Comparta esta noticia

Entrevistamos al maestro Johann Pérez de la Escuela Normal Superior de Amagá, actualmente también es el director de la línea de investigación del doctorado en Ciencias de la Educación y de la Maestría en Ciencias de la Educación, ambos en la Facultad de Educación de la Universidad San Buenaventura. Desde esta posición, trabaja en la transformación de estos programas, enfocándose en estudios críticos sobre educación y currículo.

Su llegada a la universidad coincidió con su doctorado en Ciencias de la Educación, en el cual desarrolló una tesis sobre evaluación educativa que inició y que tuvo un impacto positivo en un semillero de investigación en el área de inglés en la Escuela Normal Superior de Amagá en 2018. Esta tesis trascendió a su tesis de postdoctorado, la cual está realizando en colaboración con la Universidad de Manizales y CLACSO, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.

¿Cómo impactó su intervención en la enseñanza del inglés en la Escuela Normal y qué resultados obtuvo a través de esta experiencia?

– El impacto se ve justamente a partir de la práctica; cómo todos esos elementos teóricos se llevan a la práctica. Llegué a la Escuela Normal en el año 2014, cuando el señor rector de ese entonces, Carlos Adiel Henao, me da la confianza de asumir la enseñanza del inglés. Iniciamos con un semillero extracurricular; la jornada se terminaba y los 20 estudiantes que participaban del proyecto, se quedaban, hacíamos procesos de literacidad crítica en inglés y los resultados de las pruebas Saber mejoraron sustancialmente. En 2022, recibimos un reconocimiento de la Secretaría de Educación departamental por este trabajo, que incorporó la gamificación al aprendizaje del inglés.

¿En qué consiste la literacidad crítica?

– La literacidad crítica no es nada del otro mundo, es sencillamente enseñar a pensar, enseñar a pensar a los estudiantes, enseñar a pensar desde su vida cotidiana, desde los problemas, que ellos reflexionen y sean críticos de sus propias realidades. Y los ejercicios que se hacen desde el aula son a partir de experiencias de la vida cotidiana, es eso.

¿Qué es la gamificación?

– Cuando estábamos en la pandemia, surge una necesidad y es cómo motivar a los estudiantes para que, primero, no deserten y, segundo, el inglés se vuelva atractivo. Utilizamos una plataforma en la que, a través de un juego, los estudiantes iban avanzando por distintos mundos. Esta fue una experiencia innovadora y una buena práctica pedagógica. Incorporar la gamificación, significa aprender con el juego, en este caso utilizando el celular y herramientas visuales en internet.

¿Por qué es importante la investigación en la docencia?

– Hay una máxima que debemos tener los docentes, nosotros vamos y no sólo hacemos una labor en el aula; el docente debe reflexionar sobre su práctica, y reflexionar le permite hacer investigación. Al hacer investigación es que nos vamos cualificando, y el cualificarnos nos permite justamente ir haciendo esa transmisión de saberes, una de las misiones de la Escuela Normal: irradiar el entorno, irradiarlo con qué, con nuevos saberes, es eso lo que se hace.

¿Cuál es la importancia de motivar a los futuros maestros a continuar su formación académica y desarrollar una conciencia crítica sobre su rol en la comunidad educativa?

– Los maestros no terminan su proceso de formación en la Escuela Normal, sino que deben motivarse a continuar sus estudios como licenciados, y por qué no pensar en un posgrado después de hacer su licenciatura. Lo importante es ayudarlos a encontrar que este ejercicio de responsabilidad social, de ser docente en una comunidad, no implica únicamente ir y dar clases en un aula, sino también ser críticos de nuestra propia experiencia como docentes; enseñar a pensar y hacer críticos a los otros. Ese proceso de enseñar a los nuevos maestros es un reto, es un desafío, justamente por eso me sigo cualificando, termino un doctorado, paso a hacer un postdoctorado en procesos sociales sobre jóvenes.

¿Cómo busca transformar la concepción tradicional de la evaluación en el proceso formativo y qué papel juegan los nuevos maestros en esta reflexión crítica sobre la evaluación educativa?

– En el programa de formación complementaria estoy en los semestres 2 y 4, con algunas cátedras, por ejemplo, formación y subjetividad, investigación, crítica desde la evaluación educativa. Estos nuevos maestros están reflexionando sobre la responsabilidad que tenemos al evaluar al otro, porque se concibe siempre la evaluación educativa como algo punitivo, como algo que debe ser siempre pensado como sancionatorio o para certificar al otro. Desde mi experiencia como ponente en congresos internacionales a partir de mi tesis doctoral, he compartido con otros maestros y en otras esferas ese concepto de evaluar para transformar, no evaluar para sancionar. No estamos evaluando objetos, y pareciera que la evaluación inclusive desde la normatividad no ha sido declarada así. Se invisibiliza que detrás de la evaluación existen sujetos, tanto el sujeto que evalúa como el sujeto que es evaluado, y es una relación social, intersubjetiva, donde se ponen en juego muchas prácticas, tanto las prácticas del que es evaluado como las prácticas del que evalúa, es un cambio de enfoque, no es una evaluación para encontrar un producto o encontrar un resultado, es una evaluación donde sencillamente se está pensando en que ese sujeto que está detrás de la evaluación es un sujeto humano, un sujeto que siente, un sujeto que piensa y un sujeto que puede trascender a partir de esa evaluación.

