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Si menciono a Gilberto de Jesús Muriel Agudelo, es muy probable que no sepan de quien estoy escribiendo, pero si les cuento que me estoy refiriendo a Gilberto ‘Paquete’ no van a dudar. A Gilberto lo conocemos como un tipo solidario, amable, que no falta en los entierros llorando así no conozca el difunto, la solidaridad de él es mucha, un hombre incansable también en lo ambiental, lo vemos diciéndole a la gente que no tire basuras al piso, recogiéndolas en el parque, es un hombre al que le duele Amagá.

Álbaro: Óigame Gilberto, hace mucho tiempo quería entrevistarlo y conocer un poquito de la historia suya porque lo conocemos ahora como vendedor de boletas, de chance pero hay muchas historias para compartir; ¿dónde nació usted y en qué fecha?

Gilberto: Yo nací en El Cedro, tierra querida donde empecé mi labor con la comunidad. Desde pequeño me ha gustado la solidaridad, compartir, he quitado el hambre a muchos campesinos, trabajé mucho tiempo en la Acción Comunal.

Álbaro: Espere don Gilberto un poquito más despacio, díganos la fecha en la que usted nació.

Gilberto: El 14 de agosto de 1946.

Álbaro: Y quienes fueron sus papás, cómo se llaman sus hermanos.

Gilberto: Mis padres se llaman Eleuterio Muriel Monsalve y mi mamá Rosana Agudelo León, Eleuterio que lo mató la mina cuando yo tenía 11 años, Herminia que murió, Libardo que también murió. Somos cinco hermanos vivos; Guillermina con quien yo comparto es mi madre y hermana a la vez, Gildardo, Rosana mi hermana la viuda y Angélica.

Álbaro: Gilberto usted estudió en la escuela del Cedro ¿cierto?

Gilberto: Sí señor, yo estudié en El Cedro y de ahí vine aquí a 5º de primaria, mis papás quedaron solitos, me parecía muy duro verlos al pie de mis hermanos y entonces me tocó salirme de tercero de bachillerato. Mi tierra tan querida recordándola, todos los días la miro y me da tristeza y lloro porque quisiera estar allá trabajando con los campesinos y la gente más pobre que yo, pero mi destino ya es en Amagá, sin abandonar la vereda mía porque cada ocho días les estoy mandando un aporte a los más pobres porque esa es mi vida.

Álbaro: ¿Cuál fue su primer trabajo en el pueblo?

Gilberto: Mi primer trabajo fue de sacristán en la casa cural, trabajé intachablemente, me sacaron y ya me dediqué a trabajar en las cantinas de mesero.

Álbaro: ¿Usted de pequeño que pensaba hacer?

Gilberto: A mí me gustaba ser cura o maestro pero no pude llegar, pero seguí las enseñanzas de Jesús: trabajando por los más pobres que yo y por el asilo de ancianos. Lo importante es que en el corazón de la persona le nazca la humildad, la sencillez y el carisma para trabajar con la gente, y para todo eso no se necesita ser cura. Me tocó trabajar cuando me sacaron de la parroquia para ver por mi papá y mi mamá como pobres y luchar por ellos hasta el final y para yo mismo sostenerme, ahora hace años vendo unas boleticas, es un duro trabajo pero ahí vamos defendiéndonos pocamente.

Álbaro: Usted decidió quedarse en Amagá y no volvió a vivir en la vereda.

Gilberto: No volví a la vereda porque allá el trabajo está muy malo, mi papá no tenía finquita para estar allá manejándola sino que él tenía caña sembrada en la finca de Martín Sánchez, entonces yo le dije a mi papá que vendiera eso y se viniera para el pueblo, que yo con mucho gusto veía por ellos hasta que se murieran. Que yo hubiera visto que mi papá tenía finquita, allá estuviera manejando lo de él y por lo que por tanto luchó. Recuerdo El Cedro y me da nostalgia por la casa de mis viejos y la de don Jesús Taborda que ya la tumbaron porque allá se metieron los paracos.

Álbaro: Bueno Gilberto de dónde nace el remoquete, el alias, ¿por qué le dicen Paquete?

Gilberto: Ese apodo salió de la vereda Pueblito San José en una romería con el padre Arcesio hicimos la misa, él se acomodó la ruanita y el sombrero y entonces habían cuatro viejitas por allá y yo les dije: “qué hubo muchachas, anímense” y me dijeron “no don Gilberto que nos vamos animar ya nosotras tan viejitas”, y entonces hablé con los músicos y pedí la canción “Métale candela al monte que se acabe de quemar”, y saqué a las viejitas a bailar y el padre se reía, entonces yo moché la pieza y nos limpiamos el sudor y recogí una pequeña ofrenda que la gente donaba para la parroquia y volví y las agarré, y entonces yo le pregunté al padre: “¿padre usted por que se ría ahora?” Y me dice el padre, “hombre Gilberto quien no se ríe con tus carajadas, con tus cosas tan charras, sacas a bailar a unas viejitas que ya están de cajón vos sos un paquete”, y desde allá en San José hace años y por el padre Arcesio quedé Paquete y no me choca.

Álbaro: ¿Se siente mejor si le dicen Gilberto o Paquete?

Gilberto: Es mejor Paquete, a veces me llaman Gilberto y yo no paro bolas y me llaman Paquete y miro, me siento alegre, es que para mí es mucha satisfacción sentirme bien con la gente, poder servir, acompañar los entierros, llevar café y panela a los velorios, esa es una misión mía, lo aprendí a hacer desde niño en El Cedro y así voy a morir, claro que yo amo mucho la vida, no quiero morirme todavía porque vivir es muy bueno, para uno mismo y para los demás.

Álbaro: Gracias Gilberto por este rato conversando, ¿y para dónde va ahora?

Gilberto: No, gracias a usted por la invitación. Hoy no hay velorios, tampoco hubo entierros, voy a terminar estas boleticas y listo, ¡adiós pues!

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