Entrega 34
Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio) Ciudad Bolívar
¿Qué nombre le pondremos?
El proyecto de creación de la aldea de San Gregorio, que naciera, a comienzos de los años 30, como resultado de la necesidad de obtener recursos para pagar una deuda en mora, continúa su curso y ya nadie puede detenerlo. Para estos momentos – estamos probablemente entre los años 1933 y 1935 – ya la plaza y la primera calle están prácticamente conformadas, y es muy probable que las bases del quiosco, uno de los negocios más emblemáticos del corregimiento, estén siendo ya puestas, e inclusive las primeras tapias de lo que va a ser la capilla tal vez estén siendo levantadas o, al menos proyectadas.
Es muy posible que la construcción del lado izquierdo de la foto haya sido la primera casa que se edificó en la aldea. Al lado derecho se ve la construcción de la iglesia en estado muy avanzada. Desafortunadamente la foto no tiene la fecha en que fue tomada.
Nuevas construcciones han ido surgiendo: una casa de dos pisos en el costado sur de la plaza, más otros negocios comerciales adicionales a los ya existentes. Uno de ellos es el de un señor llamado Octavio Betancur, seguido de la cantina-casa de Gabriel Sánchez, en la que los sábados por la tarde y los domingos todo el día suena la música que lánguidamente produce una victrola; la tienda-casa de Francisco Sánchez y, a continuación, la casa-tienda de la familia Londoño, bajo el liderazgo del mayor de los hermanos, Roberto, la que pronto habrá de convertirse en un importante local comercial, agencia de compra de café y hasta caja en la que alguien puede obtener un eventual adelanto en dinero que respalda con la cosecha de café o depositar algún dinero sobrante. En este proceso de crecimiento, los carpinteros y constructores, como Bernardo Guerra y Miguel Herrera, con el servicio de arriería de Francisco Cadavid (Soto), sumados al comercio, juegan un papel de vital importancia, porque se han convertido en los motores que sostienen e impulsan la incipiente economía de la comarca.
Es probablemente en estos momentos cuando los líderes del naciente caserío toman conciencia de que están viviendo una nueva realidad. Es de imaginar la tarde de un día, tal vez un lunes cuando todo está más tranquilo después de un agitado domingo, en el que los comerciantes, los carpinteros, el arriero, algunos dueños de fincas que han establecido su residencia en la aldea y el sacerdote que ocasionalmente ha empezado a visitar el lugar para prestar sus servicios espirituales, reunidos espontáneamente en una tienda, terminaran hablando sobre lo que sucedió el domingo que acaba de pasar: una riña entre vecinos por algún problema de linderos; la noticia sobre el robo de una vaca, de una mula o de un caballo, o la información que ha llegado de la alcaldía sobre recaudo de impuestos que los comerciantes y dueños de predios deben pagar, más el manejo de otros asuntos de carácter burocrático que deben ser realizados en sus oficinas de Bolívar. Todo ello los debió haber llevado a reconocer que había llegado el momento de darle a la aldea su personería jurídica para, de esta forma, poder contar con un inspector, con vigilancia policiva permanente y con mecanismos formales que facilitaran los trámites burocráticos con las autoridades municipales.
Súbitamente, surge una pregunta: ¿Qué nombre ponerle al caserío al momento en el que éste pase a convertirse en corregimiento? La respuesta, obvia, de la mayoría de los presentes debió ser algo así como: — pues San Gregorio, ¿no? ¿No es así como lo hemos llamado siempre? — Otro diría: — ¡No, pongámosle La Libia! — De pronto, alguien dijo: — ¡Ya sé! pongámosle el nombre de Alfonso López – La respuesta de los presentes debió ser algo así como: — y por qué ese nombre? — ¡Cómo me hubiera gustado haber presenciado ese momento tan importante! Haber asistido personalmente a la primera decisión de carácter formal y político de esta comunidad, la siguiente después de aquella otra en la que, unos años antes, Santiago Gil y José Félix Restrepo decidieran lotear el llano de la finca, con lo cual pusieron en marcha el proyecto de lo que sería el nuevo caserío que nacería en la zona rural del municipio Bolívar. ¿Quién fue el autor de la idea? ¿Lo fue Miguel Herrera? ¿Fue ésta aceptada fácilmente o, por el contrario, fue controvertida o rechazada por alguien? ¿Por qué Alfonso López?
