en el diario acontecer.

Hay en el libro, además, un elemento fundamental subyacente a lo largo del mismo: para que los hechos del pasado se puedan convertir, no en insumos para la guerra sino para la paz, hay que empezar por conocerlos, analizarlos, desentrañar sus orígenes y sus causas. De aquí la importancia de una institución como el Centro Nacional de Memoria Histórica, a la que está vinculada la escritora, entidad que fue creada precisamente como un instrumento de divulgación de los hechos violentos de nuestra historia reciente, pero con una visión constructiva. Y es ese el objetivo del libro que para nosotros puede ser de una gran utilidad, porque también nosotros en San Gregorio podemos contribuir a ese esfuerzo liberador para abrir nuestros espíritus a una nueva visión de nuestro futuro. Un suroeste antioqueño sin violencia. Nota 2
Notas:
- Suroeste antioqueño, un conflicto silenciado – Aproximación a la construcción de la memoria histórica del conflicto armado en el suroeste antioqueño (1984 – 2016). ISBN: 978-958-99236-6-5. Edición: Gloria Alzate, Rubén Fernández A. y Gabriel I. Rodríguez. Centro de Fe y Culturas, Conciudadanía, Dka Austria Brot fur die welt.
- Algo muy útil en el libro de la señora María Emma Wills O. es la abundante cantidad de documentación bibliográfica que aporta y que le permite, a quien quiera hacerlo, profundizar en los temas de que trata su obra.
Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio)