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Esclavitud y emancipación gradual en el Pacífico negro colombiano

  • Título: Cautivas de la libertad
  • Autora: Yesenia Barragán
  • Género: Historia
  • Editorial: Planeta
  • Año: 2023

COMENTARIO.

No había llegado a mis manos, hasta ahora, un libro que tratara de una forma tan detallada el fenómeno de la esclavitud en el período que va desde los primeros años de la independencia de la Gran Colombia en aquel entonces hasta el 1852, año en que fue definitivamente abolida la esclavitud en nuestro país (siendo ya solo República de Colombia), en la región de lo que hoy es el departamento del Chocó y, por extensión, toda la parte de lo que era en esos momentos el Estado del Cauca. Cautivas de la libertad, de la escritora Yesenia Barragán, es una obra que, estoy seguro, ayuda a entender lo que fue la práctica, increíblemente deshumanizada, de arrancar a hombres y mujeres de su tierra natal en África para ser traídos con el fin de ser utilizados en América como mano de obra esclava. Seres humanos como usted, como yo, que, en contra su propia voluntad, se convirtieron en propiedad de un blanco llegado de Europa o de americanos descendientes de los europeos, igual que un animal doméstico o una herramienta de extraer oro de una mina, para el caso específico de la región de la que estamos hablando.

Aunque el libro es un relato de cómo fue el proceso de emancipación (otorgamiento de la libertad) de los esclavos en la parte de Colombia que la autora denomina “el pacífico negro colombiano”, es también y, de hecho, una ventana a través de la cual podemos mirar la forma como se construyó la economía en una gran parte de los países del llamado Nuevo Mundo. Ya se tratara de mano de obra en las grandes plantaciones de algodón, tabaco o maíz en los estados del sur de los Estados Unidos, a beneficio de grandes  tierras, o de la excavación y extracción de oro y platino en minas de países de América del sur para beneficio de las arcas de la realeza española o portuguesa y de sus correspondientes muy leales y amados súbditos, el uso de fuerza esclava de trabajo, inicialmente indígena y posteriormente africana, es una verdadera lacra que debe llenar de vergüenza a nuestras sociedades aún hoy en día, así alguien diga que, a estas alturas del siglo XXI, esos ya son acontecimientos irrelevantes.

Pese a haber obtenido la libertad legal, muchas de las poblaciones que tuvieron un origen en la esclavitud siguen de alguna forma siendo prisioneros de ese pasado. Siguen siendo “cautivas de la libertad”.

El proceso de la emancipación de los esclavos aquí narrado, nos permite, igualmente, poner la lupa en un aspecto de éste del que bien vale la pena tomar nota: el fundamento filosófico sobre el que debieron haberse apoyado los legisladores para llegar a la convicción según la cual la libertad de los esclavos debía ser decretada. ¿Cuáles fueron esos fundamentos filosóficos? Uno esperaría que éstos hubieran estado situados alrededor de consideraciones de contenido humanístico tan elevado como que los esclavos son también seres humanos que nacen con los mismos derechos que los ciudadanos libres; que todos los hombres y mujeres, sin importar su raza, religión y condición económica, son libres por naturaleza; que la sociedad tenía para con los esclavos una deuda imposible de pagar por el daño tan inmenso que se les había hecho; que su libertad era, en fin, un caso de justicia tan elemental que ponerle trabas era casi un crimen de lesa humanidad. ¡Pues no! Si bien desde hacía un tiempo se tenía conciencia de que la esclavitud era una práctica insostenible en el mediano y largo plazo y que, incluso, ya se había decretado lo que se llamó la libertad de vientres (el hijo de una mujer esclava era libre automáticamente al llegar a la edad adulta), la discusión sobre esa edad en la que se consideraba adultos a un esclavo y esclava para gozar de libertad se centró en algo mucho menos elevado y mucho más prosaico: ¡los intereses económicos de los esclavistas! Barragán cita al delegado venezolano Domingo Briceño y Briceño, quien sostuvo que “…   los amos gastaban casi 400 pesos desde el nacimiento de la criatura esclavizada hasta que cumplía los 8 años, mientras que (la criatura) solo producía 144 pesos para su amo entre los ocho y los dieciséis, lo que no representa ni la mitad de la inversión hecha”. Esto sucedió en el debate acerca de la libertad de vientres que se dio en el Congreso de Cúcuta, año 1821 (Pág. 194). ¡Juzguen ustedes mismos!

Reflexionando sobre el libro de Yesenia Barragán, creo que en Colombia la cultura del pensamiento esclavista, cuyos rezagos subsisten aún en una mentalidad segregacionista a veces disimulada, a veces abiertamente manifiesta, sigue siendo parte de un legado maligno que, para infortunio nuestro, heredamos de la España colonial del que aún no logramos deshacernos y, francamente, dudo que estemos haciendo lo suficiente para alcanzar ese objetivo.

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Por Rubén Darío González Zapata
Nacido en la vereda La Lindaja
Corregimiento Alfonso López 
(San Gregorio)
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