Comparta esta noticia

Cuando la rendición no es una opción

Hay momentos en la historia de una determinada comunidad en los que la capacidad de respuesta por parte de sus habitantes ante una adversidad se pone a prueba. Sea que se trate de un conflicto social interno, de una agresión llegada del exterior o de un desastre natural, la forma como sus habitantes asuman su manejo es definitiva para convertir el momento ya sea en una oportunidad de crecimiento o, por el contrario, en un motivo para dejarse llevar del desaliento e, inclusive, en el comienzo de un proceso de declive, hasta el punto de poner en riesgo su existencia misma.

Digo lo anterior, a propósito de la emergencia que se vive en estos momentos en los municipios de la provincia del San Juan en el Suroeste antioqueño y que nos atañe, de manera directa, a los bolivarenses, tanto a los que viven allí como a los que nos encontramos en otras partes del país o del exterior, quienes vemos con preocupación lo que está sucediendo, pero igualmente observando con un gran interés qué están haciendo las autoridades para manejar la situación. En momentos como este es cuando los liderazgos auténticos se hacen evidentes; cuando la calidad humana de la que estamos hechos sale a flote y se pone a prueba la importancia de los valores con los que hemos sido educados y hemos crecido: solidaridad, generosidad, fe en nosotros mismos, persistencia para no desfallecer, resiliencia para levantarnos después de la caída y, sobre todo, creatividad para encontrar soluciones de emergencia a los desafíos que, inesperadamente, la existencia pone en los caminos de nuestra vida.

En los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, entre 1940 y 1941, Inglaterra estaba prácticamente sitiada ante una poderosa Alemania Nazi dispuesta a tragársela viva. Inicialmente la Luftwaffe (fuerza aérea alemana) intentó, sin lograrlo, arrodillar al país mediante destructivos y despiadados bombardeos; entonces los alemanes idearon una estrategia aún más siniestra: rendirla por hambre. Desplegados por el Atlántico, la manada de lobos, como llamaron a sus submarinos, hundía cualquier barco que transportara alimentos y material de suministro con destino a la isla. La supervivencia de Inglaterra como país independiente estaba en peligro de ser cosa del pasado. Pero fue precisamente en medio de esos angustiosos momentos cuando los británicos lograron hacerse con un ejemplar de Enigma, la máquina decodificadora de mensajes a través de la cual las fuerzas armadas nazis coordinaban el accionar de sus diferentes fuerzas armadas, sobre cuya existencia ya se tenía conocimiento. Pero, una cosa era tener la máquina y otra muy diferente encontrar el medio para descifrar sus claves, una tarea prácticamente imposible dada la forma como estaba configurado su sistema, con posibilidades de combinaciones casi que infinitas. Un desafío ante el cual talvez cualquier otro país del mundo se habría dejado llevar del desaliento, pero no los ingleses, quienes a base de persistencia y una ayudita de la buena suerte hábil y oportunamente aprovechada, descubrieron el truco para decodificar los mensajes encriptados; a partir de ese momento la marina inglesa logró prevenir de antemano los planes de ataque del ejército enemigo y, en primera instancia, neutralizar la eficacia y poder de los submarinos alemanes. Una ventaja estratégica que, a la postre, resultó decisiva para su derrota.

¿A qué viene hablar de un hecho histórico como este? A que muchos de los grandes inventos de la humanidad son hijos de la necesidad; el resultado de lo que hacemos en los momentos en los que tenemos que poner nuestro cerebro a funcionar cuando está de por medio la existencia misma. Y son también el resultado de gentes que asumen la adversidad con una actitud mental positiva, que ven en un desastre no un problema sino una oportunidad. Desde ese punto de vista, uno se pregunta cuántas enseñanzas nos están dejando los duros momentos que hemos tenido que vivir en estos días: la importancia del trabajo en equipo por parte de los diferentes sectores de la comunidad; la importancia de los liderazgos fuertes y constructivos como los que hemos podido observar por parte de las alcaldías de la provincia de San Juan, para nosotros especialmente la alcaldía de Ciudad Bolívar; la importancia que tiene el tomar conciencia sobre el cuidado del medioambiente, porque se sabe que una de las causas de desastres como los derrumbes son, en gran medida, consecuencia directa de años (siglos) de destrucción de bosques y santuarios ecológicos, así como del uso inadecuado de las tierras de cultivo o el crecimiento descontrolado de complejos habitacionales.

Alan Turing, el matemático que dirigió el equipo para descifrar los códigos de Enigma, ideó para ello una máquina que terminó siendo uno de los primeros pasos para la construcción de los computadores programables. Pero lo que en últimas está claro es que más allá de lo hecho por el inventor del caso, además de las otras muchas cosas ingeniosas, actos heroicos o de enorme sacrificio que hicieron los ingleses ante el peligro mismo de su existencia como nación independiente, fueron posibles porque hubo un líder que con su carisma los llevó a tener la convicción de que como pueblo jamás se rendirían: Winston S. Churchil. Con ello activó la semilla que lleva en su interior los gérmenes de la grandeza del ser humano, en la que se fundamenta la convicción, ya sea de una nación o de una comunidad local como la nuestra, de que ante las adversidades la rendición no es una opción.

Lea también: Una oportunidad para América Latina



Por Rubén Darío González Zapata 
Nacido en la vereda La Lindaja 
Corregimiento Alfonso López 
(San Gregorio) - Ciudad Bolívar
Comentarios
Comparta esta noticia