Este año la Corporación de Comunicadores Comunitarios del Suroeste – SURCOM con el apoyo del Periódico EL SUROESTE y la Universidad EAFIT, aceptó el reto del Ministerio de Cultura para poner a sonar en la radio comunitaria: relatos de paz y reconciliación.
Estamos recorriendo al Suroeste, estamos escuchando y conversando con las comunidades sobre sus problemáticas, sus sueños, sus temores…y le estamos apostando a tejer de manera colectiva: alternativas, acciones y propuestas que incidan en la transformación de sus territorios bajo un enfoque de paces territoriales.
A través de talleres formativos, dialogamos sobre la superación de los conflictos y las violencias, sobre la responsabilidad de cada habitante con relación a la convivencia y desarrollo de su municipio; es allí donde desde la co-creación van surgiendo los testimonios que le darán vida a cada capítulo de ‘Paz al Pedal’, que serán emitidos por 9 emisoras y que se convertirán en memoria viva de una región que como tantas otras del país se vio afectada por el conflicto armado pero que hoy decide narrar para no olvidar, reflexionar y actuar para que no se repita la misma historia, ni en su pueblo ni en su nación.
Esta serie radial es una búsqueda de actos de paz desde las visiones de hombres, mujeres, jóvenes, niños y niñas del Suroeste que se cuestionan por las condiciones de vida de los cafeteros; por las disputas que se generan con la minería de oro; por la exclusión de las comunidades indígenas; la naturalización de las violencias contra las mujeres y la deserción escolar.
Creemos que los medios de comunicación estamos llamados a la búsqueda de todas las verdades, a abrirle espacio a todas las voces, a contribuir al consenso entre las regiones, sus ideologías y planes de desarrollo.
Queremos en bicicleta, pedaleando, conversando con la gente, encontrar y contar, resaltar el poder de la palabra, de la conversación cotidiana que nos convoca a la reflexión fraterna y a la comunión con otros y otras.
La ciudadanía de Colombia debe sentirse convocada para escuchar, expresar y crear en torno al derecho, al sentimiento, al valor, al conjunto de todo lo tangible e intangible que le da vida a la paz. Los habitantes del Suroeste son el 6% de todos habitantes de Antioquia y la agricultura es la mayor generadora del empleo rural, cerca de 4.000 empleos, equivalentes al 90% del empleo total rural, según consta en el Plan de Desarrollo departamental.
En el Suroeste habita una población campesina acostumbrada a escuchar radio en los cafetales desde muy tempranas horas. En las plazas, las voces de la radio se escuchen de esquina a esquina, mientras que en las veredas y corregimientos ya sea a campo abierto, entre cafetales, en los corredores y cocinas de las casas, y hasta en las minas de carbón, no puede faltar la radio: el invitado musical del día, la santa misa, el anuncio para que don José recoja el costal que olvidó en el granero, la información de la junta de acción comunal, la reflexión para vivir mejor en familia; todas buenas nuevas difundidas por las emisoras comunitarias.
La serie radial ‘Paz al Pedal’ llegará a todo tipo de público, será la invitación para que las familias campesinas, labriegos, estudiantes, mineros, mujeres y hombres que han vivido en carne propia los avatares del conflicto, jóvenes a los que quizá sus padres les han contado que por más de 50 años el país no había conocido lo que era un día en paz, conozcan la ruta de la paz del Suroeste, a través de un recorrido en bicicleta.
Precisamente nuestro recorrido empezó el pasado 5 de agosto en Amagá con jóvenes de la Cuenca de La Sinifaná que reflexionaron sobre los conflictos sociales, económicos y culturales que identifican en el Suroeste.
El 10 de agosto llegamos a Venecia, uno de los municipios con los índices de violencias contra las mujeres más altos, predominando: la intrafamiliar, la sexual y la psicológica. Allí algunas integrantes de la Asociación de Mujeres de Venecia y otras mujeres que apenas empiezan a transitar el camino de la reivindicación de sus derechos, compartieron sus historias de vida y expresaron las acciones políticas, sociales y simbólicas que consideran son necesarias para erradicar el machismo y la iniquidad en sus hogares, barrios, espacios públicos, entre otros escenarios de interacción.
En el taller participaron hombres que también creen que no puede haber paz si continúa el maltrato y la invisibilización de las historias de las mujeres.
