“La retaliación no corrige males que ya han sucedido, y generalmente solo acumula más amargura para el futuro. Lo que es crucial es girar hacia el futuro, no vivir en el pasado y asumir una postura política basada en la esperanza, el trabajo y el reconocimiento de los demás”, Martha Nussbaum, ‘Una carta para el pueblo colombiano’.
Cuando la filósofa Martha Nussbaum hace referencia al ‘reconocimiento de los demás’, toca un punto crucial con relación al actual proceso que vive Colombia, un proceso de cambio, debates, divergencias y con una necesidad imperante de acercamiento a esos otros y otras con los que quizá no estamos de acuerdo.
Diversos pensadores han argumentado que es imposible la existencia del ‘yo’ sin el ‘otro’, sin esa alteridad que escuche o interpele desde la diferencia, pero al fin y al cabo en tono de diálogo.
El reto de respetar las opiniones de otras personas no significa que tengamos que renunciar a nuestra visión del mundo, antes bien, podemos resignificarla, dejarla fluir y convivir con nuestras ideas.
El país se enfrentará a una decisión histórica que tendremos que analizar en dos momentos y desde diferentes enfoques: lo que se decida respecto al plebiscito el próximo 2 de octubre frente a la pregunta: “¿Apoya usted el acuerdo final para terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera?”, y lo que se hará después del plebiscito, porque más allá de concebir un panorama radical sobre el futuro de la Nación, hay que cuestionar el presente, construir desde el arte, la literatura, todas las ciencias humanas, caminos de encuentro, de desarrollo, para enfrentar los nuevos conflictos que surgirán a raíz del cambio de la dinámica sociopolítica.
Otro elemento que deberá convocar el aporte de cada habitante del territorio será la construcción de memorias de manera colectiva, y esta labor solo puede lograrse a través de la interacción con otros y otras, con víctimas de cada rincón del país, propietarias de recuerdos, dolores y huellas únicas aunque con un código común: no olvidar para así tener la esperanza de que no volverá a pasar.
Los medios de comunicación estamos convocados a registrar, analizary poner en debate público todo lo que pase ahora y después con el denominado posacuerdo, tenemos la responsabilidad de escuchar todas las voces, de escribir un nuevo capítulo en la historia de Colombia sin dejar a un lado las memorias que relatan lo que se vivió y ponen de manifiesto lo que no se debe repetir.
Este ejercicio requiere de un llamado a la reconciliación, a escucharnos y permitirnos vivir con la diferencia, a asumir que podemos luchar por objetivos comunes.