Se nos hunde la tierra
Por Colectivo Morro de Agua*
El Sendero de la Anaconda es un documental sobre la selva del Amazonas donde participan el antropólogo Martin von Hildebrand y el biólogo y escritor Wade Davis. En este documental se plantea la necesidad de conservar los ecosistemas colombianos.Pudimos apreciarlo en el parque de Jericó en enero del año 2020 en el Hay Festival, organizado por la caja de compensación familiar Comfama.
Antes de la proyección de la película, Wade Davis contó que en los colegios y universidades de su país natal, Canadá, les enseñan que las montañas solo son depósitos de minerales…
…Que cuando vino a Colombia y estableció amistad con los indígenas del Amazonas, comprendió que las montañas son sagradas, que sus verdaderos tesoros no son los minerales y que guardan riquezas infinitas, imposibles de ser vistas por la limitada mente de un minero.
No dijeron que eran mineros
Cuando llegaron a Jericó, los exploradores al servicio de AngloGold Ashanti no tuvieron el coraje de reconocer que eran mineros. Dijeron que venían a hacer análisis de suelos para mejorar los cultivos de café. Solo después de perforar un conducto de agua subterránea y cuando un líquido gris y maloliente empezó a salir de la tierra y caer a una quebrada, les fue imposible esconder el daño y tuvieron que decir que sí, que estaban explorando la montaña para hacer minería, pero que no se preocuparan que la mina iba a ser subterránea.
La Tierra no es infinita
Cuando nos hablan de minería subterránea a quienes no somos mineros y a duras penas conocemos minas de carbón, pensamos en socavones estrechos, en los que solo cabe una persona, como los de Angelópolis y Amagá.
Quedan muy pocas minas de este tipo en el mundo; se llaman de veta, o de vena, porque el mineral que se extrae ha formado una vena dentro de la tierra, como las venas de nuestro cuerpo. El minero se topa con una vena de estas, digamos en nuestra muñeca, y sigue brazo arriba, sacándonos la sangre pero sin necesidad de meterse a los músculos, ni a los huesos, ni a los tendones, porque lo que le interesa está ahí, en la vena, en la veta.
Hoy la cosa es distinta. La verdad es que la Tierra no es infinita y los mineros ya extrajeron casi todos los minerales que formaban vetas. Los minerales que quedan están diseminados dentro de las montañas, revueltos con el resto de los ingredientes del subsuelo.
Tome un pocillo de café en polvo, agréguele una cucharadita de sal, revuelva bien y vácielo sobre la mesa del comedor, formando una pequeña montaña. Usted no ve la sal, pero ahí está, diseminada dentro del café. Así están hoy los minerales dentro de la tierra. Revueltos con el resto de la montaña.
Por eso, los mineros del Siglo XXI tienen que destruir grandes porciones de las montañas, molerlas y convertirlas en pequeños terrones que someten a procesos físicos y químicos, para extraerles el mineral.
Cobre, oro y molibdeno
Hay dos formas de sacar el mineral de una montaña: por encima o por debajo. Cuando el mineral está cerca de la superficie, en la parte alta, los mineros empiezan por encima, como en la mina Cerrejón, en La Guajira. Este método se denomina “a cielo abierto”. Con muchas toneladas de dinamita e inmensas retroexcavadoras, extraen el carbón y lo depositan en volquetas. A medida que la extracción se profundiza, construyen carreteras por el borde del socavón para que las volquetas entren vacías y salgan llenas. Cuando los mineros se llevan todo lo que les interesa, dejan un hueco enorme para el resto de la vida.
Hay muchas minas de este tipo en el mundo. La más grande de todas se llama Chuquicamata, está ubicada en Chile y contiene cobre, oro y molibdeno, los mismos minerales que Quebradona, en Jericó.
De abajo hacia arriba
Cuando lo que se quieren llevar está en las profundidades de la montaña, lejos de la superficie, los mineros empiezan por debajo.
Construyen túneles para llegar hasta el sitio donde se encuentra el mineral revuelto con la roca y empiezan a dinamitar las entrañas de la montaña, de abajo hacia arriba.
La roca cae por su propio peso y es transportada en volquetas hasta el exterior, donde la someten a tratamientos físicos y químicos para extraer el mineral. Este es el método propuesto por AngloGold Ashanti para desarrollar el proyecto minero Quebradona.
Colapso
A medida que avanza la explotación de la mina, la parte alta de la montaña se va quedando sin nada que la sostenga, su hunde y colapsa. Se forman un cráter, una zona de agrietamiento y una zona de deformación. En los libros de minería, este método minero se denomina “hundimiento por subniveles”.
A partir de suposiciones que pueden ser acertadas o no, AngloGold Ashanti cree -pero no está segura en las cifras- que el hundimiento provocado por esta explotación generaría un cráter de 450 metros de diámetro, más o menos.
Alrededor de ese cráter aparecerían “fracturas radiales que generan volcamiento de bloques hacia la cavidad”; es decir, grandes grietas en dirección al centro del cráter de unos 500 o 600 metros de largo.
En el área externa de la zona afectada “se pueden detectar deformaciones medibles en superficie”, o sea que el terreno perdería su forma natural.
Este impacto negativo contra la montaña se conoce con el nombre técnico de subsidencia, y no solo se desarrolla durante el tiempo de explotación del mineral, sino que puede seguir creciendo a lo largo del tiempo, de manera permanente, como ha ocurrido en varias partes del mundo.
