Un capítulo crucial del Plan de Desarrollo de Ciudad Bolívar es el que tiene que ver con la educación, y para entender la dimensión del reto que el municipio tiene frente a su población en este aspecto, hay que comenzar por examinar cuál fue el punto de partida en términos, por ejemplo, de cobertura y otros datos relativos a este sector, cuyas conclusiones se encuentran en el diagnóstico realizado por el equipo responsable de elaborar el documento. Algo básico para entender el marco situacional utilizado para tal fin por el alcalde, el señor León Darío Acevedo, a la hora de elaborar el plan en cuestión. De entrada, el diagnóstico arroja un dato bien preocupante: la cobertura neta en educación total ha venido descendiendo a partir de 2018, año en el que se encontraba en el 89.61 %, para situarse en un 80.08 % en 2022. Eso significa, para este último año, que de cada 100 niños y adolescentes que deberían estar estudiando, sólo 80 de ellos están recibiendo el servicio de educación (Pág. 59 y ss.). El documento no hace referencia a cuál era la situación de 2018 hacia atrás y puede que, además, la pandemia en los años 2019 y 2020 tenga algo que ver en este indicador de escolaridad tan bajo; sin embargo, mucho me temo que la baja cobertura escolar de Ciudad Bolívar sea parte de un problema estructural y no sólo el de una coyuntura del momento.
Una visión detallada de esta inquietante realidad aparece de manera más cruda a continuación en la Tabla 9 del documento del Plan de Desarrollo, donde se desagregan una serie de datos que no hacen más que dejar al desnudo la inmensa brecha que nos separa de otras regiones avanzadas en materia de educación. Dejando de lado el asunto de los NINIS, –jóvenes entre los 15 y los 28 años que ni estudian ni trabajan (ni rajan ni prestan el hacha) que, más que el subproducto de un sistema deficiente de educación, son, salvo mejor opinión, el resultado de desajustes sociales profundos –una mirada a los datos que arroja la citada tabla, además de la ausencia prácticamente total de bilingüismo y de la cultura de la lectura (los jóvenes entre los 15 y 28 años en promedio no alcanzan a leer un libro por año), la citada tabla aporta un dato que, honestamente, no esperaba: ¡de cada 100 bolivarenses mayores de 15 años, 9 son analfabetas, es decir, no saben leer ni escribir!
Mirando la fuente de donde fue tomada la información, encuentro que el dato proviene de la denominada Encuesta de calidad de vida de la Gobernación de Antioquia 2021; sin embargo, al buscar en las tablas de datos de la misma, por más que insistí, no me fue posible confirmar allí la información (¿estaré buscando mal?), aunque sí la hallé en la misma encuesta, pero en la versión correspondiente al año 2023, en cuyo resumen se confirma el desafortunado dato: el analfabetismo en la región occidental del departamento (a la cual pertenece Ciudad Bolívar) tiene un índice del 9.5 %. ¡Qué desilusión, en el fondo tenía la esperanza de que este resultado estuviera equivocado! Lo más sorprendente es que, de acuerdo con esa misma encuesta, en esta región del departamento el índice de analfabetismo está muy por encima del promedio departamental que es del 4.1 %. Otra vez me pregunto por qué Ciudad Bolívar está tan rezagado con respecto al resto de Antioquia. La situación anterior quedó más que confirmada con la información aportada en el informe rendido por el señor Tulio Eduardo Ramírez M., jefe de la Oficina de Planeación Municipal, con oportunidad de la sesión de seguimiento que se llevó a cabo en el Concejo el día 16 de noviembre del presente año, de acuerdo con la cual el índice de analfabetismo es aún más alto de lo expuesto en el diagnóstico citado, pues este estaría, según sus datos, por encima del 12%. 12.4 % para ser exactos. La situación de atraso educativo queda igualmente confirmada por los datos sobre los bajos niveles de escolaridad que aporta el informe de la oficina de planeación.
Promoción de bachilleres año 2024, IER Juan Tamayo. ¿Cuánto jóvenes como estos estudiantes, por diversas razones, se habrán quedado sin las posibilidades de culminar su bachillerato? (Foto tomada de la página de Facebook de la IER Juan José Tamayo, año 2024).
¿Por qué un índice alto de analfabetismo es tan preocupante para Ciudad Bolívar? En primer lugar, porque es algo que no debería estar sucediendo en un municipio como el nuestro, en el que existen escuelas no sólo en las partes urbanas, sino también en las zonas rurales. Hace 50 o 60 años, encontrar en una región apartada, como la de San Gregorio, por ejemplo, a personas que no supieran leer y escribir podía tener alguna explicación, dado el estado tan precario del sistema educativo de la época, y aun así esto se veía como algo inusual; pero que esto suceda hoy en día, y sobre todo en un nivel tan elevado, es algo a lo que no se le encuentra explicación razonable alguna. En segundo lugar, porque el analfabetismo es uno de los indicadores más vergonzosos que caracterizan a los países atrasados, en los que, por lo general, son la punta del iceberg de un sistema educativo altamente deficiente. En tercer lugar, porque de nada sirve el esfuerzo de un gobierno por solucionar problemas como la pobreza, el atraso tecnológico e, inclusive, la precariedad en servicios tan esenciales como el de la salud, si no se cuenta con una sociedad lo suficientemente informada e intelectualmente preparada para asumir los retos que exigen el desarrollo económico y el logro de una buena calidad de vida. El progreso material –algo ya suficientemente sabido en el mundo– está condicionado, necesariamente, por el desarrollo de la educación, de la cultura y de la ciencia.
La pregunta lógica que surge de un análisis como este es cómo afronta un Plan de Desarrollo como el de Ciudad Bolívar –y cómo se ha afrontado en el pasado– el manejo de esta realidad. Acepto que conozco de una forma muy superficial el contenido y los resultados de algunos de los planes de gobierno municipal anteriores al de la actual Alcaldía, pero algo me dice que en muchos de ellos (imposible saber en qué porcentaje) ha prevalecido lo urgente sobre lo importante, y es muy probable que sobre el inconsciente de los planificadores municipales del pasado prevaleciera igualmente la cultura del cortoplacismo por encima de la conciencia de que en cada uno de esos momentos se debería estar poniendo un nuevo ladrillo en la construcción de un proyecto social de largo plazo, cuyo hilo conductor en su esencia no debería ser roto por los sucesivos cambios de las administraciones, si no es para actualizarlo y ajustarlo a las necesidades cambiantes de cada etapa.
En el Plan de Desarrollo de la actual Alcaldía hay una intención de no sólo construir sobre lo ya construido (algo que es de suma importancia), sino también la de planear dentro de un propósito de largo plazo (30 años), y eso también muestra la intencionalidad de una visión estratégica ambiciosa, así como talvez el deseo de sentar las bases de un sistema de trabajo que facilite a las próximas administraciones actuar de acuerdo a un proyecto político de cara a las siguientes décadas (me gusta más que la palabra fuera generaciones). Sin embargo, esa intencionalidad no queda tan clara a la hora de aterrizar los objetivos programáticos del plan de trabajo, en cuyas metas o resultados proyectados predomina el corto y mediano plazo. Una de esas metas debería ser, por ejemplo, la erradicación del analfabetismo.
Pero, como dice la filosofía china, este estado de cosas no hay que abordarlo como un problema sino como una oportunidad de mejoramiento, en primer lugar, por parte de la comunidad bolivarense, especialmente a la hora de tomar sus decisiones de voto y, en segundo lugar, por parte de las administraciones futuras del municipio. Creo que ello es perfectamente posible.
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Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio) - Ciudad Bolívar