El 25 la cita fue en Jericó, un territorio dividido por el Sí y el No frente a la minería de oro, la cual fue prohibida el pasado 7 de junio mediante acuerdo municipal. La fragmentación de las comunidades, las disputas por lugares que creemos deben unir en vez de dividir, motivó nuestro tercer taller: ‘Encontrémonos para construir una Cartografía social, ambiental y económica del municipio como aporte a la construcción de territorios en paz’.
Con todos los actores (sin importar su postura frente a la minería), comunidades, organizaciones sociales y ambientales, representantes de la Administración Municipal, trabajadores de AngloGold Ashanti, representantes de Corantioquia, del sector cultural, educativo y artístico, comerciantes, cafeteros, madereros, etc. propiciamos el diálogo para que se definieran alianzas, proyectos, puntos de encuentro frente a las visiones del territorio y la reconciliación.
El 30 nuestra parada fue en Andes, allí estudiantes del curso ‘Sostenibilidad para el campo’ dictado en la Seccional Suroeste de la Universidad de Antioquia, nos recibieron con sus saberes e inquietudes sobre las condiciones de vida dignas para los y las caficultoras de la región. Analizaron el pasado, el presente como agentes de paz desde sus cafetales, e imaginaron el futuro del café como un producto sostenible y amigable con el ambiente.
El 07 de septiembre retomamos la ruta y llegamos al resguardo indígena Hermeregildo Chakiama de la etnia Embera Chamí, ubicado en el municipio de Ciudad Bolívar. La comunidad nos permitió ver el corazón de su cultura y reflexionar por medio de un ‘palabrario’ (diccionario) sobre la importancia de preservar su lengua y la identidad cultural de su pueblo.
Niños y niñas, adultos jaibaná, tejedoras, hombres y mujeres orgullosos de su herencia ancestral, hablaron en embera sobre los retos que tienen ante la globalización, de la importancia de que su lengua siga viva entre generaciones y no se vuelva el dato de un libro de historia; reafirmaron su amor por la Madre Tierra y concluyeron que su mayor acto de paz es seguir luchando para que sus raíces no pierdan la esencia, para que sus saberes sigan inspirando el presente y el futuro de su pueblo.
El pasado 14 de septiembre nuestra parada fue en el municipio de Montebello con el objetivo de: contribuir a la construcción de la memoria histórica del país a través de los relatos de un grupo de campesinos y campesinas que tras muchos años de haber sido víctimas del desplazamiento forzado, retornaron a sus tierras.
Pusimos en escena un programa radial llamado ‘Las voces del retorno’ al que los oyentes debían llamar para contar sus historias de vida, cómo era Montebello antes, cómo fue su proceso de retorno y cómo afrontan su actual proyecto de vida. En este ejercicio además de los recuerdos que aún duelen, fue evidente el amor por la familia, la vida en el campo y la gran capacidad que tienen para superar las adversidades.
Su compromiso final fue un pacto entre vecinos para seguir tejiendo desde la cotidianidad de sus veredas la paz que hoy les permite reconstruir sus vidas.
En octubre pedaleamos con rumbo hacia el municipio de Betulia, llegamos el 12 de octubre a la vereda La Raya para conocer cómo es el día a día de niños y niñas que desde el campo emprenden un viaje hacia la urbe para estudiar. Allí escuchamos la preocupación de las comunidades sobre la falta de recursos para el transporte escolar rural.
Al día siguiente en la Institución Educativa San José nos reunimos con el grupo sexto tres, beneficiario del servicio de transporte el cual solo funcionará hasta el 29 de octubre. Los niños y niñas expresaron su gusto por estudiar, algunos compartieron sus sueños y las razones por las que aman sus veredas y las vocaciones agrícolas de sus familias.
Ellos y ellas están convencidos que la educación es el camino y aunque la Administración Municipal asegura que en las veredas se adecuarán centros rurales de enseñanza, consideran que no recibirán la misma calidad educativa.
