Necesitamos conectarnos con la naturaleza, con nuestro ambiente. Estar atentos a las alertas y mensajes que diariamente nos envía. Procurar en todo momento abastecerlo de energía para su óptimo funcionamiento. Hacer de su cuidado un hábito constante para evitar desconectarnos de lo que realmente nos mantiene vivos en este planeta.
“El 97.5% de agua existente en el planeta es salada, de los océanos, y es todavía muy difícil acceder a ella. El 2.5% restante es agua dulce”, dice el biólogo Juan Camilo Jaramillo. El experto consultado por EL SUROESTE explicó que el 80% de ese 2.5% de agua dulce existente, está atrapado en los casquetes polares. “Y pese a ser agua dulce es muy difícil acceder a ella. Y cuando se descarta el agua que no se puede usar como la subterránea y la que se evapora, la humanidad tiene solo acceso a menos del 1% del agua dulce del planeta”.
Y si la humanidad tiene acceso a menos del 1%, el agua del Suroeste, sin demeritar la riqueza hídrica de la región, no alcanza a ser una aguja en un pajar. El agua es escasa.
Y con ese poquito de agua estamos produciendo alimentos, produciendo en las fábricas productos y servicios necesarios para vivir y para alimentar nuestra vanidad o ego. Con ese poquito de agua estamos soltando líquido potable en los sanitarios, lavándonos los dientes, limpiando los vidrios de las ventanas, lavando la ropa y bañándonos. “La población no deja de crecer y la disponibilidad individual disminuirá”.
Las industrias son hoy también las principales usuarias del agua y es con ellas, de mano de la institucionalidad y de la sociedad civil a quienes se transfiere la responsabilidad de aunar esfuerzos para mantener viva la conexión que necesitamos con el ambiente.
El Suroeste es biodiverso, rico en agua. Sus paisajes nos enamoran, su tierra nos nutre. Luego de analizar la información que 227 personas del Suroeste nos compartieron en una reciente consulta de opinión, el ambiente quedó en nuestras mentes. Los ciudadanos, por ejemplo, identificaron que uno de los principales problemas de contaminación en los municipios es la basura en calles, ríos y quebradas. Y una de las acciones cotidianas más frecuente justamente es: tirar el papelito en la calle o el escombro en la quebrada, y malgastar el agua.
Recientemente Paz mi Pez, una iniciativa ciudadana para promover la paz en acciones cotidianas, escribió en redes sociales: “identifique los hábitos de su mente porque ellos serán los hábitos de su vida. ¿En qué anda pensando hoy?”
Probablemente estamos pensando en el arrendo, la tarea, el compromiso laboral, el problema sentimental o en cómo hacer que nuestro celular no se quede sin batería durante el día.
No estamos pensando aún que nuestro ambiente reclama que hagamos de su conexión con nosotros un hábito en nuestras vidas. Una de las grandes dudas hoy tiene que ver con cuál es la razón psicológica o emocional que ha permitido a la humanidad destruir lo único que la mantiene viva.
Los gobiernos los elegimos nosotros, las empresas las trabajamos nosotros, los productos elegimos consumirlos nosotros, pero el ambiente no lo elegimos, ya estaba ahí. Lo que podemos elegir es volver a conectarnos con la naturaleza del Suroeste.
*Editorial del Periódico El Suroeste – Edición 141 de 2017