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Identidad y cultura es nuestro lema. Somos observadores, estamos atentos y dispuestos a conversar, a sentarnos en los parques, los atrios y las veredas de los 23 municipios del Suroeste, porque es la gente y lo que hace la gente la materia prima del periodismo comunitario. Desde esta perspectiva estamos llamados a ejercer el periodismo como un actor fundamental en la reproducción de esa identidad y cultura, para la ratificación y/o superación de los imaginarios colectivos, siempre orientados por el claro propósito que se fija en el horizonte de sentido que nos debe guiar como comunidad organizada, a saber, que todos los seres humanos y animales vivamos vidas más dignas. 

Reconocemos, en todo caso, que no es una tarea sencilla la que nos convoca. Al Suroeste vienen visitantes que no paran de moverse, van de un lado a otro como llamados por la naturaleza que no para de cambiar, de transformarse aquí y allá: mientras unos vienen otros se van, traen ideas nuevas que se combinan con las de antes y nacen otras. Llegan al territorio a abrir los horizontes para complementar las conversaciones actuales en torno al feminismo, ambientalismo, equidad de género, alimentación consciente, diversidad sexual… 

Tan maravilloso es el reflejo de la naturaleza en cada ser, que todo el tiempo estamos ad portas de aprovechar el caudal de ideas que pueden llegar a configurar, complejizar, complementar y enriquecer nuestra identidad y cultura. 

Los intereses sobre el territorio se suman a la lista de factores de cambio que hacen más complejo el propósito de contar o narrar la vida desde la región: algunos vienen con nuevas y genuinas ideas de desarrollo, otros tantos vuelven una y otra vez con la intención de reencauchar formas de ver el mundo y se producen respuestas que nos acercan a soñar despiertos, o nos ponen alertas y cautelosos, propensos a la reflexión y a la acción. 

Para Gregorio Samsa, protagonista de La Metamorfosis de Kafka, cambiar, en un principio fue un proceso doloroso, de rechazo. Y ello se explica porque pasar de ser un humano a un insecto es todo lo contrario a la metamorfosis ideal. Los cambios son difíciles de aceptar, no es fácil desaprender, desapegarse de lo acostumbrado y aceptar un cambio distinto al deseado. En el proceso del cambio es fundamental la aceptación para abrir la puerta a lo que viene después; por difícil que se nos presente el contexto y las condiciones de vida que van cambiando, siempre podemos elegir qué pensar y cómo actuar. 

Frente al horizonte de sentido que nos convoca: aportar desde lo que hacemos a la identidad y cultura del Suroeste de Antioquia, consideramos abrazar la complejidad del cambio. Conversamos con la gente, con toda la gente, y mantenemos la mente abierta a la crítica y a la autocrítica, ese es nuestro camino ante la inminencia natural que tienen en nuestra vida la transformación y la diversidad. 

Seguiremos en la tarea de observar y compartir información para que participemos y tomemos decisiones en un marco de reconocimiento y ejercicio de los derechos, de la justicia, de la equidad y del respeto por la otredad. Las montañas que habitamos, que hacen parte de nosotros y de nuestros pueblos, cada vez tienen más caminos por donde entran nuevas perspectivas, confiamos en la valentía de quienes nos leen para ver con ojos de curiosidad el horizonte que se aproxima.

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