Investigación de Daniel de Jesús Granados Rivera Maestro investigador, formador de formadores de la I.E.NS.A. Magister en Educación en la línea de Formación de Maestros U de A.
En las páginas vivas de la historia educativa del Suroeste antioqueño, hay nombres que se escriben con tinta de vocación y entrega. Uno de ellos es el de Blanca Rúa Sánchez, maestra por más de 35 años, formada en la Escuela Normal Departamental Mixta Victoriano Toro de Amagá. Esta reseña, reconstruida por el maestro investigador Daniel de Jesús Granados Rivera, nos permite acercarnos a la vocación, entrega y pedagogía de una mujer que marcó huella en la educación pública con sencillez, compromiso y amor por su oficio.
Mi nombre es Blanca Rúa Sánchez. Me gradué en 1969 en la Escuela Normal Departamental Mixta Victoriano Toro, bajo la dirección de la señorita Estella Calle, con el título de Maestra Superior. Recuerdo con especial cariño a la señorita Inés Baena, quien fue mi maestra de práctica. En esa época íbamos a observación y anotábamos todo en nuestros cuadernos. Las maestras consejeras nos explicaban los momentos de clase, y debíamos presentarnos de uniforme de gala durante todo el año.
Cada ocho días, la práctica se realizaba en la Escuela Anexa María Auxiliadora y en la Escuela Alejandro Toro. Nuestra maestra consejera nos asignaba el tema y nos daba las pautas para preparar la clase, indicándonos también dónde podíamos consultar. Nos exigían mucha iniciativa: teníamos que llevar abundante material didáctico, que en su mayoría fabricábamos nosotras mismas. La señorita Inés revisaba nuestro trabajo y nos hacía la devolución con observaciones. La nota era de 1 a 5, y no se podía perder la práctica. Además, nos orientaban en métodos y técnicas de la educación, en las características de un buen maestro o director, en la ética profesional, y nos realizaban exámenes de cultura general en el CEFA.
Uno de los trabajos más significativos fue el de extensión comunitaria: enseñábamos a leer y escribir a los reclusos en la cárcel municipal. Esa experiencia me marcó profundamente.
Inicié mis labores como maestra en la Escuela Anexa María Auxiliadora. Luego pasé a La Clarita, después a la vereda Piedecuesta, y finalmente me desempeñé como seccional en la Escuela Alejandro Toro, donde permanecí la mayor parte del tiempo. Allí también ejercí como maestra consejera.
Una de las experiencias más memorables fue una clase modelo que realicé con los estudiantes de cuarto grado de primaria. Se trataba de una estrategia de observación para las practicantes de la Normal. Comenzamos la clase en la escuela y luego nos dirigimos a la finca Marengo, una de las fincas cafeteras más importantes del territorio de los amagaseños, ubicada al lado izquierdo de la Troncal del Café, cerca de la piscina Los Helechos, en ese entonces
Allí observamos el proceso completo del sembrado del café, desde la siembra hasta su preparación para tomarlo en clase. Me acompañó la practicante Yolanda Muñoz, y fue un momento inolvidable tanto para nosotras como para los niños y jóvenes. Fue más que una clase: fue todo un proyecto de aula que quedó grabado en nuestra memoria.
La historia de la maestra Blanca Rúa Sánchez honra la labor docente del pasado e inspira a quienes hoy enseñan. Su testimonio es un homenaje a todas las mujeres que han tejido patria desde la tiza, el cuaderno y el corazón. En sus palabras y recuerdos habita una pedagogía de la vida, construida con esfuerzo, alegría y convicción.
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