Según la empresa minera, el área total de la subsidencia abarcaría 72 hectáreas, que equivalen a 720.000 metros cuadrados.
Sin embargo, estudios independientes contratados por colectivos defensores del territorio, señalan que el área de agrietamiento podría llegar a medir 480 hectáreas -4,8 kilómetros cuadrados- y él área de deformación del terreno, unas 650 hectáreas adicionales -6.5 kilómetros cuadrados-.
320 metros
Según el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) que AngloGold Ashanti presentó a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientals (ANLA), el área de subsidencia está a solo 320 metros -4 cuadras- del límite municipal entre Jericó y Támesis, en la cuchilla El Chaquiro.
Al otro lado de esta cuchilla se encuentra la vereda La Juventud, en el corregimiento de Palermo, municipio de Támesis.
Un mapa oficial del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (Ver el mapa) identifica los cauces que resultarían afectados por la subsidencia: en Jericó, las quebradas El Oso, Yolombala, La Fea, La Cestillala y Quebradona; en Támesis, las quebradas Los Robles, La Mica, La Yarumala y el río Ríofrío, que surte el acueducto del municipio de La Pintada.
La imagen que utiliza la minera para promocionar su proyecto solo muestra cinco quebradas: Higuerillo, Quebradona, Chaquiro, La Fea y La Yolombala, todas corriendo hacia el río Piedras, en Jericó. En el EIA que AngloGold Ashanti presentó a la ANLA, la realidad es a otro precio. La Quebradona es un ejemplo aterrador; muestra la severidad de los posibles impactos de la minería contra el agua en el Suroeste de Antioquia.
El caudal mínimo actual de la Quebradona es de 217 litros por segundo (l/s); si se hiciera la mina, este caudal se reduciría a 4,3 litros por segundo; y cada dos años y medio, desaparecería por completo, según el Resumen ejecutivo análisis de efectos del proyecto minero Quebradona por Comfama.
Sin embargo, hay un detalle todavía más preocupante. Las quebradas de Támesis no se mencionan en el EIA de Quebradona, aunque sus nacimientos están a menos de 1.500 metros del centro del cráter. Támesis no aparece dentro del área de afectación del proyecto. Por eso decimos: el EIA de Quebradona está incompleto, no dice nada de las quebradas y el río que corren por tierras de Támesis, y que sus nacimientos están dentro del área de subsidencia del proyecto minero. Estos cauces de agua también resultarían afectados por el colapso que sufriría el terreno, si la ANLA entrega la licencia ambiental a AngloGold Ashanti o a cualquier otra empresa minera.
Daño a la montaña
Para compensar este descomunal daño a la montaña, AngloGold Ashanti propuso construir un santuario en el fondo de la caverna, dedicado a Laura Montoya -única santa católica colombiana, nacida en Jericó- e instalar unas bancas en el borde del precipicio para que los turistas se sentaran a mirar un hueco de 550 metros de profundidad.
Parece que la empresa sudafricana descartó estas ideas descabelladas porque en el EIA de Quebradona no las menciona, y por el contrario afirma que “durante los tres primeros años de esta etapa (operación de la mina) se realizará la revegetalización de la zona de subsidencia”. No queda claro el objetivo de esta revegetalización, pues el mismo documento dice que “para el segundo año de operación del proyecto se deberá aislar el área superficial sobre el depósito en el predio El Chaquiro” mediante “un cerramiento con mallas de hierro y polisombra” (…) “con el fin de limitar el paso de fauna terrestre a donde tendrá lugar la subsidencia, ya que para el tercer año de operación se espera que comience el asentamiento”.
Sin embargo, ni en el capítulo correspondiente al cierre y postcierre de la mina, ni en los anexos y cronogramas del EIA, aparece ninguna referencia al mantenimiento de esta malla de hierro y polisombra después del cierre y postcierre de la mina, tal vez porque no lo consideran necesario o porque estiman que para ese momento, la fauna de la zona habrá emigrado, en busca de mejores lugares para vivir.
El tesoro
El Sendero de la Anaconda es el recorrido de Wade Davis y Martín Von Hildebrand por la selva amazónica colombiana, en compañía de comunidades indígenas del río Apaporis, que habitan ese territorio hace más de 500 años. Durante todo este tiempo, dichas comunidades han vivido de manera sostenible, protegiendo el bosque y preservando su cultura y sus creencias, a pesar de la presión exterior.
La preocupación más grande de Wade, Martín y las comunidades indígenas, es el momento político y social que vive Colombia, en el que se podría permitir la explotación comercial de estas maravillas naturales. Esa misma preocupación la vivimos en el Suroeste de Antioquia, donde sentimos que unos extranjeros recién llegados, solo ven en nuestras montañas títulos mineros y depósitos de minerales y que nunca comprenderán que las montañas no guardan tesoros; las montañas son el tesoro.
*Colectivo Morro de Agua, guardián de los tesoros naturales y sobrenaturales del cerro La Mama,localizado en la montaña entre Jericó y Támesis.
Argumentos para debatir en democracia
En el Periódico Regional EL SUROESTE posibilitamos la expresión de las diferentes opiniones a favor o en contra del Proyecto Minera Quebradona de AngloGold Ashanti. Este es el camino por el que hemos optado: facilitar el diálogo, fomentar el entendimiento, e informar sobre lo que va sucediendo en pro y contra del proyecto; es el mejor de los caminos para el periodismo. Esa es la opción que elegiremos siempre: informar. Más información aquí.