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“El maltrato empezó a los nueve meses de casada. Yo tenía cuatro meses de embarazo cuando me dio la primera pela. Resulta que una amiga fue a visitarme y estábamos conversando cuando él despertó de la borrachera, entonces mi amiga se fue y él me pegó que porque ella y yo teníamos un mozo allá metido. Como él era carnicero me amenazaba con los cuchillos, yo no podía salir a ninguna parte…y cuando lo hacía me pegaba con los zurriagos con los que iba por el ganado. Una vez yo toda aburrida me iba a envenenar y él llegó en el momento y me botó el veneno, me insultó y me dijo que si quería que lo metieran a él. Aguanté mucho tiempo por mis hijas, yo no quería dejarlas con él ni con nadie. Cuando una de ellas cumplió 18 años yo salí a trabajar y me liberé, pero como el quedó en la quiebra se quedó sentado en la casa y lo tuve que mantener por un tiempo, hasta que un día salió y se fue”. Testimonio de una mujer de Venecia.

 

La ley 1257 de 2008 reglamenta que ‘por violencia contra las mujeres se entiende cualquier acción u omisión, que le cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, económico o patrimonial por su condición de mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, bien sea que se presente en el ámbito público o en el privado’, por eso se habla de múltiples violencias igual de importantes a la hora de ser sancionadas por la sociedad y el Estado.

Rosalba Osorno Ospina, psicóloga de la Corporación Vamos Mujer, explica que en el Suroeste y particularmente en el municipio de Venecia ha encontrado la conjugación de la violencia psicológica con la física, la sexual y la patrimonial: “con el proceso de la iniciativa Ali-hadas hemos descubierto que fuera de desconocer la ley, muchas de ellas naturalizan las violencias mencionadas porque creen que sus parejas están enfermas, muchas incluso tienen la muerte encima y no denuncian, primero por miedo y segundo porque tampoco quieren ver al padre de sus hijos en la cárcel, además tienen la esperanza de que sus hijos las defiendan cuando crezcan, conozco el caso de una familia donde el hijo diez años después denunció al papá por maltratar a la mamá”.

Agrega que en la región la violencia más recurrente es la intrafamiliar: “es la más fácil de ocultar y sobre la que nadie quiere hablar”, pues en muchos casos existe temor al escarnio público, “muchas mujeres sienten pena de que todo mundo se entere y yo les pregunto ¿Qué es más importante: su vida o el qué dirán? Otro obstáculo es que muchas veces en las instituciones está el familiar del familiar y lamentablemente la información se filtra, sumado a que desde lo institucional es común que se revictimice mucho a las personas”.

Al respecto, Teresita Gómez Murrillo, integrante de la Asociación de Mujeres de Venecia -Asomuve, expresa que “en el municipio se han detectado violencias físicas graves, mujeres golpeadas, eso es lo más visible, pero a partir del proceso con la iniciativa Ali-hadas de la Corporación Vamos Mujer, que busca que las mujeres se apropien de lo que dice y significa la Ley 1257, hemos venido escuchando diversos testimonios sobre las violencias psicológicas que si las mujeres no las cuentan nadie se entera. Entonces hay mujeres por ejemplo a las que se les impide salir de las casas, son insultadas, denigradas y humilladas en el espacio privado y en el público; las violentan económicamente amenazándolas con quitarles el sustento, entre otras. Son violencias que van afectando la salud mental de las mujeres y que pueden terminar en feminicidios”.

Teresita Gómez señala que hace poco una mujer adulta del pueblo se acercó a ella y le preguntó “¿Será que yo a mi edad me puedo divorciar”? Teresita le preguntó las razones y la mujer le confió que ya estaba cansada del maltrato físico y psicológico de su compañero, que no soportaba los insultos, los escándalos y las humillaciones con el dinero.

Según la psicóloga Rosalba Osorno la violencia psicológica va matando lentamente a las mujeres porque las va encerrando en una red de silencio: “las parejas entonces empiezan a decirles cosas como: usted es fea, gorda, flaca, nadie la quiere, es boba, es mejor la vecina, usted no puede, sin mí usted no es nadie, entre otros, y cuando se tiene la autoestima por el piso algunas mujeres agradecen al menos tener a esos hombres al lado, pese a los golpes”.

