Niñas, niños y jóvenes redescubren sus raíces, historia e identidad fredonita a través de proyectos escolares en la escuela, a la que consideran su segundo hogar y se ha convertido en un espacio clave para caminar el territorio, reconocer su riqueza y soñar en colectivo. Un lugar donde el aprendizaje se llena de colores, risas y sentido de pertenencia.
Mi territorio de cuento en cuento es el nombre del proyecto que lideran las estudiantes Aslí Salomé Mesa Ardila y Luna Sofía Álzate Lopera, de la Institución Educativa Efe Gómez, del municipio de Fredonia. Esta iniciativa surgió en 2023, inspirada por el docente Duberney Atehortúa, quien notó que muchos niñas y niños tenían dificultades para leer, escribir y reconocer su entorno.
El objetivo del proyecto es promover el amor por la lectura y, al mismo tiempo, fortalecer el sentido de pertenencia de los más pequeños, dándole visibilidad a Fredonia a través de sus autores, paisajes, flora, fauna y riqueza literaria.
“Queremos dar a conocer a Fredonia de forma creativa, a través de cuentos creados por los niños y sus familias”, afirman las estudiantes.
Uno de sus sueños es publicar un libro con los relatos escritos por sus compañeros, como una forma de invitar al mundo a conocer su tierra no sólo desde lo turístico, sino también desde lo imaginativo y cultural.
De manera paralela, el proyecto Nuestras Raíces, impulsado por jóvenes como Johanns Gómez, de la Institución Educativa Normal Superior Mariano Ospina Rodríguez, busca rescatar las tradiciones y costumbres que poco a poco se han ido perdiendo entre las nuevas generaciones.
“Muchos jóvenes ya no conocen nuestras historias ni cómo vivían nuestros abuelos. Sentimos que se nos estaba olvidando quiénes somos”, comenta Johanns.
A través de entrevistas con campesinos, adultos mayores y líderes comunitarios, los estudiantes han redescubierto relatos sobre las cosechas, las festividades de antaño y el papel fundamental del café en la historia fredonita. “Aprendí a escuchar, a investigar, a trabajar en equipo… pero, sobre todo, a valorar mi cultura. Me di cuenta de que mi municipio tiene una riqueza que no siempre reconocemos”, añade.
Para Johanns, hablar de raíces no es quedarse en el pasado, sino construir el futuro con conciencia y memoria.
“Un pueblo sin memoria es un pueblo que se pierde. Como una planta sin tierra: no puede crecer fuerte”.
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