Dice Bernardo Guerra que la razón del nombre de Alfonso López fue una sola: San Gregorio “era un pueblo liberal”. Nota Que esa hubiera sido la motivación para darle a este paraje tal nombre pone de presente la situación política que estaba viviendo Colombia en esos momentos y a la que las gentes del caserío, por lo visto, no eran ajenas. Hacía apenas cosa de cuatro años largos que había terminado lo que se llamó la época de la Hegemonía Conservadora, un período de 46 años (1896 – 1930) en los que el poder del Estado estuvo en manos del Partido Conservador, siendo Rafael Núñez el primero de su presidentes y José Abadía Méndez el último. A partir de ese momento (1930) el poder pasó a manos del Partido Liberal por un período de tiempo que transcurrió entre 1930 y 1946, siendo Enrique Olaya Herrera el primero de los mandatarios de ese partido (1930 – 1934). Le sucedió en el cargo precisamente Alfonso López Pumarejo, quien ejerció el mandato en dos ocasiones, siendo la primera el período que fue de 1934 a 1938, etapa durante la cual San Gregorio se convirtió oficialmente en corregimiento. Los liberales, por consiguiente, sentían que estaban pasando por un buen momento. Esto no tendría nada de especial si no hubiera sido por el clima de extrema confrontación bipartidista entre liberales y conservadores que se vivía en esos momentos en el país y que llegaría a su clímax con la muerte de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948 y la subsiguiente etapa llamada La Violencia, que duraría hasta el año de 1957, pese a que con Rojas Pinilla (1952 – 1957) ésta hubiera bajado de intensidad. Esta cultura del partidismo, según la cual la opción política no era el resultado de una decisión libre y consciente de los individuos sino la de haber nacido en un determinado lugar — en algunos casos como una herencia de los mayores –, dentro de la cual nació a la vida jurídica nuestro corregimiento, habría de ser el caldo de cultivo propicio, como ya se sabe, para la violencia de los años posteriores.
Decidido el nombre, es muy posible que una comisión compuesta por los vecinos más destacados se haya trasladado esa misma semana a Bolívar para hacer el memorial de rigor solicitando al concejo municipal la creación del corregimiento. En caso de que las cosas hubieran sucedido de esta forma, es muy posible que en algún paquete de amarillentos documentos atados con una cabuya en algún olvidado rincón de un frío y oscuro sótano repose este memorial. ¡Cómo me gustaría poderlo leer y saber cuáles fueron las razones aducidas para solicitar la creación del corregimiento! Aunque es posible también que haya corrido la misma suerte de muchos otros viejos documentos del archivo municipal que, por decisión de algún funcionario, hayan sido vendidos por kilos como papel inservible.
Primer folio del Acuerdo No.88 de 1935, emitido por el concejo municipal de Bolívar. (Publicado por Róguell Sánchez).
Sea como sea, el 1 de septiembre de 1935 el concejo municipal — previo concepto favorable otorgado por la gobernación de Antioquia — emitió el Acuerdo No. 88, en cuyo artículo primero se lee: “Establécese en el paraje San Gregorio de este Distrito un corregimiento de policía que se denominará CORREGIMIENTO DE POLICÍA ALFONSO LÓPEZ, el cual funcionará en el punto denominado Remolino de esta jurisdicción”. Con este acto oficial, San Gregorio dejó de ser un simple paraje para pasar a ser un corregimiento con personería jurídica, con un nombre surgido de las entrañas mismas del bipartidismo: ¡Había nacido ALFONSO LÓPEZ!
Nota:
El relato en el que Bernardo Guerra hace referencia a sus primeros años en San Gregorio y a la forma como se le dio el nombre de Alfonso López a San Gregorio que se podía encontrar en You Tube, desafortunadamente fue retirado con posterioridad al momento en el que pudo ser consultado. Es una lástima porque era un documento muy valioso.
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Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja
Corregimiento Alfonso López (San Gregorio)