Que la muerte no espante la esperanza, el porvenir. No es cierto que todo acaba, que no amanece más, que la opacidad abarca todo. La muerte no es otra cosa que el inevitable existir.
Será mejor que, en este espacio que él creo para encontrarnos, la promesa encuentre la pluma muy cerca del papel y al lector en pronta acción, que lo que nos convoca aquí siga su curso un día desatado, y por muchos más días impulsado por su ingenio, creatividad, por su entrega a la comunidad, su visión de región, su generosa condición humana. Aquí vive en el impulso que nos comunica, en lo escrito.
Hoy lo evocamos con sus versos, recitados en honor a lo que fue su vida, a lo que nos dejan sus obras, porque Álbaro está en la memoria.
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