Comparta esta noticia
Por Rubén Darío González Zapata
Nacido en la vereda La Lindaja
Corregimiento Alfonso López (San Gregorio)
Ciudad Bolívar

Punta Brava en acción

Todo proyecto de autogestión y desarrollo comunitarios necesita de tres elementos fundamentales: 1. Una colectividad comprometida y dispuesta a trabajar. 2.  Unas herramientas de gestión que faciliten el uso adecuado de los recursos (humanos y materiales) disponibles. 3. Unos líderes inspiradores con capacidad para dirigir el empuje de la comunidad mediante el uso eficiente de esas herramientas. Estos tres elementos, por increíble que le pueda parecer a mucha gente, están de alguna forma presentes en toda colectividad, por más adversa que sea su situación, aunque son muchas — tal vez demasiadas — las comunidades cuyos integrantes, por estar inmersos en una atmósfera dominada por el pesimismo y la desesperanza, parecen haber perdido el camino para encontrarlos. Sin embargo, una mente libre de las cadenas y limitaciones mentales que, con frecuencia, uno mismo se encarga de crear y alimentar, y un pequeño esfuerzo de búsqueda, son suficientes para darse cuenta de que están allí, a su lado, más cerca de lo que hubieran podido imaginar.

El deseo de lograr mejorar las condiciones de vida es algo que la inmensa mayoría de los seres humanos (por no decir todos) llevamos dentro, solamente que con frecuencia terminamos cayendo en una especie de aletargamiento mental llevados por la creencia según la cual los problemas que nos agobian (atraso, dependencia, carencias económicas, entre otros) son obstáculos insalvables. ¿Cómo romper esas cadenas mentales? Es aquí donde los líderes sociales entran a jugar su papel más determinante y crucial. El líder, la lideresa, es, por naturaleza, la persona que ha logrado comprender que la colectividad, mediante un esfuerzo sistemático y sostenido, tiene dentro de sí misma el poder para romper los paradigmas (entendida esta expresión como creencias ancestrales y arraigadas) que se han convertido en auténticas prisiones mentales que nos mantienen atados a condiciones de vida que no tenemos por qué aceptar. El líder o lideresa, que puede ser alguien que ha llegado de afuera, sea en su condición de funcionario público, en calidad de guía espiritual o como profesor (para citar solo estos tres ejemplos), pero que también es alguien que ha salido de las entrañas mismas de su propia colectividad, tiene como función más importante la de ser un inspirador, un motivador, un guía. El líder es, antes que nada, alguien que contribuye de manera eficaz a que la colectividad tome conciencia de que la solución de los problemas y la proyección de su futuro es, fundamentalmente, una responsabilidad de ella misma. En otras palabras, el líder es el que enseña a pescar, no el que regala el pescado, según el famoso proverbio chino.

Escuela rural Punta Brava: primer semillero de líderes y de futuros ciudadanos comprometidos.

La siguiente pregunta gira ahora en torno a cuáles son las herramientas de las que se puede valer una comunidad dentro de los procesos de autogestión. Son muchas y variadas, pero en esta ocasión quiero centrarme en una de estas herramientas, en mi opinión tal vez una de las más adecuadas: las juntas de acción comunal; no solamente por su naturaleza jurídica, sino y sobre todo, por la forma como han sido estructuradas por la legislación colombiana, lo que les permite ser un adecuado instrumento no solo para identificar las necesidades y los recursos internos potenciales de la colectividad misma, sino también para captar y canalizar recursos externos provenientes, por ejemplo, del Estado o de organizaciones privadas. Y un ejemplo que me gustaría mostrar aquí en este sentido es el que encuentro en el caso concreto de la Junta de Acción Comunal de la vereda de Punta Brava en San Gregorio, en el cual uno puede encontrar los tres elementos de gestión comunitaria que son, como ya se dijo anteriormente: una comunidad comprometida, o sea los habitantes de la vereda; unos líderes inspiradores, o sea el equipo directivo de dignatarios presidido por el señor Fray Ángel Castro Monsalve; finalmente, la herramienta, esto es, la propia junta de acción comunal.

