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Yayo Herrero, antropóloga, ingeniera, profesora y activista ecofeminista española estuvo en Jericó en el Hay Festival 2023 hablando de ecología social para enfrentar la crisis climática. Tuvimos la oportunidad de conversar con ella sobre el pensamiento ecofeminista y su visión frente a la minería.

El ecofeminismo es una corriente de pensamiento que surgió hacia 1970. Actualmente Yayo es una de las representantes más reconocidas ¿Cómo convergen el feminismo y la ecología?

La ecología y el feminismo se juntan cuando pensamos qué es la vida humana, cómo se sostiene, y entonces tenemos que reconocer que las personas vivimos insertas en la naturaleza, no hay nada de lo que necesitemos que no proceda de la naturaleza, desde el agua que bebemos o que utilizamos en cualquier proceso de producción hasta los minerales que se sacan de la tierra y que sirven para que haya luz o para que haya transporte en un coche; todo procede de la naturaleza y esa naturaleza tiene límites físicos, no podrá haber ninguna tecnología ni ninguna economía que no dependa de la naturaleza, y por tanto el ecologismo es el movimiento social que ha llamado la atención sobre el peligro que tiene construir formas de organizarnos económicamente que lo que hacen es destruir esa naturaleza de la que a la vez dependemos.

Pero los seres humanos no solo dependemos de la naturaleza, dependemos también de otras personas, es obvio que una criatura recién nacida no sobrevive si nadie la cuida, en la vejez, en la enfermedad necesitamos que alguien nos cuide, no existe ningún ser humano que sea plenamente independiente, sino que para poder existir, todos los seres humanos vamos a necesitar a otros. Pero ¿Quién se ha ocupado toda la vida del cuidado de las personas vulnerables? Han sido y son mayoritariamente mujeres, no porque las mujeres estén mejor capacitadas para cuidar de otras personas sino porque vivimos en sociedades que establecen esa división sexual del trabajo y obligan a que sean mayoritariamente mujeres las que se ocupen de atender las necesidades de la vida.

El ecologismo lucha para que no se destruya la naturaleza de la que dependemos y el feminismo ha trabajado históricamente para visibilizar y repartir todas esas tareas que permiten que la vida se sostenga, por eso el ecofeminismo tiene el potencial de unir ambas cosas: pensar en lo que seres humanos necesitamos para vivir, de lo que somos como cuerpos vulnerables que necesitan cuidados y de lo que somos como una especie inserta en la naturaleza que necesita de ella para poder existir.

¿La cultura machista es la misma cultura extractivista?

Sí, y es un producto de la cultura occidental, una de las únicas del mundo que estableció una frontera entre lo que se consideraba la razón, la capacidad de pensar con respecto a los cuerpos y la Tierra. La cultura occidental nació pensando que la razón operaba por fuera del cuerpo y que los seres humanos podían vivir por encima y por fuera de la tierra.

Una cultura que configura una manera de entender la tierra basada en el dominio, en el control, una manera de entender la economía desvinculandose de la materialidad de la tierra. Nuestra economía capitalista no entiende que el planeta tiene límites físicos.

El patriarcado es un modelo social basado en asumir una especie de fantasía de la individualidad, es decir, es un modelo que se basa en creer que la vida humana puede vivir emancipada de la tierra, del cuerpo y del resto de las personas, y solo un selecto grupo de personas, mayoritariamente hombres puede vivir así.

El patriarcado es una ideología, una fantasía de la individualidad que inevitablemente se sostiene sobre el dominio y la insensibilización de todas aquellas otras partes de lo vivo; territorios, animales y plantas.

A propósito de la conversación de Yayo en el Hay Festival sobre la ecología social y el conflicto minero que se gesta en Jericó, ¿cuál es la posición ecofeminista frente a la minería?

Yayo hace una comparación con su país y responde: en España están intentando reabrir una mina de cobre que en su momento se dio por agotada, ¿qué es lo que sucede? Que hemos llegado al fin del petróleo barato y tenemos un cambio climático tremendo, pero el modelo económico capitalista es incapaz de asumir que el problema es que es necesario configurar una forma de vivir en común que interrumpa ya la destrucción de la Tierra y reparta la riqueza, es decir, que no genere esta desigualdad. La propuesta que está haciendo este modelo es básicamente resolver los temas con cambios de tecnología.

El dilema que se produce es que las mineras llegan a los territorios y lo primero que hacen es comprar a la gente, contratan gente a la que le pagan unos sueldos que no tienen prácticamente en ningún otro lugar o prometen y pagan a los pueblos infraestructuras que mejoran su calidad de vida que se presentan como elementos de progreso. 

Por otro lado, muchos países siguen pretendiendo construir sus proyectos sociales sobre la carga de los recursos minerales que tienen, recursos minerales que son comprados por los mercados globales y capitalistas de los grandes países, y esa dinámica extractivista lo que hace es destruir las fuentes de agua, el suelo vivo y fértil, de tal modo que si eso se profundiza, en 30 años habrá un territorio literalmente degrado en donde ya no se puede extraer más cobre y directamente la vida de las personas que están en esos territorios habrá quedado bastante inutilizada, se terminan produciendo procesos de expulsión forzosa y se convierte el territorio en zona de sacrificio.

Desde mi punto de vista es ‘pan para hoy y hambre para mañana’, una situación que no resuelve los problemas centrales. Además, la minería, la gran minería va asociada a problemas vinculados a la trata, al abuso de las mujeres y a la destrucción del territorio.

Yo sé que es muy difícil hablar de todo esto, porque polariza enormemente, hay que entender también las necesidades de las personas, porque a lo mejor se sienten vulnerables o están empobrecidas y ven que la minería podría traer riqueza y podría traer un acceso a una mejor forma de vida, pero creo que es preciso abrir espacios de debate con dinámicas no polarizadas y tener espacios de escucha y de encuentro.

 Es muy importante entender el momento en que estamos ahora, es un momento de cambio climático que puede parecer muy general, pero donde se plasma la evidencia es en el territorio con dificultades de acceso a agua, eventos climáticos extremos y dificultades para que la naturaleza se regenere.

Colombia es uno de los países que conserva mayor biodiversidad y es importante pensar en cómo hacer que esa abundancia y esos bienes de la tierra reviertan directamente en una vida en donde se pueda subsistir con dignidad, pero garantizando que generaciones futuras lo van a poder seguir haciendo, y la minería no lleva a ese camino.

Cada valle perdido hoy son menos vidas en el futuro que se pueden sostener, el no actuar hoy ya se mide en vidas humanas. Colombia es un país que ha pagado un coste muy alto en vidas humanas, y me atrevo a decirlo desde fuera: no cometan los mismos errores que hemos cometido nosotros. En España ahora mismo tenemos un país al que construir formas de organizar la economía que permitan sostener a su propia población, le está resultando muy difícil. Es importante que miren a dónde llevan esas promesas de riqueza.

Por Mariana Salas Valencia

EDICIÓN 193

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