¿Cómo puede la normativa apoyar una transformación en la práctica docente hacia una evaluación más reflexiva y socialmente consciente?

– El problema no está en la norma, porque se ha insistido, inclusive el decreto 1290 se hizo a partir de encuentros entre padres de familia, docentes, expertos, inclusive estudiantes participaron, pero ¿qué sucede? De nada me sirve tener una normativa que piense en el padre de familia, que piense en el estudiante, que piense en el mismo docente, si el docente no cambia el paradigma, si seguimos anclados en que hay que evaluar al estudiante simplemente para obtener un resultado o sencillamente para obtener una nota y ahí termina todo.

La idea es que desde la misma normatividad se potencie la práctica del docente entendiendo la evaluación como una práctica social. ¿Por qué social? Porque ese sujeto al que él está evaluando es una persona con unos derechos y con una capacidad de participación que puede trascenderse y que puede reflexionar a partir de esa práctica, de esa evaluación, donde no lo define una nota, sino lo que lo define es esa experiencia que se ha dado en la evaluación, y que él a partir de ella puede transformarse, tanto el docente de la información que obtiene en esa evaluación, como el estudiante en esa experiencia que también recibe.

¿Podríamos decir que la IENSA es un laboratorio en que se puede vivenciar esa transformación de la práctica evaluativa?

– Toda práctica innovadora implica la tensión del cambio, porque todo cambio justamente trae tensión, porque esto implica hacer una reflexión en torno a lo que es el SIE, el Sistema Institucional de Evaluación de la misma Escuela Normal, y cambiar de un día para otro todo lo que se ha fundamentado desde una práctica anquilosa, es decir, desde una práctica que ya se ha venido haciendo desde muchos años, es complejo porque implica que se comprenda cuál es la intencionalidad. Desde la Escuela Normal se viene haciendo justamente esta reflexión; para qué evaluamos, cómo evaluamos, a quiénes evaluamos y se han venido haciendo transformaciones. Son transformaciones que son a largo plazo porque el que está detrás, insisto, es un sujeto humano que debe trascenderse a sí mismo y generar conciencia. Lo cual implica tiempo, pero también implica que ese docente que está haciendo esos acompañamientos tenga que hacer un cambio en sus prácticas.

¿De qué manera ha contribuido su enfoque antropológico de la evaluación a la creación de nuevo conocimiento y cómo ha enriquecido su labor docente y su participación en congresos internacionales?

– Las ponencias en las que he participado en congresos internacionales, como ha sido en Perú, Argentina, inclusive México y aquí mismo en Colombia, me han permitido exponer este enfoque de la evaluación desde un sentido antropológico, que no había sido declarado antes, ese es mi trabajo justamente de la tesis doctoral, porque se trata de generar un conocimiento nuevo y el concepto que se está generando es la evaluación desde un enfoque antropológico. Lo que hago es compartir la experiencia como docente, pero también lo que se ha alcanzado desde la investigación que se viene haciendo desde el 2022, pero que trae un trasfondo desde mis propias prácticas pedagógicas desde el 2018. Teniendo en cuenta ese enfoque antropológico de la evaluación y en general de todo el ejercicio docente.

Se evalúa para formar, no para sancionar. Pero va uno a las prácticas y encuentra que son prácticas muy antiguas, donde se pensaba que se evaluaba únicamente para obtener una nota y para obtener un certificado. Para decir, ganó, perdió, pasó, no pasó. Inclusive todavía asombra escuchar docentes que le dicen al estudiante: es que usted a mí me perdió. El estudiante no le pierde nada al docente porque no es una transacción bancaria. Es el docente un acompañante, un guía, orientador en el proceso del estudiante. Y eso es lo que trato de fundamentar, tanto desde la dirección de la línea de estudios críticos en la universidad, y desde mi posición como docente, que para mí es la posición más grande en la Escuela Normal Superior. Porque es allá donde verdaderamente hay que hacer esos impactos en las instituciones educativas. Sería mejor que los doctores y los grandes maestros estén en las instituciones educativas, ojalá desde los inicios de esos niveles educativos, porque es ahí donde hay que hacer las transformaciones. No ya cuando se ha terminado un grado 11 o cuando se está en una universidad. Hay que hacerlo desde abajo. Porque si se hace desde abajo, se logran las transformaciones sociales. No empezamos a contener, sino, por lo contrario, empezamos a generar cambios.

