Editorial
A pocas semanas de despedir este 2020 nos queda el sinsabor de un año tal vez perdido, gris, nublado. Meses que nos alejaron de los planes que trazamos; anhelos que fuimos posponiendo semana tras semana; tiempos de angustia, incertidumbre y de distanciamiento obligatorio.
Hemos aguantado situaciones límite que nos desacomodan y nos hacen confrontar como región, pero ninguna nos había quitado el calor de un abrazo, el bonito gesto de la sonrisa al pasar, el besito en la mejilla y el apretón de manos.
Nuestros gobernantes buscan soluciones para no afectar las finanzas públicas; estrategias para disminuir la tasa de contagio sin cerrar la economía, y pareciera que en esta carrera de las cifras intentan recuperar lo irrecuperable.
¿Cuándo volveremos a sentirnos dignos, protegidos y respaldados ante una crisis que nos ha quitado más que el dinero? ¿Qué alivio se le da a una persona que perdió su empresa o su empleo? ¿Cómo devolvemos sueños y oportunidades a niños, niñas, jóvenes y adultos que no pueden estudiar desde sus casas porque no tienen acceso a internet?
Cada vez se escucha menos que “juntos saldremos de esta”, deberíamos recordar que esa es la única manera de permanecer a flote. Según las estadísticas, este fin de año no es prometedor; nos volvemos a ver enfrentados a la disyuntiva ¿Salvamos la economía o la vida?
El Estado puede ocuparse de una, y nosotros de la otra, pero la verdadera hazaña será unir fuerzas y salvar ambas.
Necesitamos un trabajo conjunto del sector público, del sector privado y de todos nosotros como ciudadanos para hallar el equilibrio. Las decisiones no pueden desligarse de la realidad que vivimos durante los pasados siete meses.
Tal vez no tengamos la clave, la solución, pero sabemos que es esencial el aporte que cada uno pueda hacer, desde su compromiso para cuidarse, desde su solidaridad con sus seres queridos, desde el respeto y aprecio por la vida.
Buscar cambios estructurales que nos levanten como sociedad y región no depende únicamente de los gobiernos nacional, departamental y local de turno, sino de lo que podemos alcanzar desde la individualidad; empecemos por recuperar nuestros sueños, alimentemos la esperanza y encontremos la ruta.
“Tenemos en nuestras manos la posibilidad de empezar de nuevo el mundo”. Tom Paine (1776)