Una reflexión que todos deberíamos hacer
El lanzamiento del libro sobre la memoria histórica de Ciudad Bolívar, a efectuarse el día 17 de agosto del presente año por parte de la Sociedad de Mejoras Públicas de este municipio, es una buena oportunidad para traer a cuento lo publicado en el primer capítulo de mi escrito, titulado Historia de una herencia, que empecé a escribir a partir del mes de agosto del año 2022 y que apareció por entregas a través del Periódico Regional EL SUROESTE, como tantos otros temas de mi autoría, para cuya difusión he tenido la gran fortuna de contar con las puertas abiertas de este medio de comunicación. Y una forma de hacer este recorderis, es volver a publicar la parte introductoria de ese trabajo, la que transcribo a continuación, aunque con algunas modificaciones, necesarias para guardar coherencia con las circunstancias del momento actual:
Como muchos otros sitios pequeños, el corregimiento de San Gregorio (oficialmente, Alfonso López), del municipio de Ciudad Bolívar, con frecuencia ha pasado desapercibido, de tal forma que solamente aparecía en los informes oficiales como un lugar sin trascendencia especial hasta hace relativamente poco tiempo. Aún hoy, en los documentos de promoción turística del municipio que se pueden consultar, por ejemplo, en las redes sociales, rara vez aflora el nombre de esta localidad y, cuando aparece, casi siempre lo es de una manera marginal. Son varias las causas que contribuyen a esta especie de aislamiento; entre ellas, en mi opinión, se encuentra el estilo centralista que muchas administraciones municipales del país (incluida C. Bolívar) terminan dándole a su diario acontecer, con la consecuencia práctica de que lo único relevante en la vida diaria del pueblo es lo que sucede dentro de la cabecera municipal o en su entorno inmediato. Lo demás es secundario, no recibe protagonismo o es sencillamente ignorado.
No obstante, este sistema de interacción tan rezagado, que predomina con frecuencia entre las pequeñas colectividades rurales y su cabecera municipal, no tiene por qué ser algo fatalmente inmodificable, y es allí donde la iniciativa de sus comunidades está llamada a jugar un papel determinante, cuando sus integrantes toman conciencia de su propio potencial y empiezan a actuar pensando más en sus posibilidades y menos en sus limitaciones. De hecho, el San Gregorio de hoy y pese a esa situación de marginalidad que aún padece en muchos aspectos, muestra un notable progreso en comparación con lo que era, por ejemplo, en la década de los 60 del siglo pasado: vías de acceso vehicular que lo comunican con el casco urbano de Ciudad Bolívar, con el municipio de Salgar, con la ciudad de Medellín y con otros municipios de la región; electrificación, servicios públicos, educación, conectividad y servicios básicos de salud, entre otras cosas, gracias en gran medida a la gestión constante de líderes y lideresas salidos de entre su propio medio.
Y es que el recurso más valioso de cualquier lugar del mundo son sus mismos habitantes y este corregimiento lo posee: juventud que está creciendo, adultos con experiencia en manejo de fincas cafeteras y de otros cultivos; emprendedores, artistas musicales y de la pintura, etcétera. Son recursos que, puestos al servicio de proyectos creativos, con toda seguridad generarían en el futuro muy buenos resultados en las áreas del turismo, educación y ciencia, empresas agrícolas o de tecnología, mejoramiento de vivienda, deportes, arte. Para señalar solo unos cuantos campos de acción. Son aspectos en los que hay seguramente una amplia gama de posibilidades.
San Gregorio visto desde los cerros del Citará. Esa pequeña mancha color blanco, montada sobre una cordillera que se alcanza a ver en el fondo, es la parte del Universo en la que el destino nos situó. Allí nuestros ancestros construyeron lo que hoy es nuestra herencia. (Foto Facebook, J. Valencia)
Ahora bien, para que todo este potencial termine siendo efectivo y produzca resultados estructuralmente transformadores para sus habitantes, se requiere de un elemento catalizador que le dé la fuerza motivadora al trabajo de la comunidad dentro de una perspectiva futura de largo plazo. Y esto se podría responder con una pregunta: ¿cuál es el San Gregorio que queremos construir para el futuro, por ejemplo, para el año 2060 o 2080? Y un elemento que, con toda seguridad, es el punto de partida para ese futuro a construir es, por paradójico que pueda parecer, el conocimiento de su propio pasado.
Y es que conocer el pasado no es solamente recordar nombres, fechas, personajes interesantes, pintorescos, incluso siniestros, así como acontecimientos satisfactorios o dolorosos. ¡No! Esto es algo que va mucho más allá de lo superficial, de lo anecdótico, de lo puramente sentimental. Es un esfuerzo consciente, reflexivo, alrededor de los hechos del pasado sobre los que, generalmente y sin pensar en ello, seguimos apoyándonos para ir tejiendo nuestro presente. Es conocer la Historia de nuestra Herencia con el fin de convertirla en material de construcción para el futuro.
Vistas las cosas desde esta perspectiva, el tamaño de nuestra historia — medida, por ejemplo, en número de años –, no es lo más importante; lo fundamental está, en realidad, en la intención con la que aboquemos su estudio: la vida dura de nuestros fundadores, el esfuerzo de los agricultores, carpinteros y comerciantes, por mantener activa la vida económica; el trabajo incansable de los arrieros por mantener surtidas las tiendas o transportar los productos agrícolas a los sitios de venta; la labor de sus líderes y lideresas del pasado buscando siempre lograr una calidad de vida cada vez mejor para los habitantes; la misma labor de las autoridades civiles y de la policía, así como la labor de líderes espirituales, con los aspectos positivos y conflictivos normales en todo tipo de conglomerado humano; el trabajo de profesores en la formación de las juventudes y hasta las mismas crisis y tragedias sociales (por ejemplo, la violencia partidista y el paramilitarismo de la segunda mitad del siglo XX) que han sacudido la región. Todo ello hay que mirarlo desde una perspectiva de conjunto, para extraer experiencias, enseñanzas y lecciones que han contribuido a formar el genio y figura del sangregoriano de hoy. Una historia que hay que verla no como una cadena que amarra a una época ya pasada, sino como una fuente de aprendizaje y un insumo para proyectarnos hacia el futuro.
Por ello, el libro sobre la memoria histórica de Ciudad Bolívar, municipio del cual formamos parte integral los sangregorianos (por nacimiento, por ser el lugar en el que se vive o por los lazos afectivos o económicos existentes), al que estamos haciendo referencia, será una fuente de información fundamental para el proyecto social que, como municipio, debemos construir con una visión de largo plazo.
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Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio) - Ciudad Bolívar