Uno de los resultados más importantes de la acción comunal es que nos acostumbramos a trabajar en equipo.

En este caso y sin que tenga los elementos de juicio suficientes para hacer un análisis a fondo sobre la experiencia e impacto que el trabajo de esta organización haya tenido sobre la comunidad a lo largo de su existencia, sí dispongo de un documento suministrado por el señor Castro, que permite tener una idea lo suficientemente precisa de hacia dónde está encaminado el esfuerzo de esta junta, al menos dentro de una visión del futuro inmediato. Ese documento es el plan de trabajo para la vigencia 2023. Y es que tener un plan es, ya de por sí, un hecho de mucha importancia, porque, como ya se ha dicho, este es un ejercicio de gestión que permite la adecuada utilización de los recursos existentes para el logro de metas sociales concretas, y en ese sentido, la Junta de Acción Comunal de Punta Brava nos está mostrando un buen ejemplo. ¿Qué características tiene este plan? Podría señalar muchas, pero me centro solamente tres:

  1. Es un punto de partida para un proyecto de largo plazo.

Si bien el plan de acción, tal como se concibió, está previsto solamente para la vigencia del año 2023, es claro que éste tiene en sí mismo y en esencia los elementos iniciales para un proyecto social bien estructurado con proyección, al menos, para un mediano plazo (3 a 5 años) o, incluso, para un largo plazo (más de 5 años), a través del cual los habitantes de la vereda puedan canalizar todas sus energías en función del tipo de sociedad que quieren tener en el futuro.

  1. Incluye frentes de acción estratégicos.

El plan incluye, entre otros frentes de acción de vital importancia, el del ámbito educativo, deportivo y cultural; el del emprendimiento y formalización empresarial; el de la salud y la protección del medio ambiente a través del manejo ecológico de residuos (basuras) y el de la atención de las necesidades espirituales de la comunidad, más un tema que me parece bien interesante, que es el de la permanente capacitación de los dignatarios. Parece muy ambicioso y, de hecho, lo es, pero se trata precisamente de ser una propuesta ambiciosa, que inspire y le permita a la comunidad desplegar de manera eficiente el mayor esfuerzo que sea posible para que esta rinda sus frutos.

  1. Permite el diseño y seguimiento de metas concretas.

El plan en general prevé o, al menos, facilita la aplicación de herramientas propias de lo que en administración se llama planeación estratégica para la fijación de objetivo y mecanismos de seguimiento y verificación en cada uno de los frentes de trabajo, algo fundamental para garantizar, hasta donde sea posible, que el plan resulte efectivo.

Seguramente las otras juntas de acción comunal de San Gregorio tienen su correspondiente plan de acción, lo que me gustaría mucho conocer y sobre los que también me gustaría escribir. No importa que no sean planes muy elaborados, lo que importa es que exista por lo menos un esfuerzo en ese sentido y para eso un medio de comunicación como el Periódico Regional El Suroeste es también una herramienta de divulgación y de debate que podemos aprovechar positivamente.

Capilla de la vereda. Un refugio espiritual austero y estéticamente bien diseñado.

Termino con estas preguntas sobre las que invito a reflexionar: ¿Es San Gregorio una comunidad comprometida con un futuro mejor? ¿Tienen los líderes de las juntas de acción comunal (dignatarios y presidentes) conciencia de su papel como inspiradores, motivadores y guías? ¿Está la comunidad de San Gregorio haciendo un uso racional y eficiente del potencial que supone disponer de las juntas de acción comunal?

Lea también: Le llamaban Soto



Por Rubén Darío González Zapata
Nacido en la vereda La Lindaja
Corregimiento Alfonso López (San Gregorio)

 

Comentarios
Comparta esta noticia