Reflexiones sobre la educación: de las aulas a la sociedad

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¿Qué tan justo es exigirle a la educación las transformaciones que la sociedad requiere, cuando ella misma está inmersa en contextos que le impiden tener margen de maniobra? Conversamos en ‘Argumentos para debatir en democracia’ con los docentes Elkin Alonso Ospina Valencia, Gloria Beatriz Vergara Isaza y Sergio Andrés Castaño Cano.

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Elkin Alonso Ospina Valencia, docente de educación básica y media, con experiencia en el campo administrativo y en la formación de formadores, magister en Sociología de la Educación.

Gloria Beatriz Vergara Isaza, profesora de preescolar, con experiencia en educación superior, magister en Educación.

Sergio Andrés Castaño Cano, maestro de educación media, con experiencia adicional en educación superior, candidato a Doctor en Didáctica de las Ciencias Experimentales, Sociales y Matemáticas.

¿Qué tiene que ver la educación con la democracia?

Elkin Alonso: “Formar en democracia debe ser uno de los pilares, de los retos fundamentales, de la educación. Es la formación del ciudadano, y un ciudadano se forma básicamente para ejercer sus derechos. Ahora, formar ciudadanos es muy sencillo cuando se vive en sociedades democráticas, sociedades respetuosas de la diferencia, pero si esto no ocurre, formar en ciudadanía suele ser muy complejo porque la sociedad te está constantemente mostrando la violación de los derechos, por ejemplo, la corrupción, la apropiación del Estado para beneficios particulares y no para la defensa de lo público (entendiendo lo público como lo que es de todos), entre otras cosas”.

Gloria Beatriz: “Educar en democracia es una gran oportunidad que tenemos los profesores que trabajamos con las infancias, que trabajamos en preescolar, porque los derechos pasan de ser un listado a ser retos. Es necesario crear condiciones para que los niños y niñas vivan esos derechos. No es solo enseñar los derechos, sino crear esas condiciones para que ellos los vivan, para que vean que efectivamente son sujetos de derechos”.

Sergio Andrés: “Formar para la civilidad. Hay 3 competencias fundamentales que debemos tener muy presentes los maestros: enseñar a pensar, a comunicar y convivir. Aprender a pensar en el marco del desarrollo del pensamiento crítico, a través de la lectura y la escritura. Que los estudiantes no solamente aprendan de Ciencia, sino que también tengan unas posturas criticas frente a la vida, las situaciones sociales, socioambientales y sociocientíficas. Todo muy de la mano al fundamento de la democracia en las escuelas. Así mismo, la comunicación articula los procesos de participación, y el aprender a convivir (fundamental en nuestro país) promueve el respeto por el otro y la aceptación de la diversidad”.

¿La educación es la herramienta para transformar las sociedades?

Elkin Alonso: “La educación complementa e impulsa un proyecto político de país. Buena parte de la democracia que nos falta no tiene la causa en la escuela, sino en la institucionalidad que se ha estructurado de una manera tal que permite que sea muy excluyente. Eso hace que la educación haga unos esfuerzos grandes, pero que se reflejan poco en el conjunto de la sociedad. Hay que fortalecer la institucionalidad, ésta nos da una política pública que luego nos permitirá formar en democracia y así tener una incidencia más contundente, de mayor impacto”.

Gloria Beatriz: “La educación no hace todo, pero hace. Tenemos niños que estamos formando para la participación, pero no para una participación constreñida por lo que al adulto le parece que debería ser. Estamos formando niños sujetos de derecho, políticos, que sean capaces de decir lo que piensan y lo que sienten. En definitiva, niños capaces de increpar lo que decimos los adultos”.

Sergio Andrés: “Hay proyectos que desde la legislatura proponen, por ejemplo, la Cátedra de la Paz, la enseñanza de historia, etc… La escuela hoy tiene elementos desde lo escritural que le permiten pensar en esa reconfiguración de la democracia, pero se requieren espacios, ambientes, políticas públicas que permitan desarrollar estas propuestas. Según la Gobernación de Antioquia, 538 establecimientos educativos en el departamento no tienen agua, ¿entonces cómo garantizar que estos elementos básicos existan para que a su vez exista un espacio en el que se puedan desarrollar los proyectos de forma asertiva?”

