
En Colombia, la tragedia no sorprende: se espera. Asesinan líderes sociales, atacan políticos, reclutan niños, y todo sigue igual. La violencia dejó de ser noticia para convertirse en paisaje.
Hoy tragedia, mañana olvido: la rutina de nuestra democracia en Colombia arde, pero sonríe para la foto. Aquí los candidatos recorren el país con una mano en el corazón y la otra en el celular, pidiendo votos con más filtros que convicciones. La patria, mientras tanto, se desangra en titulares y hashtags. El atentado contra Miguel Uribe Turbay no fue solo un ataque contra un político: fue otra grieta en una democracia que hace rato perdió el sentido del tacto.
El atentado contra Miguel Uribe Turbay no es un hecho aislado, es parte de una serie que Colombia ve desde hace décadas, con lágrimas en el primer capítulo y olvido en los créditos finales.
Un adolescente de 15 años disparó en plena calle contra un senador y precandidato presidencial. Quince años. Según la Policía Nacional, en lo que va de 2025, más de 1.200 menores han sido detenidos por porte ilegal de armas. Y mientras tanto, según el Instituto Nacional de Medicina Legal, el homicidio sigue siendo la principal causa de muerte violenta en jóvenes entre 14 y 25 años.
Pero aquí, mientras los adolescentes disparan, los líderes dan discursos. Luego suben un post. Luego siguen. Con un trino bien redactado, creen que ya han cumplido. Eso sí: cuando ocurre una tragedia, todos se visten de patria. Las mismas manos que señalaron, ahora aplauden al herido. Las mismas bocas que polarizan, ahora predican reconciliación.
En Colombia, según la Misión de Observación Electoral (MOE),entre 2023 y 2024 se registraron más de 460 hechos violentos contra líderes políticos y sociales. Casi uno por día. Pero eso no se debate en campaña. No da votos. Da miedo.
La política se volvió cosplay. Los líderes juegan a ser estadistas mientras sus comunidades se quedan sin agua, sin futuro, sin quien escuche. Y cuando alguien alza la voz o dispara, como en este caso, nos preguntamos cómo llegamos hasta aquí. Como si no supiéramos. Como si no estuviéramos viendo la serie completa desde el primer episodio.
El senador sigue en estado crítico, luego de dos disparos en la cabeza. Según cifras del Congreso, Colombia ha perdido más de 200 políticos una tragedia por violencia desde 1985, entre ellos cinco candidatos presidenciales. La política aquí nunca ha sido un juego. Pero muchos la han convertido en espectáculo.
¿Y la gente? Mira. Sopesa. Aguanta. Un 58% de los colombianos no confía en el Congreso, según el Barómetro de las Américas (LAPOP, 2023). Aun así, cada cuatro años vuelven a votar. No por esperanza, sino por cansancio.
Tragedia en Colombia ¿hasta cuando?
Este atentado no debería hacernos elegir entre bandos. Debería hacernos elegir entre repetir la historia o escribir una nueva. Miguel Uribe está vivo, y eso es una buena noticia. Pero ojalá no se nos olvide cuando deje de ser tendencia. Porque más allá del nombre, lo que está en juego es la posibilidad de hacer política sin morir en el intento.
Y ciudadanos que no pidan espectáculo, sino verdad. Porque si seguimos aplaudiendo como si estuviéramos en Netflix, lo que vamos a tener no es un país: es una serie de terror sin final.