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Por: Daniel Ortega Sanmartín
Periodista Periódico Regional El Suroeste

Hace aproximadamente 25 años, campesinas y campesinos de la Asociación Agropecuaria de Caramanta (ASAP CARAMANTA), están desaprendiendo prácticas tradicionales, aplicando y fomentando la agroecología e incluyendo a mujeres y jóvenes en la recolección, procesos y transformación de sus materias primas. Frutas como el banano y la mora que se vuelven vino, o plantas como el cannabis y la menta que se vuelven pomadas, talcos para pies y champús; son algunos de sus productos. Su trabajo nos deja unas lecciones importantes como región.

Conversamos con Luis Alfonso Patiño Franco, un campesino de Caramanta de toda la vida, que hace parte de la ASAP.

Con la voz de Don Alfonso

Lee este artículo, a partir de este momento con la voz de Don Alfonso, que no le gusta que le digan Don y explica las cosas de forma amable. Da clic acá para ver un video y escucharlo.

ASAP viene de un modelo convencional, químico, orientado por otros señores con intereses muy diferentes a los intereses del campo, eso fue en el año 1995 y en el año 2000 se entregó la asociación y nosotros como campesinos y campesinas quisimos darle un enfoque diferente a la visión desde la ciudad o desde el pueblo, que es muy distinta a la visión de nosotros los campesinos.

Cápsula histórica: la Asociación Agropecuaria de Caramanta (ASAP CARAMANTA), nació el 5 marzo de1995 por iniciativa de algunos productores de leche del municipio, ante la necesidad de buscar un adecuado canal de comercialización. Para el producto que en el momento cogía fuerza, debido a que algunos terratenientes empezaban a comprar grandes extensiones de tierra que inicialmente fue destinada para esta actividad en la parte alta del municipio, que más tarde debido a las diferentes crisis ocasionadas por el conflicto armado y los bajos precios del café, se fue concentrando en manos de pocos propietarios.

La agroecología integra

Empezamos a conocer y a entender la agroecología y le dimos un enfoque agroecológico a la Asociación. La agroecología se compone de principios y de elementos diferentes que integran muchas cosas, no que desintegran, marginan o dividen, la agroecología integra.

En ese sentido, con ese nuevo enfoque en la asociación, quisimos tener en cuenta varias cosas, por ejemplo, la participación de la mujer. En ese momento nosotros no sabíamos sobre equidad de género, pero sí sabíamos que la mujer tenía que participar de la Asociación.

Antes, llegaban las esposas y las niñas ahí pero no hacían parte, ahora, le quitamos ese enfoque de hombre asociado, y lo cambiamos por familias asociadas, como familia cabe la mujer, los niños y las niñas.

Agroecología para una soberanía alimentaria

Empezamos a atacar un problema grave que teníamos en la asociación en ese tiempo, que era la falta de alimento, porque nosotros vivimos en una zona cafetera y hace 25, 30 años, dependíamos del mercado externo total: hasta las cebollas traídas a este pueblo.

Desde lo agroecológico se intenta volver a los tiempos anteriores, donde la gente tenía todo en la finca.

Ese es un principio que lo recuperamos, tener la autonomía y la soberanía alimentaria hasta donde la pudiéramos tener, no total pero sí mucha parte. Las mujeres aprendieron a transformar muchas cosas y esto mejoró la rentabilidad y ha tenido muy buena acogida.

La transformación del campo no es tarea fácil

¿Por qué?

Pasaron miles de años de un modelo de agricultura tradicional y aparece hace 70, 80 años, no sé exactamente, un modelo de revolución verde, de agricultura diferente que nos cambia toda la forma de vida y de pensar.

Desaprendimos todo, y ahorita es muy complicado uno decirle a la gente: podemos tener algo sin químicos y venenos.

La gente cree que, si no hay triple 15 o no sé qué tipo de abono, no se puede producir nada. Que si no hay un veneno que hasta nos mata a nosotros no se puede producir nada, eso es mentira. Anteriormente cómo pasó el mundo miles de años sin eso, cómo vivió y sobrevivió.

¿Qué hacer?

Es muy difícil meter a la gente en este cuento, por eso trabajamos con algo importante y es que hay que empezar en pequeño.

Nosotros no nos gusta ni debemos meter a la gente que tiene una finca a que tiene que volverla toda agroecológica, no, hay que empezar en pequeño, porque si empezamos en grande fracasamos.

Es como nos pasaría a nosotros, para desintoxicarnos de algo, si lo hacemos de una, pasa un bajón tremendo, así le pasa a la tierra y a las plantas.

Nos dicen locos

Algunos han ensayado la agroecología, les ha gustado y han seguido, otros ni ensayan porque siguen creyendo en el modelo convencional porque hay mucha presión de las instituciones, del gobierno, de la federación de cafeteros y todas esas instituciones presionan mucho a nuevas alternativas.

Por trabajar con materias primas como la marihuana nos han perseguido, han ido a la casa por la marihuana. El laboratorio allá es que la señora tiene la ollita ahí para hacer las pomadas y el champú, y eso lo ven de otra manera y hasta mandan la Policía.

Incluso nos llaman locos, o que somos gente que no tiene sentido, porque proponemos otra cosa.

Otra forma de vida que es posible, que lo hicieron los antepasados ¿Por qué no podemos hacerlo nosotros?

 

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