Le llamaban Soto

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Por Rubén Darío González Zapata
Nacido en la vereda La Lindaja
Corregimiento Alfonso López (San Gregorio)
Ciudad Bolívar

 

Ficha técnica:

Título:                   Le llamaban Soto

Autor:                  Fernando Álvarez A.

Género:              Biografía

Editorial:              No registra

ISBN:                    978-958-46-2096-5

Reseña:

Es un hecho, como lo hemos dicho, que detrás de cada ser humano hay siempre un mensaje de vida, no importa qué tan intrascendente aparezca ese ser ante los ojos del lector desprevenido. Creo también que uno de los aportes más importantes que un escritor le puede hacer a ese mismo público lector a la hora de escribir una biografía es el de entregarle a éste, puestos de una manera ordenada y debidamente estructurados, los elementos que permitan formarse una idea cabal del personaje y, sobre todo, desentrañar lo que significó su paso por el mundo para quienes formaron parte de su entorno o heredaron su legado.

Esta reflexión se ajusta muy bien a una personalidad como la de Francisco de Paula Soto Cadavid, Soto, cuya biografía queda registrada en el libro Le llamaban Soto, uno de los personajes más emblemáticos de San Gregorio, por más señas, arriero de profesión, arriero de espíritu y arriero de alma, lo que lo convierte en un verdadero símbolo para una región como la del suroeste antioqueño y, de manera especial, para el municipio de Ciudad Bolívar, del cual San Gregorio (Alfonso López) es uno de sus corregimientos, en el que este hombre pasó prácticamente toda su vida. El libro, escrito por Álvaro Fernández A., quien lo conoció a fondo personalmente, es un esfuerzo muy meritorio para no dejar que la memoria de seres humanos como éste quede relegada al olvido.

Francisco de Paula Soto Cadavid, Soto, a lado de su compañera inseparable de trabajo: la mula de arriería. Pintura de Álvaro Fernández.
Francisco de Paula Soto Cadavid, Soto, a lado de su compañera inseparable de trabajo: la mula de arriería. Pintura de Álvaro Fernández.

Según este libro, ¿quién fue realmente Soto?  Para empezar, digamos que fue alguien que estuvo presente prácticamente a todo lo largo del siglo XX (1907 – 1993), lo que lo convierte en un testigo privilegiado de lo que significó una transformación social que va mucho más allá del simple reemplazo de un sistema de carga y de transporte a lomo de mula por uno de tracción mecánica; en realidad, fue el cambio de toda una forma de vida de una sociedad que empezaba a dejar atrás esa etapa tan importante que fue la de la colonización antioqueña, con su forma de vivir la vida, su pensamiento, sus costumbres y los valores que la caracterizaron, algo que para él en muchos aspectos debió ser muy difícil de asimilar. Y es aquí donde la historia de Soto podría ser de mucha utilidad si en el libro ésta estuviera enriquecida con una contextualización más a fondo del entorno regional dentro del cual transcurrió su existencia, algo que, desde luego, no es fácil, dada la escasa documentación que se conoce al respecto, pero que, en un momento dado, sería bueno intentar. Por lo pronto, la imagen que nos queda de Soto es la de un hombre de una presencia física que sobresalía por su estatura (casi dos metros) de entre las gentes del promedio con las que vivió, con una fuerza física casi que legendaria, un apetito fuera de lo común, un conocimiento profundo de sus compañeras de trabajo (la mulada), una vocación de servicio excepcional y un desprendimiento rayano en el ascetismo de monje franciscano con respecto a los bienes materiales.

El libro termina con una reflexión con la que es imposible no estar de acuerdo: la necesidad de que, a través de la educación de las nuevas generaciones, se mantengan vivos los símbolos de vida ejemplar de personajes del pasado que, por diversas razones, dejaron su impronta en las mentes de todos nosotros, de los cuales Soto es uno de sus más reconocidos representantes.

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Por Rubén Darío González Zapata
Nacido en la vereda La Lindaja
Corregimiento Alfonso López (San Gregorio)

 

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