¿Cómo considera que los docentes pueden impulsar la transformación social desde sus prácticas?

– La transformación social se puede lograr desde la educación, hay que confiar en la educación, pero la educación no se transforma desde las normas que crean quienes tienen ese poder de reglamentar la educación en Colombia. La transformación la hacemos los docentes, desde nuestras propias prácticas. El asunto es que hay que cambiar de mentalidad y esa mentalidad se cambia reflexionando sobre lo que hacemos y viendo al otro con respeto, porque pareciera que en Colombia la educación está fallando, es en ese sentido, cuando simplemente creemos que lo que estamos haciendo en nuestro servicio es un servicio cualquiera, este es un servicio que implica responsabilidad, porque es un servicio social donde se está trabajando con sujetos humanos, lo que implica que hay que pensarlos como tal, y hay que llevarlos a que adquieran conciencia y que se transformen a sí mismos.

Desde su experiencia como maestro e investigador, ¿cómo considera el uso del periódico en clase?

– Desde la premisa de que la lectura genera escritura, la comprensión genera producción, tener esa estrategia de la prensa en el aula, permite que el estudiante, primeramente, se acerque no de manera ingenua a la realidad y que empiece a ser crítico de esa realidad misma de la cual él hace parte y de la cual participa. Es necesario pensar de manera diferente, no viendo las redes sociales como algo negativo, sino con una mirada crítica. Muchas veces las instituciones educativas juzgan el uso de las tecnologías sin educar al estudiante para que las utilice de forma que transforme y vea su realidad de manera distinta. Porque las tecnologías llegaron para quedarse y no podemos estar de espaldas a ellas. Pero la prensa es uno de los apoyos, de los instrumentos que pueden ayudar a que ese estudiante adquiera ese tipo de comprensión. De lo contrario, no estaremos haciendo nada. En la ruralidad la prensa puede llegar a hacer inclusive mejores contribuciones que en la misma zona urbana, porque la prensa puede adquirir un espacio que no han tenido o no han impactado otros medios. Y la prensa puede servir para estos maestros rurales. Y conozco casos de experiencias que han sido inclusive reconocidas, donde se ha utilizado la prensa en zonas rurales para poder hacer ese tipo de cambio, de transformación de los sujetos. Que el estudiante se no perciba como un estudiante simplemente para vivir por vivir, sino que tiene una responsabilidad como sujeto social. Sujeto que va a hacer transformaciones en el mundo. Y para eso necesita ser crítico, para eso necesita adquirir conciencia de su propia realidad. De hecho, otra manera educar y mejorar la literacidad crítica implica una lectura de contexto, un reconocimiento de la realidad, y de pronto dejar a un lado las famosas cartillas y libros de texto que quedan guardados en las bibliotecas de las instituciones educativas.

¿Qué desafíos enfrenta la Escuela Normal Superior de Amagá para transformarse y adaptarse a los nuevos tiempos?

– La Escuela Normal es un tesoro que a Amagá tiene que velar por cuidarlo, es un tesoro que la misma comunidad debe entender que debe cuidar. El reto que tiene la Escuela Normal es transformarse a sí misma, pero de cara a transformar otras instituciones. No quedarse rezagada o agazapada en lo que ya pasó en los tiempos anteriores, sino transformarse a sí misma de cara a los nuevos desafíos. Hoy por hoy tenemos un desafío. Existen actualmente proyectos de ley a nivel nacional para transformar las escuelas normales en facultades de educación donde se formen los nuevos maestros de Colombia. Es un reto en el cual ya la Escuela Normal ha empezado desde lo que es la investigación y la práctica. Pero son discursos que no deben quedarse simplemente en el papel, sino que debe empezar a verse desde las mismas prácticas de los docentes.

Su testimonio de vida es un referente para muchos estudiantes, ¿cómo influye esta mentalidad de superación continua en su labor educativa?

– Siempre pensar. Siempre pensar en grande, nunca limitarse y saber qué es lo que estamos haciendo desde nuestra profesión. Si mi sueño era ser docente desde niño, entonces sabía que esa responsabilidad no podía asumirse a medias. Para hacer las cosas bien necesitamos disciplina y necesitamos sacrificios. Mi sacrificio ha sido estudiar de los 44 años que tengo, más de la mitad de los mismos. Y seguir estudiando, porque nunca hay que parar, siempre hay que seguir cualificándose. Los grandes maestros que han creado innovaciones de cualquier ámbito, inclusive desde las ciencias, los grandes científicos, nunca paran de estudiar. Hay investigaciones que se hacen por más de 40 años. ¿Y por qué? Porque ahí es donde está la esencia. Si yo quiero algo, simplemente tengo que sacrificarme e ir por ello.

Comentarios
Comparta esta noticia