¿Qué tanto ha avanzado o retrocedido el sistema educativo en relación a hace 20 o 30 años?

Gloria Beatriz: “Ahora estamos en un concepto plural sobre las infancias, ya no hablamos de una única infancia. No se reconoce una conducta generaliza, saberes o habilidades particulares de un niño con cierta edad. Hoy no hay una única forma de ser, eso ha permitido irrumpir en el currículo esquemático, programático. Si bien en preescolar siembre ha habido una flexibilidad, ahora se ha desbordado y no hay una misma manera de enseñar: se ha abierto incluso la posibilidad de nuevas maneras propuestas por los mismos niños”.

Sergio Andrés: “Desde la normatividad se expidió el Decreto 1421 del 29 de agosto de 2017, este decreto permite consolidad muchos elementos. El hecho de que la escuela misma piense cómo atender, por ejemplo, a la población con discapacidad, nos permite remontarnos a las fronteras de la consolidación didáctica y nos permite además humanizarnos. El maestro no forma con lo que sabe sino con lo que es. Ahora se piensa una escuela para todos, que no es fácil, pero hay un avance progresivo con respecto a algunas de las normas que están posibilitando que el concepto de la democracia en la escuela empiece a trascender”.

Elkin Alonso: “Usualmente escuchamos ‘esto siempre ha sido así, acá no cambia nada’ y realmente acá todo ha cambiado mucho, hemos avanzado. La Constitución informalmente abrió espacios. La democracia llegó a la escuela. Los de mi edad, por ejemplo, no pensaban en ser formarnos en democracia, no… era el reglamento escolar y ya. Los nuevos contextos entraron a la escuela. Hace 20 o 30 años era natural que el niño indígena o negro fuera profundamente discriminado, hoy en día no, además de leyes que los protegen, han ganado visibilidad, han ganado discurso”.

¿Son extensibles todas estas reflexiones a la educación en la ruralidad?

Sergio Andrés: “La escuela en el campo debe ser tenida en cuenta para pensar en esa transformación de la educación. Hay elementos muy importantes que pasan por develar esas necesidades que tienen hoy las escuelas, esa violencia que se vive aún en algunos de los sectores rurales, ese tejido social que todavía está muy débil. La pregunta es, ¿cuál es el papel del maestro en estas comunidades?

La educación es diferencia. La educación en el campo no va a ser la misma que tenemos en la parte urbana. En el campo convergen elementos como la parte afectiva, el acompañamiento familiar, los espacios de participación constante, la articulación con las instituciones sociales. Todo lo que tiene que ver con la vida del campo hace parte de la escuela rural”.

Gloria Beatriz: “En el campo han sido una gran oportunidad los modelos educativos flexibles. Ya se desvirtúa esa reticularización de los currículos y se piensa más en cómo apropiar los contextos. Esa diversidad de modelos educativos flexibles transita, lo que le permite a cada institución pensar en favor de la convivencia, de los procesos de enseñanza, del tipo de educación, etc. Es un nuevo respiro: hay posibilidades de pensarse desde lo que somos y no desde lo que se nos impone que se amos”.

Elkin Alonso: “Las sociedades poco democráticas se sustentan mucho en la centralidad y la centralidad es la ciudad. El borde, la margen, suelen ser espacios de la exclusión. Por eso encontramos en la ruralidad plantas físicas deterioradas, poco material, escasa capacitación docente, etc. Pero vale mencionar también que en la ruralidad es muy fuerte encontrar por parte de los docentes el compromiso con las acciones comunales, con la vereda, algo que no se ve en las ciudades, en los barrios.

Por otro lado, el conflicto armado afectó al mundo rural, se le despojo de estudiantes y maestros, por esto en el posacuerdo tenemos que pensar que la escuela rural tiene que ser un espacio reparado y reparador. Hay que potenciarla para eso, para que se convierta en un centro de acogida y pueda ser un lugar donde también comprendamos parte de la verdad y podamos apostarle a la reparación y la no repetición”.

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