Conocer la ruta de la paz en un recorrido por nuestra región Suroeste nos dejó además de 8 capítulos de la serie radial Paz al Pedal, una cantidad de iniciativas para la reconciliación en los territorios, propuestas de quienes participaron en los talleres formativos en Amagá, Venecia, Jericó, Andes, Ciudad Bolívar, Montebello y Betulia; en estos municipios propiciamos un espacio de diálogo sobre las diferentes problemáticas de sus territorios y sus alternativas de solución. Al final de cada encuentro invitábamos a los participantes a construir un protocolo de paz, que se constituyen en compromisos de niños, niñas, jóvenes, adultos mayores, mujeres, hombres, líderes de organizaciones, educadores, alcaldes, empresarios, comunidades, familias y en general habitantes del Suroeste para asumir el reto de comenzar a tejer de manera colectiva las paces territoriales que necesitamos para que surjan territorios fértiles aptos para sembrar y cosechar los sueños individuales y colectivos.
Entre los compromisos más reiterativos que se fueron sumando a la reflexión sobresale la necesidad de espacios para el encuentro, el diálogo y el conocimiento; lo que nos motiva a continuar escuchando a las comunidades para acompañarlas en sus diferentes acciones por la reconciliación. Así mismo, algunos de quienes participaron en los siete talleres de Paz al Pedal creen que un camino para vivir en paz en el Suroeste es crear proyectos productivos para el bienestar y sostenibilidad; nuestras comunidades reclaman mejores ingresos y una rentabilidad digna de trabajo en el campo, condiciones necesarias para la paz. El respeto por la naturaleza también surgió en nuestras reflexiones como una necesidad colectiva, estrechamente ligada con el arraigo y la defensa de la tierra; así mismo las propuestas de diálogo entre generaciones para recuperar los saberes, valores, tradiciones y cultura del campo.
El octavo encuentro lo llamamos Tertulia Paz al Pedal, llegamos al municipio de Amagá el sábado 21 de octubre, nos reunimos con 40 personas que ya habían participado en los anteriores talleres, estuvimos en el Hogar Juvenil, Campesino y Minero, allí asumimos el reto de construir para ustedes una propuesta de protocolo de paz para el Suroeste.
Los relatos de paz y reconciliación ya empezaron a sonar en la radio ¡Para superar distancias!
«En el Suroeste todo ha sido muy callado»
En la región del Suroeste de Antioquia, con 23 municipios y una población aproximada de 400.000 habitantes, hay registradas 134.745 víctimas del conflicto armado entre 1985 y 2016, según la Dirección Territorial para las Víctimas de Antioquia.
Para Jhon Fernando Mesa, coordinador en Antioquia de la Red Nacional de Iniciativas Ciudadanas por la Paz y contra la Guerra, “en comparación con otras regiones del departamento, las violencias, el impacto de la guerra, han sido muy callados en el Suroeste, y este silencio también nos dice que algo pasó. Se ha podido identificar víctimas de desplazamiento forzado, víctimas de violencia sexual, intrafamiliar y de las denominadas vacunas, porque el flagelo de la extorsión se ha instalado con fuerza en esta zona”.
Los habitantes del Suroeste de Antioquia, como los de todo el país, fuimos convocados a conversar sobre la paz y a votar para refrendar los acuerdos de paz entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las Farc.
En el plebiscito del 2 de octubre de 2016 con 6.422.136 votos (el 50,23%), el ‘No’ se impuso ante el ‘Sí’. En el Suroeste el 63,6% votó ‘No’ y el 36,4% votó ‘Sí’.
Montebello fue el único municipio del Suroeste donde ganó el ‘Sí’ con el 55,11% frente al 44,88% por el ‘No’. Hubo una abstención del 74,60%. Votaron 56.936 personas; el 25,40% de los electores.
Frente a los resultados del plebiscito en Antioquia resulta revelador identificar que uno de los líderes de opinión más representativos, si no el más, en contra de los acuerdos de paz entre el Gobierno Nacional y las Farc es Álvaro Uribe Vélez, nacido en esta región en el municipio de Salgar; sus ideas y proyecto político a veces parecieran ser el común denominador de la región.
Sabemos que ya empezó la implementación del acuerdo de paz con las Farc, y lo importante que es esta etapa para entender que la lucha armada no es una opción, pero sobre todo entendemos que la conversación sobre la paz no debe limitarse a ello, el deseo da cuenta de una aspiración mucho más grande, la de que todos los colombianos vivamos en paz.
Empecemos por el principio, hablemos de las paces y no solo de una paz, y hagámoslo más cercano a nuestra realidad, desde nuestros territorios.