Para la psicóloga, las enfermedades de algunas mujeres son producto de las violencias que han padecido, y señala que sobre este tema falta más investigación y visibilización de los casos para encontrar alternativas de prevención.

Sobre el contexto de las violencias en Venecia, el concejal Juan Carlos Cadavid quien desde hace dos años apoya los procesos de Asomuve afirma que “es doloroso lo de la violencia intrafamiliar en el municipio, es uno de los que más casos presenta. El hombre empieza a apretar en la parte de los víveres, de la ropa, y de la violencia física pasa a la económica, es como un tipo de esclavitud en el siglo XXI. Muchas veces las autoridades no actúan y esta violencia es muy grave”.

Cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses muestran que en el 2016 los departamentos con mayor número de casos de violencia de pareja fueron Bogotá, D.C. (12.888); Antioquia (5.101), Cundinamarca (4.235), Valle del Cauca (3.502), y Atlántico (2.506).
Cada hora 16 mujeres son víctimas de violencia sexual en Colombia, según investigación de 13 organizaciones de mujeres.“El presunto agresor en violencia sexual no ha variado,en la gran mayoría de los casos es una persona cercana a la víctima (familiar, conocido, amigo, pareja o expareja)”. Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
Según la Corporación Vamos Mujer,“con relación a la violencia intrafamiliar las más afectadas son las mujeres. En 2015 se produjeron 460 casos con el 82% con mujeres como víctimas y en 2016 se produjeron 115 con el 76.1% de los casos con mujeres como víctimas. La violencia de pareja y expareja es la que más se presenta y el agresor más predominante es el compañero permanente”.

La psicóloga hace un llamado para que ante la falta de conocimiento de algunos funcionarios y funcionarias públicas sobre las leyes y los temas de género, se generen espacios de aprendizaje y sensibilización, y así desde las instituciones no se siga obstaculizando el restablecimiento de derechos de las mujeres que llegan a denunciar. Así mismo invita a que desde el arte y la cultura, hombres y mujeres sean convocados para pensarse, dialogar y construir.

“Los miedos no se vencen diciéndole a una mujer ¡bobita deje de ser miedosa!, a eso hay que hacerle un proceso subjetivo, muy personalizado, donde ellas logren fortalecerse. Hace algunos días tuvimos un encuentro con la Ruta Pacífica y lo que estábamos tratando de construir allí era unas estrategias de protección, pensamos que el Estado debe protegernos, pero entre nosotras mismas también tenemos que cuidarnos, acompañarnos para denunciar o realizar los trámites respectivos que establece la ruta de atención, debemos estar unidas porque eso nos hace fuertes”, dice Teresita Gómez de Asomuve.

Asomuve: 25 años luchando por el empoderamiento de las venecianas

Teresita Gómez
Teresita Gómez y su compañero de vida Aicardo Villa.

“Las asociaciones de mujeres constituyen un elemento clave para el ejercicio de la ciudadanía de sus asociadas y en la configuración de la agenda feminista en su interlocución con las administraciones públicas. Pero, sobre todo, suponen un espacio colectivo propio creado con sororidad y confianza para una gran diversidad de mujeres de varias generaciones, ha sido una escuela de vida y de concienciación feministas. Es decir, el espacio propio para el empoderamiento colectivo y social”, Itziar Elizondo, especialista en Comunicación y Género.

Teresita Gómez no es de Venecia llegó por trabajo, se enamoró del pueblo y de los procesos que allí empezaban a gestarse frente a los derechos de las mujeres. Hoy tras más de 20 años viviendo en el municipio y participando en las iniciativas de la Asociación de Mujeres puede decir que también es de ese territorio y que sin duda lo que le pase a las venecianas es de su total interés.

