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Un tema que nos lleva a la reflexión

Tal vez las funciones más importantes de los concejos municipales sean las que tienen como objetivo el control político y el seguimiento a la ejecución de los programas de gobierno de sus respectivos municipios; mucho más cuando estas se llevan a cabo por medio de debates e informes de rendición de cuentas de la administración de manera abierta ante los habitantes del municipio mediante el empleo de los medios de comunicación locales (radio y televisión) disponibles. Es lo que ve uno en el caso de Ciudad Bolívar, y que seguramente ocurre en muchos otros municipios de Colombia. Y es que es evidente que los concejos municipales son la primera y más antigua herramienta de participación ciudadana, puesto que estos órganos legislativos deben estar abiertos también a la recepción de iniciativas de los ciudadanos y ser un receptáculo de las ideas, reclamos e incluso críticas, para que estas, una vez canalizadas hacia los organismos competentes, se conviertan en insumos que le permiten a la administración municipal efectuar los ajustes necesarios para hacer más eficiente su gobierno.

En uso de esta condición, suelo asistir virtualmente a algunas de las sesiones del Concejo Municipal de Ciudad Bolívar, puesto que a través de este ejercicio puedo enterarme, al menos parcialmente, sobre cómo están las cosas en mi municipio y, especialmente, sobre cómo va la ejecución del programa de gobierno con el que fue elegido el actual equipo de la alcaldía municipal; de paso y gracias a ello, pude estar presente también en la sesión del día 16 de noviembre del 2024, dentro de la cual se llevó a cabo el acto de asignación de ponencia a la iniciativa de otorgarle el nombre de TULIA AGUDELO a la calle principal de Alfonso López (San Gregorio), iniciativa que fue sometida a consideración de este organismo por parte de la concejala Ana Sofía Arteaga y el concejal Fray Ángel Castro, y cuyo desenlace esperamos los habitantes de Alfonso López con gran interés. Dado que la ponencia a esta iniciativa le fue encomendada por la presidencia a la concejala Arteaga y que la misma cuenta con el empuje del concejal Castro, ambos originarios de nuestro corregimiento y que seguramente conocen a fondo lo que fue la vida y el impacto del trabajo de esta mujer para los sangregorianos, con toda seguridad dicha iniciativa tendrá un resultado exitoso.

Haber estado presente en esta sesión me permitió igualmente escuchar la presentación que el ingeniero Tulio E. Ramírez M., jefe de la Oficina de Planeación, hizo del “balance de ejecución” del programa de gobierno, con corte a 15 de noviembre, según creo entenderlo, en el que se tocaron aspectos cruciales sobre la situación actual del municipio. Uno de los temas tratados en el informe lo deja a uno especialmente preocupado: el relativo a los niveles de pobreza del municipio. 

La frase del ingeniero Ramírez es alarmante: “el 66% de la población de Ciudad Bolívar es pobre”. Esta afirmación se deduce de los datos estadísticos de uno de los cuadros del informe en el que aparece la clasificación de la población del municipio, que para estos casos hace el Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales, SISBEN. El porcentaje comentado se obtiene de contrastar el número de personas clasificadas en situación de pobreza extrema más pobreza moderada –lo que arroja un número total de 15.528 habitantes– con el dato de población total de 23.400 personas registradas en el SISBEN. Aunque creo, y salvo mejor opinión, que aquí hay una imprecisión que ameritaría, al menos, una aclaración por parte de la Oficina de Planeación, puesto que, en mi opinión, la pobreza habría que medirla no con respecto al número de personas registradas en el SISBEN, sino al número de 27.458, que es la cifra de habitantes del municipio tomada como punto de referencia por parte del mismo Plan de Desarrollo Ciudad Bolívar 2024 – 2027 en su capítulo 5 (Pág. 36). Suponiendo que estoy en lo cierto, el dato resultante de pobreza en Ciudad Bolívar estaría arrojando un porcentaje del 57 %, cifra esta que, aunque un poco inferior a la que da la oficina de planeación (66 %), de todas formas, sigue siendo muy elevada; de hecho, se encuentra muy por encima del promedio nacional que era del 41 % en el 2023 para el sector más vulnerable del país que es el rural (según datos del DANE), lo que sitúa a Bolívar en un nivel de pobreza inexplicable e inusualmente alto. ¿Qué datos arrojará este mismo análisis para los municipios vecinos?

Así las cosas, e independientemente de la manera como la Oficina de Planeación haya calculado el porcentaje de pobreza, la pregunta para un observador externo es cómo está abordada esta realidad tan crítica desde la perspectiva metodológica del plan de desarrollo de Ciudad Bolívar para los próximos cuatro años. Buscando la respuesta, uno encuentra que el plan está estructurado en torno a unos denominados ancladores, que son cuatro capítulos o grandes bloques a través de los cuales el equipo de gobierno agrupa los problemas estructurales y de coyuntura del municipio sobre los que va a trabajar; alrededor de estos se ordenan luego las llamadas ideas motoras (12) y, posteriormente, los catalizadores o temas estratégicos vitales (29); estos últimos constituyen el nivel en el que se definen los programas de acción y metas concretas a lograr. Ahora bien, dentro de este esquema general ¿Dónde entra la pobreza multidimensional como un problema estructural sobre el que hay que actuar? En la única parte en la que se hace referencia al tema de manera específica es en la página 79 del documento, en donde y de paso, se toma el 13.3 % como porcentaje de pobreza multidimensional para Ciudad Bolívar, dentro del apartado del diagnóstico dedicado al componente social (Pág. 58), dato que, como es obvio, una vez más no guarda coherencia con el de la Oficina de Planeación.

La lógica, sin embargo, me dice que la pobreza multidimensional tendría que haber estado presente en las cabezas del equipo de gobierno al momento de elaborar el plan; no podría ser de otra manera, tratándose de un problema estructural de tanto impacto para la población. Probablemente esté considerado, consciente o inconscientemente, como un elemento cuya presencia impregna transversalmente todo el documento. Pienso, sin embargo, que el no ser considerada esta realidad como un problema estructural que ameritaba un capítulo o “anclador” específico, privó al plan de haber fijado con mayor empeño metas precisas y concretas orientadas, al menos, a disminuir la pobreza multidimensional y a conjurar sus efectos más perjudiciales en estos cuatro años de gobierno. Un buen tema de reflexión sobre el que vale la pena pensar en estos días.

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Por Rubén Darío González Zapata 
Nacido en la vereda La Lindaja 
Corregimiento Alfonso López 
(San Gregorio) - Ciudad Bolívar 



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