«No hay una única paz ‘nacional’ sino que hay muchas paces territoriales»
Plantea la Escuela de Innsbruck (Austria) y la Maestría de Paz, enmarcada en la Cátedra de Paz UNESCO en dicha Universidad. Esta escuela de pensamiento nos propone el término Paz Transracional (*); la comprensión de la paz como un concepto cultural, a partir del cual la paz se asume desde una pluralidad de sentidos y dimensiones, articulados holísticamente, de modo que todos ellos se asumen como válidos, compatibles y complementarios; en otras palabras, cada uno necesario, pero no suficiente.
La Paz Transracional estaría integrada por: 1) la Paz Espiritual, 2) la Paz Moral, 3) la Paz Moderna, y 4) la Paz Posmoderna, esta última acentúa la importancia de territorialidades más pequeñas, no correspondientes con las del territorio estatal, propendiendo por paces comunitarias.
La paz, como posibilidad de vivir y convivir pacíficamente nos confronta con realidades, problemáticas muy cercanas a los habitantes del Suroeste de Antioquia. Creemos que los medios de comunicación comunitaria como las emisoras de nuestros municipios tienen el poder de acercarnos, de acortar o hacer desaparecer las distancias.
Podemos reconciliarnos, entender que la paz no debe ser un discurso pendenciero y partidario; desafiar y afrontar desde nuestro contexto territorial y cultural el pobre significado que le hemos dado a algunas palabras, decir otras, intentar mejores argumentos.
Contextos
El Suroeste es una región reconocida por el sabor y olor de su café. Es una de las mayores zonas productoras de café de exportación del país. Entre sus retos está incentivar el consumo de productos locales, el relevo generacional, prácticas amigables con el ambiente y la defensa del pequeño caficultor.
En esta región antioqueña según lo consignado en el Plan de Desarrollo 2016 – 2019, “la actividad agropecuaria se especializa en agricultura, destacándose la producción cafetera. La agricultura es la mayor generadora del empleo rural (cerca de 4.000 empleos, equivalentes al 90% del empleo total rural)”.
En la Cuenca de La Sinifaná en los municipios de Amagá, Angelópolis, Fredonia, Venecia y Titiribí hay minería de carbón. Los mineros del carbón mueren y sobreviven en el vaivén de la legalidad e informalidad. Los cierres de las minas no son la solución, dicen los mineros y sus familias.
Se estima que hay 4 mil millones de toneladas de carbón para extraer. La exploración de minería de oro es más reciente en municipios con vocación agrícola como Jericó, Támesis, Caramanta y Jardín ¿Sí o No a la minería de oro? Es una de las conversaciones más intensas en los últimos tiempos por parte de distintos actores. Protección del ambiente, del patrimonio y del sector turístico, son los argumentos de las comunidades para movilizarse en contra de cualquier asomo de actividad minera en sus pueblos o veredas.
Entre 2014 y 2015 fueron asesinadas 322 mujeres en Antioquia, aproximadamente 30 de los casos ocurridos en ese mismo periodo se presentaron en el Suroeste. Las mujeres del Suroeste también hacen parte de las estadísticas sobre desplazamiento forzado con 346 víctimas, de las cuales 290 corresponden al municipio de Urrao (Registro Único de Víctimas del Gobierno, 2015).
En Antioquia, el 85.5% de los casos de presuntos delitos sexuales registrados en 2014, ocurrió contra las mujeres. En el Suroeste se registran 80,72 casos de violencia sexual por cada 100 mil mujeres.
En el ‘XIV Informe sobre la Situación de Violación de Derechos Humanos de las Mujeres’ se halló que el Suroeste tuvo una tasa de 185.67 mujeres víctimas de violencia de pareja por cada 100 mil mujeres.
Las comunidades indígenas Emberá Chamí y Emberá Catío que habitan los municipios de Jardín, Pueblorrico, Ciudad Bolívar, Valparaíso, Támesis y Urrao, a pesar de sus esfuerzos propios y de la acción de instituciones gubernamentales y privadas a nivel departamental y nacional para el fortalecimiento de su identidad local, la visibilización en la región y el reconocimiento de su riqueza intercultural, continúan en su misión de lograr mayor inclusión para la garantía de las condiciones de vida necesarias.
(*) https://loshilosdelmundo.files.wordpress.com/2012/11/dietrich_la-paz-como-concepto-cultural-copy.pdf