En sus inicios la asociación combinó la formación personal con la laboral, generando por un lado aprendizajes sobre los derechos de las mujeres, las leyes y conociendo el contexto de todas las habitantes del municipio, y por el otro, capacitando a las integrantes en proyectos productivos para que contaran con autonomía económica: “fuimos pioneras en el manejo de residuos sólidos y durante varios años algunas de las asociadas se encargaron de las labores del limpieza del municipio. También suministramos la alimentación a niños y niñas que eran atendidos por una caja de compensación”.

Actualmente las integrantes de Asomuve están dedicadas a aprender para transformar sus realidades y las de otras, participando en estrategias como Ali-hadas, asistiendo a las clases del programa Escuela de Entrenamiento Político para Mujeres de Antioquia de la Gobernación, realizando movilizaciones, campañas, acciones públicas contra las violencias e incidiendo en el cambio de estereotipos machistas, entre ellos ‘las mujeres deben estar en la casa, la educación no se hizo para ellas’.

Y es que la articulación de saberes para buscar el bienestar colectivo, posibilita que las mujeres construyan autonomía, valoren la independencia económica, reconozcan la importancia de incidir en espacios de decisión frente a los derechos, la dignidad y la libertad. Es el caso de Flor María Correa, a quien sus 63 años no le impiden soñar:

“Tengo 63 años y estoy capacitándome para validar el bachillerato, me gusta mucho la psicología. Mi formación empezó en Mujeres Populares y desde allí fui descubriendo al feminismo, del que he aprendido muchas cosas: valorarme e identificarme con otras mujeres. Desde hace siete años estoy en la asociación y he logrado conocerme más a mí misma y ayudar a otras mujeres porque yo a todas las veo como hijas, como hermanas, y todo lo que les pase me duele”.

Integrante Asomuve

Actualmente la Asociación de Mujeres de Venecia cuenta con 20 integrantes pero con el objeto de sumar a las nuevas generaciones, con la asociación regional están planeando estrategias para motivar a las nuevas generaciones para que construyan nuevos escenarios de relacionamiento entre hombres y mujeres, donde la equidad sea la única frontera: “aquí en el municipio ha sido complicada la convocatoria de las jóvenes, sin embargo seguiremos insistiendo, queremos crear un comité y por eso pensamos en actividades como visitar los colegios para generar sensibilización, deslegitimar la naturalización de las violencias, sea cual sea y apoyarlas en las dinámicas que ellas mismas generen para pensarse como mujeres jóvenes”.

En sus ideales no están solas, cuentan con el apoyo de hombres del Colectivo de Nuevas Identidades Masculinas, “nos estamos cuestionando sobre la forma de ser hombres que nos ha enseñado esta cultura. Estamos proponiéndole a otros hombres cambiar las prácticas machistas entre nosotros, con nuestro cuerpo, y con las mujeres, porque son malas relaciones basadas en el poder, la violencia y la competencia, dice Aicardo Villa, y agrega que la indiferencia de las comunidades y del Estado frente a las violencias contra las mujeres es uno de los principales obstáculos para erradicarlas, pero cree firmemente en que ellos tienen un gran compromiso y por esto también coincide en la urgencia de convocar a los jóvenes, en propiciar nuevas miradas frente a lo que significa ‘ser’: “los hombres tenemos que dejar a un lado los privilegios que siempre nos han dado”.

Y como lograr una vida libre de violencias también se inscribe en el marco de la construcción de paz, Teresita Gómez destaca la importancia de que las organizaciones de todo el Suroeste estén en sintonía con el momento actual de Colombia:

“Nosotras hacemos parte de un movimiento nacional por la paz que se llama la Ruta Pacífica de las Mujeres, que lleva 20 años denunciando la situación de las mujeres en el conflicto armado ¿Por qué? Porque son las mujeres las que se quedan viudas, las que son desplazadas, las que ven morir a sus hijos e hijas, las que han sido violentadas y utilizadas como botín de guerra. Desde hace muchos años hemos venido proponiendo y nuestra incidencia generó con otros actores, que se dieran los diálogos. Ahora con el tema del posconflicto las mujeres seguiremos insistiendo y persistiendo. En la Comisión de la verdad también tuvimos gran influencia, y ahí también estaremos pendientes de esas verdades que nos involucran a todas”.

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