Un homenaje inconcluso a Gonzalo Arango

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Por Gabriel Andrés Ramírez Restrepo

arjualan@hotmail.com

Dos obeliscos blancos en mitad de un cementerio llaman la atención a muy pocas personas que ven como un adorno terrorífico, por la corrosión en su estructura metálica, a unos gigantes sin descripción. ¿Quién de los visitantes imaginaría que se trata de un homenaje póstumo sin concluir, olvidado a la intemperie por falta de presupuesto? Muchas personas en el municipio no saben que los obeliscos son el sitio donde se señala la tumba de Gonzalo Arango Arias. Aunque sus restos no estén allí, el monumento fue planeado para rememorar la vida y obra de un personaje reconocido a nivel internacional. Un día del mes de junio de 1995, dos hombres andinos coincidieron en una idea que reviviría la vida y obra de un escritor coterráneo, cuyas letras se han muerto en pequeñas estanterías de la biblioteca municipal. Juan Carlos Vélez “Kale” y el ingeniero Jhon Jairo Mejía Aramburo, se unen para rendirle homenaje al escritor y fundador de la corriente Nadaísta.

Los gigantes olvidados

“Para hacer el homenaje a Gonzalo Arango, primero se leyó su testamento, un párrafo de corte totalmente Nadaísta”, comenta el escritor “Kale”, mientras lleva un trago de ron a su boca. Luchar contra el pensamiento que tuvo Gonzalo Arango sobre la muerte y su deseo de ser homenajeado en vida y no a sus restos, no fue difícil. “Cuando un personaje así, muere; se pierde a sí mismo, y lo gana una comunidad, un público”.

Con el objetivo claro, “Kale” comienza la búsqueda de un homenaje. De la mano del ingeniero Jhon Jairo Mejía Aramburo, quien para ese año era el jefe de planeación municipal (hoy, Alcalde del municipio de Andes), inicia un recorrido por la historia mundial dando con la antigua cultura egipcia. “Antes que las pirámides -comenta “Kale”-, la forma en que los egipcios honraban a sus muertos, era a través de grandes pares de obeliscos”. En los cálculos del ingeniero, tras tener presente el pensamiento Nadaísta de Gonzalo Arango, y el monumento fúnebre elegido, tuvo la idea de un tercer obelisco, uno que representa literalmente al pionero de la corriente. “Yo inicialmente no me di cuenta -dice amenamente “Kale”-, si los obeliscos se ponen a cierta distancia, se da la perspectiva de un tercero formado entre los dos, uno invertido, hecho de nada. ¡Así se le estaba dando todo el sentido a lo que queríamos!”.

A finales del mes de junio inició la construcción del homenaje a Gonzalo Arango en el cementerio- La OJA (Organización Juvenil Andina), bajo la dirección de “Kale”, se preparaba para poner su mano de obra; mientras en la Alcaldía, el Jefe de Planeación municipal preparaba el papeleo de la metalistería necesaria. La Parroquia Nuestra Señora de las Mercedes del municipio de Andes, dueña de los terrenos del cementerio municipal, donó cuatro metros cuadrados del patio trasero para la obra. A los cuatro meses de trabajo la obra frenó su curso, los jóvenes no llegaron a continuar el trabajo del día anterior. “En octubre de ese año, la obra quedó inconclusa por falta de presupuesto, se debía mucho dinero a las ferreterías. Ya cumplió 20 años de estar ahí corroída, pero sigue intacta, y sigue siendo simbólica”, menciona “Kale” tras un segundo trago de ron.

Donde se pierde la identidad

Hubo un ingrediente más que fundamentó la construcción de la obra: los restos del Nadaísta estaban en el cementerio municipal desde el 16 de octubre de 1993. Ubicado en los primeros mausoleos a mano derecha de la entrada principal; en una tumba prestada por Camilo Gallego, con una lápida improvisada en baldosa, decía con marcador negro.: Gonzalo Arango.

A los dos años surgió la idea de ubicar los restos en un monumento fúnebre. En un sitio que se convertiría en un referente cultural en el municipio de Andes. “En el fondo, tal vez, se tuvo la idea de fortalecer el turismo cultural -menciona “Kale”-; sin embargo, el verdadero objetivo fue mostrar a Gonzalo Arango, no de manera fetichista con sus restos, sino de manera simbólica”.

Los restos continuaron en el municipio más o menos hasta el año 2010. Doña Amparo Arango Arias, hermana y dueña de los derechos de autor del escritor, había dado aviso del deseo que tenía de regresar los restos a Medellín. “Envié a doña Amparo una carta en 2009 explicando los hechos con fotos del monumento, y avisando una posibilidad que se tenía de terminarlo por una promesa que me había hecho el alcalde Julio Arboleda en 2007”. Al año siguiente, Amparo Arango toma la decisión de ir personalmente al cementerio de Andes a reclamar los restos de su hermano, al ver que el monumento no tuvo indicios de culminación.

En Nuestra Señora del Sufragio, en el barrio Boston de Medellín, reposan los restos de un escritor andino, lejos de su tierra. La cripta, con el nombre “Familia Arango Arias”, muestra el lugar de descanso de los padres, de algunos de los hermanos, y del escritor, pero no dice su nombre, no se sabe con certeza en qué lugar está. “Allá perdemos la identidad nosotros los andinos -afirma “Kale”-. Pero, ¡podemos recuperarla!, con los obeliscos”.

 

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